Ya me dolían las piernas de correr, ya me escocían los pulmones por el poco aire que pasaba por mi nariz pero lo que más me dolía era la cabeza por la resaca de la otra noche, en casa de Caroline, una de mis mejores y mas vagas amigas. Claro que no iría a clases después de una borrachera. Pero yo, aunque rebelde, sabía que no debía faltar demasiado a clases si no quería que me bajaran la otra o incluso que me amonestaran. Por esas razones había estado corriendo de un lado para otro, de parada en parada y de bus en bus para llegar a tiempo a clase... objetivo que no llegué a cumplir por poco. Llegué unos pocos pero suficientes minutos tarde para quedarme ante las puertas cerradas del instituto. Genial, simplemente genial. Me había pegado la carrera de mi vida para nada. Estaba mejor en la cama, sobando y pensando en todo lo que hice ayer... mis tripas se revolvieron. No había querido mirar el móvil, ni siquiera para comprobar la hora porque sabía que tendría mensajes de mucha gente. La noche anterior sí que había sido intensa, tal vez demasiado. Suspiré. Por lo menos tenía tiempo para pensar en qué diría o más bien en qué le diría a él.
-Hey, Baby.
Escuché a mis espaldas y me quedé helada. Oh no, oh por dios no. Al traste con eso de "pensar" en qué iba a hacer con lo acontecido anoche. Intenté centrarme. Él era mi mejor amigo, el chico en al que siempre había confiado todos mis secretos y el cual era el total pivón no sólo de mi clase sino de todo el centro escolar. Ni las profesoras podían resistirse a los encantos de Chris. Él era todo lo que cualquier chica desearía: alto, guapísimo, cuerpazo atlético esculpido por los dioses, ojos azules, marcada mandíbula, feroz deportista y además muy inteligente, mujeriego y a la vez amable con las mujeres, un buen y confiable amigo para los hombres. Chris era el prototipo de estudiante perfecto y era mi mejor amigo. Desde pequeños habíamos sido inseparables y aunque él era popular y yo no, nunca me dejó de lado en ninguna ocasión. Yo era su chica preferida pasara lo que pasara y eso había cabreado a más de una de sus novias, quienes nunca podían tolerar que el se pasease en calzoncillos conmigo delante o que incluso durmiéramos juntos cuando hacíamos quedadas. Chris y yo siempre nos quisimos como amigos pero anoche... anoche pasó lo que Caroline venía prediciendo desde quinto. Cerré los ojos un momento y me armé de valor y confianza. Chris era uno de mis pilares básicos para vivir, no podía dejar que esto me alejase de él. Así que me giré sobre los talones de mis botas marrones y lo miré con los ojos entrecerrados.
-¿Por qué no pareces sorprendido de verme aquí?
El chico, que tenía sus manos dentro de los bolsillos, me dirigió una radiante sonrisa.
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-¿Baby llegando a clase con resaca? -se llevó una mano a la barbilla para acariciársela como si fuera un filósofo-. No, definitivamente no.
-Muy gracioso Hemsworth -lo llamé por su apellido de forma cariñosa, andando hacia él con lentitud, viendo las ojeras bajo sus ojos de un tono azul cobalto, preciosos.
