Capitulo 15.❁

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—¿Por qué lo dices?

—Porque tú vas a ser mía.

—¿Qué? ¿Qué es lo que dices?—Dije entendiendo lo que quería decir pero aún impactada por las palabras que utilizó.

Grace serás la mujer más feliz cuando seas mía, y solo mía.—Me dije Nathan con un esplendor especial en sus ojos, sus ojos se pusieron más oscuros que antes. Su mirada me decía mas de mil palabras.

—Nathan...— Me interrumpió.

—Sí, ya sé lo que dirás, que no puedes o no debes. Grace no importa si te conocí hace una semana, tus ojos me reflejan tu alma. Te prometo que esto, será diferente. Necesito que me des una oportunidad para enseñarte lo hermoso que puede llegar a ser la vida si la ves desde otro punto de vista.—Dice nervioso, se nota que habla con el corazón, pero no puedo bajar la guardia y menos las defensas.

Justo cuando me estaba diciendo esas dulces palabras, llegó el mesero con nuestra orden de comida.

—¿Los sushis?—Pregunta el mesero refiriéndose quien había pedido sushi.

—Yo, gracias.—Digo alzando una mano y dándole las gracias al ponerme el plato con este delicioso manjar en la mesa.

¿Y el arroz con pollo, sushi y sopa?—Pregunta nuevamente el mesero.

Todo eso sin duda alguna, es mío.—Dije Nathan amablemente riendo al ver el enorme plato de comida que le habían preparado.

—Buen provecho, que lo disfruten.—Nos dice el mesero con educación.

—¡Muchas gracias!—Dijimos los dos al unísono y a la vez sonreímos.

Decidí no volver a tocar el tema, y Nathan estaba tan concentrado comiendo que se le olvidó todo el asunto del tema. Se ve tan lindo comiendo, y disfrutándose su plato.

Él alza la cabeza y se da cuenta que lo estoy observando. Nathan me guiña un ojo y me sonríe. Yo le regreso la sonrisa y sigo comiendo mi sushi, que en un abrir y cerrar de ojos ya me había comido.

Estaba esperando a que el terminara de comer. Así lo hizo, cogió una servilleta y se limpió sus irresistibles labios y sus manos.

—Le dejaré una propina.—Dice sacando su billetera y de ella un billete de cinco dólares.—¿Te gustó la comida?

—Me encantó, estaba deliciosa. Gracias por traerme.—Le dije sonriéndole.

—Pues en ese caso...—Dice mientras sacaba otro billete de cinco dólares para el mesero.—Si a ti te gusto mucho, merece más princesa.

Me quedé callada. Nos páramos y nos fuimos de allí. Nathan me iba a llevar a casa. Ya eran las 7 p.m.

—¿Disfrutaste? ¿Te gustó? ¿Me porté bien? ¿La pasaste bien?—Dice preguntando nervioso, con el miedo de que fuera a decir que no, que se alejara de mi.

Me gustó mucho, gracias nuevamente por invitarme a cenar.

—Que bueno, ahora ya estás en tu casa; sana y salva. ¿Mañana irás a la escuela?

—Sí, iré. Es viernes, así que.—La verdad es que si iba a ir, ya fue demasiado tiempo.—¿y tú?

—Iré también. Bueno, me voy, que descanses Gracie.

—Que descanses Nathan.

Me despedí y fui directo a mi habitación. Mi madre no ha llegado todavía. Ya se le está haciendo costumbre llegar tarde. Me voy a tomar un baño para escribir un poco en mi diario, actualizar mi twitter y deslizarme hacia la locura hasta dormir. Mañana iría a la escuela.

(...)

Después de tomarme un largo baño de agua caliente, me metí en mi pijama de shorts favorita y comencé a escribir en mi diario.

Querido diario:
Amigo mío, hoy tuve mi primera cita (NO cita) con Nathan White. Es un chico encantador. Me gustó mucho la comida china del restaurante al cual me llevo. Hoy me enteré de una impactante noticia de Destiny. Es lesbiana, y no tan solo eso, yo le gusto. Le gusto a mi mejor amiga ¿Es eso posible? ¿O es muy exagerado? No importa. En el fondo de mi alma aunque supiera la verdad mi amistad con ella no iba a acabar. Solo espero que acepte que jamás estaría con ella en ese aspecto.
La que nació por pena.

Me volteé a ver el techo de mi habitación, y me puse a pensar un rato. Luego que rompí la linea de pensamiento, cogí mi laptop. Actualicé mi página de Twitter un rato, veía noticias y memes. Muchos memes. Me cansé y decidí apagar la computadora e irme a dormir y así fue.

Al otro día, me levanté con un poco de ánimos. Tomé un baño y me vestí. Me puse algo de color, aún con mi estilo. Decidí arreglarme un poco. No sé si saben pero mis cejas son pobladas, me gustan.

Cuando bajo, mi madre estaba dormida en el sillón, al parecer llego tarde otra vez. Fui a la cocina y cogí una manzana.

Enseguida, camine a la escuela con la manzana en la mano. Hasta que escucho un carro a mi lado.

Bip... bip... bip...

Era el carro de Nathan, el bajó el cristal.

—¿Te llevo hermosa?

—Bueno...

—Ven, móntate.

Me monté, y la escuela solo estaba a quince minutos. La de el estaba cerca a la mía. Así que por eso, hizo lo que hizo. En el camino hablábamos de nuestras películas favoritas. A él les gusta las de comedia y acción. No es mi tipo de película.

Llegamos a la escuela, y me despedí de él, con un beso cálido en su cachete. Tenía un perfume del cual me enamoré. Olía a hombre, me encantó ese aroma.

—Hueles bien.—Dije riéndome.

—Lo sé, lo compré solo para ti.—Dice guiñándome un ojo, y luego echándose a reír. De hecho, los dos lo hicimos.

Me bajé de su guagua y a lo que caminaba. Pasó algo humillante y horrible. Mientras caminaba entre los carros, por el pastizal; Jimmy venía con su grupo de amigos y tenían unos barriles. Al ver eso, me llené de miedo, y esto hizo que me diera la vuelta y empezar a caminar por donde vine.

Cuando me volteo, Nathan estaba ahí todavía en su carro. Me estaba observando desde adentro e hizo un gesto con las manos preguntando que pasaba.

Ahí lo sentí, un líquido viscoso de color rojo me bajaba desde la cabeza y por el otro lado; me echaban basura. El líquido tenía un olor desagradable. Creo que era sangre de algún animal. Empezaron a tirar fotos, y a reírse a carcajadas.

Hasta que vi a Jimmy en el suelo siendo golpeado por alguien. Cuando me limpio los ojos, y alzo la cabeza veo que es Nathan defendiéndome. Había corrido desde su carro hasta la humillante escena.

Luego de golpear sin pena a Jimmy, lo deja allí y me abraza, sin miedo a ensuciarse también. Salimos de allí.

Nathan empezó a conducir y a maldecir a Jimmy, mientras yo lloraba sin parar. Nathan paró en seco en algún sitio alejado de la escuela.

Me comenzó a mirar a los ojos y sacó una toalla de algún sitio y me limpió la cara. Allí me abrazó y nos quedamos así durante los próximos tres minutos, hasta que rompe el silencio.

—Ese idiota pagará todo lo que ha hecho, y desde la paliza que le di, espero que no te moleste más. Entiendo lo difícil que se te ha hecho todo esto y sola, pero ya no será así. Aquí me tienes pequeña.—Coge mi mano mientras que con la otra mano me acaricia mi cara.—Estarás bien. Estaremos bien.

La que nació por pena #CarrotAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora