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Momentos mas tarde, mi cuerpo era imposible de soportar, mis párpados pesaban y mi cabeza daba vueltas sin parar. Seguramente mi pelo ya no estuviera lo tenso de por la mañana.

Al llegar a mis aposentos me quité mi chaquetilla, pañuelo y apunto estuve de quitarme la camisa hasta que oí un sonido en mi ventana. Parecía como si una navaja arañase la ventana lentamente. El cansancio me decía que reposara, pero tenía una mayor prioridad.

De un viejo baúl saqué un filo que me regaló mi señor cuando empecé con mi profesión. La desenvainé, quedándome absorto unos segundos admirando su bello resplandor, hasta que me acordé de la urgencia. Abrí la ventana pudiendo notar como una sombra se escurría entre los matorrales. Rápidamente salí de mis aposentos, dirigiéndose al vestíbulo, donde estaba la anterior sombra

Mantení las distancias desde la enorme escalera, donde la única luz era el brillo de la plata por la luz que entraba desde la puerta principal.

"Eres rápido, mas de lo que pensaba" La sombra portaba trapos con tonos sombríos, tapando su boca con un pañuelo púrpura.

Solo lo contemplé con seriedad desde lejos. "¿Quien eres y que quieres?"

"Uno de los centinelas del reino vecino, pero me temo que mi nombre real no lo puedo revelar. Me llaman... Cat."

"..." ¿Gato?, era un apodo extraño. Comprendía que era una palabra del sajón.

El personaje desconocido se quitó el trapo de su rostro para mayor claridad. Respiró y entonces dijo. "Y estoy aquí para avisaros que el reino del Rey de la Ira, o tambien conocido como Tougo, pretende atacar a vuestro reino."

Mi cuerpo se tensó al momento "...¿qué?" Entonces bajé las escaleras y amenazante me acercaba al individuo. "Si eres parte del enemigo, ¿que haces alertándonos?" Entonces le cogí del cuello de su camisa, la furia era notable en mi manera de escupir las palabras. "¿Cómo sé que no me estas mintiendo?"

El morado no opuso resistencia alguna, solo miraba el rostro del criado divertido.

"¿Te crees muy gracioso? ¿Eh?" Entonces levanté mi arma, dispuesto a atacar, pero el morado me tomó la muñeca y apartó la mano de su cuello con una cuchilla que salió de su brazo de sopetón. Yo me aparté. Parecía que era mas escurridizo de lo que pensaba. Miré mi mano, tenía una rajada bastante grave. Levanté mi rostro y ví al morado ya en la puerta.

"Si tantas preguntas tienes, ¿por que no le preguntas a tu rey? ¿Lo sabes todo sobre el?" Parecía una vocecilla odiosa.

"No me digas lo que tengo que hacer" Mi cuerpo ya estaba rendido.

Su expresión no cambiaba. "Tu sabrás." Y tan rapido como entró se fue.

Me dejó con un numero infinito de preguntas. No se acababan. Cuando despejaba una, venía otra. Al final opté por no pensar y mejor tratar la herida de mi mano. No podía tenerla así para mañana.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2018 ⏰

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Leal | Osomatsu-SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora