199. El extraño diario de Zac (y un final inesperado)

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Después de la comida, y de que Evan dijera que odiaba el brócoli y todos lo escucharan haciendo que llamáramos poderosamente la atención, tocó la parte de los discursos. Era mi parte favorita de las bodas. Nunca faltaba el tío borracho que quería subir a la plataforma y hablar. Ya estaba oscureciendo así que ya habían como dos o tres personas ebrias.

La primer persona en pasar a hablar fue mi padre. Él, muy correcto y diplomático, dio un pequeño discurso. La tía Jill siguió. Luego ella dijo lo que pensé que diría: si alguien quería hablar, podía pasar a hacerlo.

— Yo quiero— dijo Evan.

Se levantó y caminó feliz. Genial, pensé, el del brócoli quiere llamar más la atención.
Evan tomó el micrófono. Miró a George y a Lucille.

— Estoy muy contento de poder estar aquí— dijo él—. Mi prima es la única familia que tengo y estoy muy orgulloso de ella. También estoy feliz de que haya encontrado a alguien con quién compartir su vida. Alguien que la quiere mucho. Desde que tengo cinco años empecé a decirle a Lucille de cariño “Luz”. Sigo llamándola así hasta ahora. Ella era y siempre será la luz de mi vida. George, espero que la cuides tan bien como ella se lo merece.

Todos aplaudieron. Ese había sido un breve pero buen discurso. Me sorprendió. Evan bajó para abrazar a su prima, que estaba notablemente conmovida. Luego abrazó a George. Al final, regresó a su lugar.

— Evan, eso fue muy bello— dijo Laura.
— Gracias— dijo él.
— Entonces por eso le dices Luz— dijo Jimi.
— Sí— dijo Evan—. En verdad ella es la luz de mi vida. Me siento un poco triste ahora. Se ha casado. No lo puedo creer.
— Ven aquí— dijo Jimi.

Se abrazaron. Mientras tanto, la tía Janeth ya había ocupado el micrófono. Igual que mi padre, dio un discurso bueno, agregando experiencias familiares sobre George. Nos reímos.
La amiga rubia de Will y George pasó a decir unas palabras. Fue breve pero al parecer todo estaba bien entre ella y la profesora.

Entonces, cuando pensé que ya nadie pasaría, subió Will. Tomó el micrófono.

— Es increíble— empezó él— la forma en la que funciona el mundo. Un día parece que gira alrededor del sol y al otro gira alrededor de una persona. Sin darnos cuenta cómo o cuándo, aparece alguien que cambia todo nuestro entorno. Incluso a nosotros mismos. Alguien de quien amamos todo, hasta el más mínimo detalle. Creo que eso es lo que pasa con George y Lucille. De ellos entendí que no importa la distancia, o las circunstancias, si los sentimientos son fuertes, nunca se irán. Los vi apoyarse como amigos. Los vi enamorarse. Ahora están aquí, a punto de iniciar una vida juntos. No sé cómo funciona el mundo, pero sí sé que si somos lo suficientemente afortunados y pacientes, un día encontraremos a alguien que verá lo mejor de nosotros. Será amor. Y eso es todo lo que necesitamos para vivir.

Will fue muy aplaudido. Laura estaba tan conmovida como Lucille. No me sorprendió de Will, él siempre sabe qué decir. Después de él siguió la abuela, que no supe si estaba feliz por George o si lo odiaba porque lo felicitaba y regañaba al mismo tiempo.

Era tarde. Después de brindar, la gente empezó a bailar. Vi a George y a Lucille, con su espectacular vestido de novia, bailar como si no hubiera nadie más.
Habían muchas luces pequeñas que iluminaban el ambiente. Se veía hermoso, como de película.

— Cumpliré mi apuesta— dijo Evan—, Jimi, ¿Quieres bailar?
— Pero no podemos— dijo Jimi.
— ¿Quién dice que no?— preguntó él.
— Pues... nadie pero... hay mucha gente...
— En el pasillo no hay nadie— dije.

Jimi observó a Evan. Sonrieron. Era como si hablaran con sus ojos.

— Vamos— dijo Jimi.

Se fueron.

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