Rusia I

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Allí estaba. Si todo salía bien pensaba quedarme bastante en ese país, un mes, para ser exacta. Un país extenso, tenía varios bocadillos que probar.
Bajé del avión y traté de buscar alguien que hablara inglés para que me indicara un lugar para dormir. No iba a pasar la noche en la calle, eso era seguro. Hacía un frío de los mil demonios como para quedarse en un banco a dormir.
A las cansadas conseguí que un turista  que ya había estado en el país me diera un número de teléfono para hablar a un hotel all inclusive que visitaba cuando viajaba allí. Llamé e hice la reserva. Con suerte contaba con varias suites desocupadas ya que era temporada baja y no había mucho turismo. Pero me hicieron esperar hasta casi la cena para poder ocupar mi habitación. Por lo que la tuve que pasar dando vueltas por el aeropuerto. Busqué un bar para almorzar y después miré las vidrieras de los negocios mientras empujaba el carro con mis valijas por el aeropuerto. Un rato más y ya era hora de ir al hotel.
El lugar estaba bien, moderno, colores clásicos. La habitación era enorme, el baño con jacuzzi de hidromasaje, minibar. El lugar era lujo en cada rincón, maldije un poco pensando en los costos de tantos lujos. Al paso que iba tendría que volver en un tiempo a trabajar con mi hermano, ya que no me iba a pasar más mi parte de la empresa a no ser que vaya a trabajar, lo cual daba vueltas por mí cabeza hacia rato.
Pero trabajar significaría dejar los viajes y sobre todo, dejar de meterme tantos hombres entre mis piernas, eso era lo que más me dolía del hecho de trabajar con mi hermano. Él quería que vaya a terapia y dejara de acostarme con todos los hombres que se me cruzaban. Decía que mi "patología" era curable con psicoterapia. Pero yo lo que más quería era un buen polvo salvaje con cuánto galán se cruzara delante de mis ojos.
Todos los hombres tenía un condimento especial que le daba al sexo una nueva perspectiva de goce. Creo que más que "enferma" como decía mi hermano, yo era y seguiría siendo una adicta al sexo. El sexo es lo más genial de la vida, por qué limitarse a compartirlo con una sola persona por el resto de tu vida si puedes conseguir a uno o dos por cada lugar que vas? Eso era lo normal, disfrutar y compartir el sexo con extraños que hacían hervir las hormonas con solo una mirada. Y bueno, eso es lo que hacía.
En la noche cené y caí rendida en el cómodo somier king size, un poco más y necesitaba escaleras para subirme, era muy alto. No pude detener mi pensamiento cuando cruzó por mi cabeza qué tanto rebotarían esos resortes si tuviera a un hombre sobre mí dándome placer o si estaría yo sobre él. Ese pensamiento me hizo recordar que necesitaba buscar desfogarme pronto. Ya quería buscar un lindo rusito para sacarme las ganas.
Desperté cerca del mediodía con un concierto de sonidos provenientes de mi estómago. Me bañé y bajé a almorzar en el hotel. Pedí comida simple, nada de platos típicos porque no quería que algo arruinara mi estancia allí. Subí a mi habitación y busqué un abrigo que me mantuviera caliente en la calle ya que caía una pequeña nevada. Uffff... Nieve, justo lo que me hacía falta para distraerme. No tengo nada en su contra, pero la verdad es que cuando sale el sol y comienza a derretirse, el frío es fatal.
Caminé por las calles, paseando mientras miraba las vidrieras. Mucha moda, había bastante corderito y piel en los bordes de las faldas y los abrigos. Faldas cortas de cuero con ribetes de piel a contratono. Me llamó la atención un conjunto de minifalda con piel en la parte del dobladillo inferior, negra y piel natural, acompañado de unas botas bucaneras y un tapado hasta los pies abierto desde la cintura. Entré a probármelo, parecía hecho para mí. Quedé sorprendida con el conjunto. Resulta que traía un corsé de cuero ygual que la falda, pero sin piel. Simplemente hermoso. Le pasé la tarjeta y salí con mi compra para el hotel.
Ya de noche me bañé y fui a buscar un lugar para divertirme un poco. Pregunté en el hotel y una joven me dijo que había un buen local bailable que se llamaba "Bezumiye". Me dijo que era locura en ruso.
El local era de locura, en verdad. Jóvenes bailando al ritmo de la música con movimientos casi eróticos. Mi piel estalló en llamas, quería conseguir un hombre en ese instante. Recorrí el local con la vista hasta que encontré un lugar en la barra. Me senté y pedí un trago. El barman me miró por un momento, me di cuenta de que no me entendía. Así que agarré mi celular y busqué el traductor, escribí lo que quería y me lo sirvió con una sonrisa. El escribió algo en el celular y me lo mostró. Preguntaba si era turista. De la misma forma le dije que sí, que no hablaba ruso y que era nacida en Chile, pero actualmente tenía residencia en Nueva York, aunque estaba recorriendo un poco el mundo, algunas ciudades. Él me sonrió y me dijo que le gustaría tener dinero para hacer lo mismo, pero que lamentablemente no contaba con ese poder. Charlamos leyendo las pantallas de los celulares durante un rato y cuando me aburrí me despedí de mi amigo. Gracias a Dios vivo en la parte superior que le estaba traduciendo desde el inglés y pudimos "charlar" un rato.
Llegué al hotel y me fui a dormir. Al día siguiente desayuné y salí a la calle. Busqué una peluquería, me quería hacer cambio de look. Conseguí un turno para la tarde gracias a mi tarjeta gold. Volví al hotel y me acosté.
A la tarde volví a la peluquería y cuatro horas más tarde mi pelo era la parte inferior, que ahora me llegaba por debajo de los muslos, color rojo fuego mientras que la parte superior me llegaba a la cintura y era negro azabache. Salí feliz, aunque gasté bastante ya que las cortinas de pelo que me puse eran de cabello natural, por lo cual me las pidieron teñir.
Llegué al hotel y la chica que me dijo del local de anoche me miraba con los ojos bien abiertos.
- Guau!!! Estás preciosa. Justo lo que necesito para presentarle a un cliente nuevo del hotel.- Me dijo con una sonrisa.
- Gracias. Pero... Disculpa, cómo está eso del cliente nuevo?- Pregunté sin comprender nada.
- Resulta que vino un tipo muy lindo, todo de negro y me dijo si conocía a alguna chica linda. Yo lo miré sugerente moviendo mis pestañas y el muy idiota me dijo que no sale con empleados, que prefería gente de su mismo nivel. Como si trabajar fuera algo malo. No me gustó cómo me lo dijo. Pero luego de tragar ese mal rato le dije que había una chica en el hotel que parecía que no era de mi clase y el me preguntó más. Y luego se ve que quedó contento porque me dejó su nombre y número de teléfono. Me dijo que si era una broma no iba a volver a ver la luz. Eso me dió mala espina. Disculpa pero ya le había dicho de tí, con eso último que dijo me arrepentí.- Dijo hablando muy rápido.
Terminé de procesar todo lo que me dijo y con una sonrisa en la cara le dije: - No te preocupes, dame el número que le hago una vídeollamada para que se convenza de que no era broma... Tal vez lo pueda hacer cambiar de opinión contigo y consiga que compartamos la cama los tres.- Se quedó mirando con los ojos bien abiertos, se sonrojó y miró el suelo negando.
- Vamos linda. Tienes que aprender a disfrutar de tu cuerpo, comerse un hombre de vez en cuando ayuda a mantener una piel y un pelo perfectos.- Le dije guiñando un ojo y subí para descansar un rato mientras leía un libro.
Cuando me cansé, agarré mi celular y le marqué al tipo este. No atendió la videollamada. Me puso de mal humor. Le mandé un mensaje.
- Hola bonito. No me contestaste la videollamada, soy la chica que quieres tener en tu cama esta noche.- Ja! Si, lo sé soy muy descarada y lanzada.
- Espero que no seas esa recepcionista de hoy porque no estoy para bromas- Me contestó él.
- Claro que no. Voy a tu habitación o vienes a la mía.- Le pregunté muy resuelta.
- Dame tu número de habitación y paso a las 23:00.-
- Ok. Es la 2369. En el cuarto piso.-
- Estás bromeando? Estoy en la 2368, frente a la tuya.-
- Yo no bromeó galán.-
Esto se pone interesante... Está justo frente a mi habitación. La vida siempre me sonríe, pensaba.
A las 23 tocaron la puerta y abrí. Un imponente hombre de ancha espalda y casi dos metros, rubio y de ojos grises estaba frente a mí. Me temblaron las piernas. Creo que me mojé de sólo verlo. Está para chuparlo entero, pensé.
- Hola, sinceramente pensé que esa recepcionista estúpida me estaba haciendo una broma, nunca esperé encontrarme con una belleza como tú detrás de esta puerta.- dijo primero con desprecio al nombrar a la recepcionista y luego con lujuria paseando su mirada por mi cuerpo. Éramos dos los necesitados entonces...
No pude dejar de pensar en qué tan grande sería el resto de su cuerpo. Lo que se veía o adivinaba a través de la ropa era enorme. Si todo es igual, me espera una gran noche y una mañana con un poco de problemas para caminar.
- Parece que eres del tipo de personas que no soportan a los que trabajan y se ganan honestamente el sustento.-
- No exactamente, creo que cada quien tiene su sitio en la sociedad y no debería andar queriendo trepar donde no llega. Pero... Ese no era el propósito de la visita. Tenemos asuntos más... Interesantes que discutir. Como por ejemplo, qué tan dispuesta estás a acostarte conmigo esta noche, qué tan dispuesta eres con alguien que no conoces.-
- Es lo que más me gusta. Adoro el sexo casual y casi nunca repito con nadie. Me gusta probar todo lo que puedo.- Dije muy sincera.
- Eres de las mías. Para qué estancarse con una sola si puedo tener a muchas?- dijo divertido - además no creo en esa idiotez del amor, eso se lo dejo a los adolescentes y sus estúpidas hormonas, creen que la atracción sexual hacia alguien es amor. El único amor que existe es hacia los hijos, si acaso.- Dijo muy seguro de sí mismo.
- Puede que entienda tu punto... Pero volvamos al punto de esta visita.- Dije mientras caminaba hacia él y le acariciaba su ya erecto miembro sobre el pantalón. Demonios! Era tan grande y ancho como el resto de su cuerpo, voy a tener que conseguirme unos calmantes para mañana cuando despierte o no me voy a poder mover. Pero esta noche... A disfrutar!
Me tomó de la mano y me llevó a los pies de la cama. Con manos expertas me sacó la ropa mientras besaba y mordía mi cuello, mis hombros, mis orejas. Jadeaba de placer con sus caricias algo dolorosas, pero, como siempre dije, sin dolor no hay placer. No me había dado cuenta de que él también estaba desnudo. Y sí, era enorme. Parecía tan largo como mi antebrazo y tan grueso como un envase de veneno en aerosol. Definitivamente iba a doler y mucho, no creía que eso entrará en ninguna parte de mi cuerpo, pero iba a tratar de que si lo hiciera.
Me puse de rodillas y comencé a mandarlo como un bebé, su sabor era delicioso, jabón de fresas y chocolate, yo solía usarlo por eso lo reconocí al instante, con un toque salado de su presemen, no me pude contener, masajeé y chupé hasta que jadeando y gruñendo explotó en mi boca, yo como buena niña que soy, me lo tragué hasta la última gota. Me miró con los ojos muy abiertos.
- Nunca estuve con una chica que hiciera eso de una manera tan profesional, jamás terminé tan rápido. - Dijo como disculpándose.
- Has caído en manos profesionales, entonces. Disfruta la noche mi macho candente.- Le dije en tono seductor.

Una ninfómana recorriendo el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora