~1~

1.8K 41 0
                                    

"Jess, llegaremos tarde si no bajas ya."- Escucho la voz de Stacy quejándose desde las escaleras. Ella es de mi altura, pero rubia y de ojos azules que trae locos a todos los chicos que le rodea. Todo lo contrario a mi.

Trabajamos en el mismo restaurante del centro de la ciudad, un sitio lujoso al que sólo acuden ricos y pijos. Ella es ayudante de cocina mientras que yo soy camarera, aunque entramos y salimos a la misma hora. Eso está bien ya que así vamos y volvemos juntas sin problema.

"Ya bajo."- Último vistazo a mi uniforme y mi peinado recogido, y bajo las escaleras.

Subimos al coche y en pocos minutos estamos delante del restaurante. No es el mejor trabajo del mundo pero pagan bien y las propinas a veces son buenas, así que no puedo quejarme. Lo único malo que le veo a esto, es tener que aguantar las continuas críticas de la gente caprichosa que viene a veces por aquí, quejándose de cosas tan absurdas como "Mi tenedor está muy cerca del plato.", "No me gusta el color de las servilletas", ¿en serio?¿por qué la gente con mucho dinero es tan estúpida?. Tonterías aparte, hoy nos toca turno de tarde-noche y tendremos muchas cenas que servir.

La gente entra y sale de este sitio durante las siguientes horas y me voy sintiendo más aliviada a medida que va pasando el tiempo y cada vez entra menos gente y hay más mesas vacias. Ahora apenas hay una pareja de mediana edad, una mujer mayor llena de joyas y un chico jóven que está pendiente de su teléfono móvil todo el tiempo. Ninguna cara me resulta conocida excepto la de él. Viene mucho por aquí y es totalmente normal que lo haga. Sus padres son los dueños de este restaurante, bueno, y de bastantes más en la ciudad. Sin contar un hotel de lujo al que sólo acude gente famosa y de los más altos escalones de la sociedad. 

Teniendo todo ese poder y lujos en su vida, es normal que sea un caprichoso que quiere todo a su alcance sin esperar. No podría contar todas las chicas que ha traído a cenar a este sitio desde que empecé a trabajar aquí hace año y medio, pero podría asegurar que todo tipo de chicas han pasado con él las noches. Rubias, morenas, pelirrojas, castañas, altas, bajas, delgadas, menos delgadas, guapas, ojos verdes, azules, marrones.... he visto de todo a su lado, pero jamás le ví con la misma más de una vez.

"Perdona nena, tráeme otro refresco."- Dijo alzando su vista a mi y sólo asentí. Odio y detesto que me llame nena, lo odio con todas mis fuerzas.-"Deberías sonreír más o espantarás a los clientes."- Comenta una vez dejo el refresco delante de él y esbozo una gran sonrisa a la que él responde con una pequeña risa.

No puedo creer lo poco que me gusta que este chico venga tanto por aquí, ¿por qué no se va a moelstar a cualquier otro restaurante que le pertenezca a su familia?, no, claro que no. Es mejor que venga aquí continuamente a hacer sentir incómodo a todo el mundo, empezando por mi.

"¿Vas a darme ya tu número? me canso de preguntarte todos los días."- Escucho a mi espalda cuando empezabaa darme la vuelta.

"No, lo siento."- Digo educadamente.

"Me gusta que te resistas, pero no tanto porque acaba con mi paciencia."- Algo de molestia se encuentra en su voz ahora mismo. Sus ojos azules brillan mirándome.

"Vuelvo a pedirle disculpas, pero no le daré mi número de teléfono."

"Claro que sí lo harás. Aunque no sea hoy."- Con una gran sonrisa de triunfador, sale del local, provocando que pueda volver a respirar tranquila. 

Más allá de quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora