Capítulo 7

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Capítulo 7

(Maratón 1/5)

Estábamos todos ya reunidos en el centro de la pista, alrededor de Louis, de nuevo, él me seguía mirando no muy convencido con ''su'' decisión. Yo sonreí satisfecha y me coloqué al lado de Trish, la cual también me sonreía.

-Bueno chicos, se supone que ya habéis calentado todos. -dijo esto mirándome, claro, yo apenas había calentado, por su culpa, si es que le gusta la cháchara a este hombre. -Así que vamos a comenzar con las pruebas que dije el otro día, ¿de acuerdo? -sonrió. -Empezaremos por tomaros varias medidas, pesaros y tomar algún que otro dato sobre vosotros, ¿sí? -asentimos todos. -Bien, para hacerlo más rápido, os dividiréis en chicos por un lado, y chicas por otro.

-Machista. -pensé. Y parecía que me leía el pensamiento porque ya me miraba reprobatoriamente.

Nos dividimos la clase en los dos grupos asignados.

-De acuerdo, ahora los chicos vais a empezar a hacer esta rutina de ejercicios que os voy a enseñar ahora, para ver vuestra resistencia. De mientras las chicas id camino de mi oficina, tomaremos las medidas.

Louis se acercó a los chicos, nosotras mientras fuimos hacia su oficina y nos quedamos en la puerta, esperando a que llegase el... profesor. Me cuesta aún decirlo, no sé por qué.

Louis llegó al rato y entró en la oficina, haciéndose paso entre todas, y sonriéndoles a cada una de ellas, ah, pues qué bonito es ir así por la vida, sí señor. A saber a cuántas se habrá follado ya este. Qué pena me dan, chorreando por semejante cosa. En fin.

-Id pasando una a una y os mediremos la estatura y también os pesaremos. Todos estos datos deberéis apuntarlos en un papel en cuanto acabe la clase. -dijo Louis para después entrar dentro.

Todas se empezaron a amontonar en la puerta, como si regalasen algo. Yo simplemente me puse al final de la fila, junto con Trish. Chicas inteligentes. Bueno, cuando queremos. Pasaron una a una y se detuvieron lo suyo, ay, qué pena de vida. Todas salían sonriendo, y no era la única que se daba cuenta.

-¿Has visto que sonrisas de viciosas tienen al salir? -me susurró Trish al oído. Yo ahogué una carcajada y le pegué en el hombro para descargarme.

-¿Eres tonta? -dije en el mismo tono.

-Tía pero si es verdad, mira. -me señaló con los ojos una dirección.

En ese momento Anna salía de la oficina, con la sonrisa más satisfecha de todas, vaya zorra, a saber qué habrá hecho. Trish y yo nos miramos y ahogamos la risa de nuevo, y Anna se giró para echarnos una mirada asesina.

-¡Anna, te has dejado esto! -gritó Louis desde dentro. Ella desvió la mirada y entró a recoger lo que fuera que se le hubiese olvidado.

La vimos entrar, y cuando salió, llevaba en sus manos un sujetador, y ni siquiera se molestaba en ocultarlo. Sonrió victoriosa mirándonos y seguidamente se fue camino de los vestuarios, seguramente para ponerse la prenda que le faltaba. No me había dado cuenta de que tenía la boca abierta, y bastante, hasta que no noté la mano de Trish bajo esta para que la cerrase.

-Tía que te entran moscas. -dijo riendo. -Hay que ver la de zorras que hay sueltas, ¿eh? -me preguntó, pero no respondí, seguía un poco en shock y no sé por qué.

-¡Yo no entro ahí! -exclamé negándome.

-¿Cómo que no? No me seas tonta que entra Amber y nos toca a nosotras.

-Que no, que no, vamos, ni de coña. -dije yéndome de ahí.

-Que sí, mujer. -me atrajo ella de nuevo agarrándome del brazo.

-¡Eso es la oficina del sexo! Y a mí precisamente no me va el tema, muchas gracias. -me fui otra vez.

-Ay, qué mujer. -oí murmurar a Trish cabizbaja y negando, sujetándose el puente de la nariz.

Yo me encontraba bastante lejos de eso, al lado del arbusto de antes, le había cogido cariño. Vi como Trish entraba toda feliz ella. ¿Pero no se daba cuenta de que la iban a violar? Yo le tengo mucho aprecio, pero si tengo que decidir entre ella o yo, que le den por todos lados mientras no se me acerquen a mí. Vi salir a Trish al rato, sonriendo también, ¡otra que encima disfruta! Por muy bueno que seas no me pondrás un dedo encima, Tomlinson, ni en sueños chaval. Detrás de ella salía Louis, también sonriendo. Ambos estaban entablando una conversación y riendo entre ellos. El resto de alumnas estaban o en la pista con los chicos o en vete tú a saber dónde. En realidad nos habíamos demorado demasiado. Vi a Trish colocarse un poco el sujetador disimuladamente.

-¡También te ha violado! -dije un poco alto, haciendo que ellos dos voltearan en mi dirección.

-¡Lilly, faltas tú por hacer las medidas! -me gritó Louis. Mierda. Me escondí en mi querido arbusto de nuevo. Sí bonito, yo sé que tú me quieres y me ocultas este mundo de violadores y depravados mentales, por eso yo también te quiero. Era feliz con mi arbusto hasta que noté que me levantaban por el brazo.

-Vamos anda tonta. -me dijo Trish guiándome hasta la oficina, y bueno, hasta Louis, que seguía ahí, esperándome. Si es que tenía cara de violador el cabrón, encima sonriendo.

-¡Que no entro yo ahí, cojones! -dije soltándome de su agarre y sujetándome a una farola cercana, como si fuese un koala. Menos mal que no había nadie para mirarme aparte de ellos dos, sino ya estaría en los vestuarios, en un baño, con ansiedad, y muerta de vergüenza.

-Lilly, ¿pero qué haces? Suéltate, mujer, que no es nada, madre mía. -dijo Trish tirando de mi pierna. Quería soltarme, pues no iba con fe ni nada.

-Que no. -me mantuve firme.

-Baja. -me ordenó la enana ojiverde.

-No me da la gana, chula, que eres muy chula.

-¿Pero qué estás diciendo? ¡Que bajes tía! -me tiró del pie. Yo me había elevado, escalando considerablemente por la farola. Tenía genes de mono o algo, vete tú a saber.

-Espera que intente yo. -apareció Louis por debajo también.

-Sí, va a intentar usted, no le queda nada.

-¿Perdona?

-¡No le perdono! ¡Que es usted un maldito violador, hombre, lo que me faltaba ya! ¡Cómo se me acerque chillaré, no le aviso más veces! -chillé desde arriba.

Vi a ambos cruzar miradas confundidos y seguidamente estallar en carcajadas.

-Pero tía, ¿qué dices de un violador? -dijo Trish entre risas.

-Lilly, ¿qué se te ha pasado por la cabeza, chiquilla? -dijo Louis también riéndose. Pues ni puta gracia. Se creerán que a mí también me va el folleteo o algo, eso es un tema tabú para mí.

-Claro, a ti como te ha hecho gozar también pues le das la razón. ¿La tiene grande verdad? Es eso, ¡esos son los peores! ¡Ni se me acerque, Tomlinson! -sacudí un pie, con la mala suerte de que me resbalé y caí de culo. -Ay santa mierda, qué maldito dolor, morado bonico que me va a salir. -dije sobándome el trasero. Menos mal que tampoco fue demasiada altura de caída.

Seguí gruñendo de dolor hasta que noté unas manos sobre mí, haciendo que en apenas dos segundos me encontrase con el mundo boca abajo. Espera, yo estaba boca abajo, con la cabeza pegada a una espalda y con los pies colgando también. Levanté la vista y vi a Trish aguantando la risa y despidiéndose de mí con la mano, mientras con la otra se tapaba la boca para no emitir sonidos. Entonces quien me llevaba como un saco de patatas sobre él era...

-¡Puta, me has abandonado! ¡No me hables en tu puta vida, traidora! -seguí soltando injurias por la boca y pataleando hasta que todo se volvió casi negro.

En busca de la estrella. (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora