Esa noche Malú llegó tarde, sobre las tres o las cuatro de la mañana. Cuando entró en casa mi hermana se había ido hacía ya un par de horas pero yo no había recogido nada. Ni las botellas de vino, ni las copas... Ni había fregado los platos, nada. Entró y me miró disgustada, pero no parecía estar de muy buen humor así que no dijo nada. Subió a la habitación en silencio, cosa que me preocupó.
-Cariño ¿estás bien?- dije corriendo hacia ella y cogiéndola por los hombros. La giré hacia mi y vi como sus ojos se humedecían, poniéndose cada vez más rojos, produciéndome un agobio que no era normal.
-Hablamos mañana, Alex. Tengo sueño.
-Malú, no. No voy a dejar que te vayas a dormir así, no.- No respondió, se quedó callada mirando al suelo y eso me rompía más.- Cariño, en serio. ¿Me dices que es lo que te pasa?- la miré muy seria, fijamente a esos ojos que normalmente me debilitaban. Y en ese momento miles de lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
-Me voy mañana. ¿Contenta?- mis ojos se abrieron como platos, estaba confusa. ¿Mañana? ¿En serio se iba mañana? No, no podía ser...
-Pero... ¿mañana?
-Si Alex, mañana.-respondió seca, reprochándome eso de 'hablamos mañana' que yo no había sabido respetar. Como vio que no sabía qué contestarle se dio la vuelta, mirándome una última vez y subió las escaleras a paso desganado. La seguí hasta la habitación y nada más la tuve frente a mi, mirándome con tristeza me abalancé sobre ella, abrazándola tan fuerte como pude.
-Te quiero Malú, ya sea aquí o en la China te voy a querer igual ¿estamos?- asintió con una pequeña sonrisa y me besó.
Tras eso nos tumbamos en la cama y nos quedamos abrazadas hasta que finalmente nos dormimos...
(...)
Me desperté con los rayos del sol que me daban en la cara. Malú estaba ya despierta y me miraba fijamente.
-¿Llevas mucho tiempo despierta?- le pregunté girándome hacia ella y acariciando su cara.
-No he pegado ojo en toda la noche...- suspiró
-¿Estás mal por tener que irte hoy?
-No estoy segura de querer irme... Tengo miedo de que cuando vuelva no me quieras tanto.
-Anda idiota, deja de decir bobadas.- besé sus labios y apoyé mi frente en la suya.- ¿A qué hora te vas?
-A las diez y media sale mi avión...
-Que pronto... Bueno, son las ocho, nos da tiempo a desayunar en el jardín con calma, si quieres claro.
-Claro amor, vamos.- sonrió levemente.
Nos levantamos y bajamos a la cocina cogidas de la mano. Le dije que fuera saliendo al jardín mientras yo preparaba el desayuno y me puse manos a la obra.
Preparé tostadas, zumo y café y lo llevé todo a la pequeña mesa de madera acompañada de unas sillas (muy cómodas por cierto).
Desayunamos con calma, disfrutando del sol y del poco pero agradecido aire que corría.
Aprovechamos para reírnos un rato juntas y exprimimos al máximo el poco tiempo que nos quedaba juntas.
Llegó el momento de hacer su maleta.
La ayudé con una sonrisa en la cara mientras intercambiábamos cortas miradas. Me era demasiado difícil contener las ganas de llorar, pero sabía que tenía que hacerlo por ella. Cuando llenamos toda su maleta y vi su lado del armario vacío no pude evitar que mis lágrimas empezaran a correr por mis mejillas. Me abrazó con fuerza y besó mi frente. No dijimos nada, simplemente dejamos que el silencio lo dijera todo.
Se despidió de sus perras, que se irían con ella en unos días y tras eso nos subimos en su coche, que esta vez conducía yo.
Notaba su mirada en mi, unos pocos segundos y después la desviaba a la carretera. ¿Por qué no podía quedarse? Si os digo la verdad, aquellos estaban siendo los minutos más amargos de nuestros días. No me gustaba la idea de tenerla lejos... y tampoco me gustaba no poder ir con ella por culpa del trabajo.
En el aeropuerto el tiempo se pasó muy rápido, tal vez demasiado. Embarcó y al poco rato ya tenía que despedirla.
Cuando llegó ese momento no pude contenerme, era demasiado horrible. ¿Como decirle adiós a la persona que ilumina tus días con su sonrisa? ¿A la persona que comparte contigo cada minuto, haciéndote completamente feliz? No, no era nada fácil.
-Prométeme que estarás bien cariño.- me dijo cogiendo mi cara entre sus manos.
-Claro... te lo prometo.- dije fingiendo una sonrisa lo mejor que pude.
Y me besó. Un último beso al que le siguieron un par más y después tuvimos que separar nuestros labios. ¿Y si me voy con ella? Tarde Alex, tarde.
Y se fue, se fue dejando un vacío en mi que no era normal. Un vacío que a distancia iba a ser imposible de llenar...
Simplemente se fue.
Y ahora los recuerdos de todas las discusiones, reconciliaciones, cumpleaños, fiestas... Todo venía a mi mente para recordarme lo muchísimo que la quería. ¿Cuantas cosas podría cambiar entre nosotras un año y medio? Y, si os digo la verdad, no estoy del todo dispuesta a jugarnos todo lo que conseguimos en cinco años por una estupidez de trabajo. No estaba dispuesta a tener que quedarme aquí mientras la persona que estuvo a mi lado en cada uno de mis malos momentos ahora estaba sola a miles de kilómetros. Básicamente porque dejándola sola me sentía la peor persona sobre la faz de la tierra y era era una sensación que no me gustaba nada.
Me subí al coche y respiré hondo antes de arrancar. No sabía qué hacer, ni a donde ir. Era como si al irse ella no me quedara nada más.
Al final decidí ir al parque de siempre. Aparqué el coche en casa y fui andando hasta allí.
Pero la verdad, fue una pésima idea porque nada más llegar recordé todos los momentos que habíamos pasado allí y lo único que me quedaba era nuestro árbol y un móvil lleno de fotos.
En definitiva, no iba a poder cumplir esa promesa que acababa de hacerle, no iba a conseguir estar bien.
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THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVE
RomanceHistoria totalmente ficticia entre Alex, cantautora pendiente de descubrimiento y Malú, famosa cantante española.