Capitulo 12

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Allí estaba, desde hace varios minutos había dejado de succionar del cuello de la joven, bajando sus mangas y mordiendo su hombro. Esta sangre era demasiado dulce, cálida, toda una adicción. Sin embargo, cuando Reiji alejo sus labios del hombro de la joven, algo en él despertó del trance al que fue sometido, subió su mirada y vio por el reflejo de la ventada, el gran reloj de pared. Se alejó de la joven, evitando soltar una mala palabra, aunque los desease en el fondo decir un montón de insultos; en cambio la joven se encontraba con los ojos cerrados, tratando de recobrar su aliento, sus sentidos, sus pensamientos.

-Levántate – ordeno Reiji, acomodo sus lentes, mirando al reloj, sin querer ver a la vampira, teniendo la sensación de que si la miraba, volvería a perder la razón. Nanami obedeció sin refutar y cuando ella recobro sus sentidos, solo escucho la voz de su padre regañándola y diciendo lo decepcionando que estaba, "una dama, jamás haría eso", llevo una mano a su mejilla, mirando el suelo preocupada, miro a Reiji, dispuesta aclarar lo que acaba de pasar, pero el ojos magenta hablo primero – Por favor, retírese – la miro, sintiendo como su cuerpo palpitaba al solo verla, las marcas de sus colmillos, su trasero aún estaba rojo por los golpes- Se ha hecho tarde y debo preparar la cena-.

- Pero – Nanami se miró a sí misma, mira su falda, la cual estaba en el suelo-...- se inclinó tomando con delicadeza la tela.

-¿Qué cree que hace? – Se acercó Reiji-

- me pidió que me fuese – Nanami se enderezo con la falda en sus manos, miro a Reiji unos segundos para luego mirar su falda y tratar de acomodarla; la joven cambio su serena expresión a una de angustia, al ver que el vestido celeste era inservible ahora.

- No esperase de usted, una actitud tan insuficiente - este la miro sobre sus antejos, la joven se quedó estática ante sus palabras.

¿Acaso? Era por haber actuado tan liberal y sin ética, entregarse de esa forma a un hombre, dejarle que la viese de aquella forma, tomar su sangre >> Oh Dios << pensó Nanami, al recordar que dejo a Reiji tomar de su sangre, esta llevo sus dedos a donde estaba la marca, sintiendo una punzada de dolor placentero al tocarla – Lamento haberle molestado Reiji-san – hablo bajo y con educación, sintiéndose de miles de formas, humillada, impúdica, obscena, avergonzada, y aún más, al pensar que debería pasar las puertas, con su falda destruida – Me retirare enseguida – dio una pequeña reverencia, dispuesta a irse.

Los ojos magentas la analizaron hasta el último segundo - ¿De verdad planea salir de esa forma? – se volvió acercar a ella, esta se giró; ambos estaban a centímetros del otro, ambos sintieron el desespero de volverse a tocar con solo verse a los ojos.

Nanami rio un poco resignada ante el castigo de ser una fácil - ¿y cómo podría salir de la habitación?-.

Los dos se estaban mirando a los ojos, la tensión sexual aun permanecía en el aire, pero ambos habían despertado del embrujo, volviendo a contener esos impulsos impuros (que igual, los dejaran Salir más adelante)

Este se acomodó los lentes – No puedo creer que sea tan obtusa – la miro con severidad - ¿No sería más fácil, teletransportarse? – pregunto con ironía.

La joven tardo un rato en responder, entre los dos, para ella era más difícil contenerse ante él, con solo ver sus ojos magentas, sentía como no le importaba nada y solo quería ser para él. Suspiro y negó con una sonrisa preocupada – Ciertamente sería más fácil – afirmo – Pero, no puedo hacerlo – aclaro – Tengo prohibido usar mis poderes de vampiro – explico breve.

Reiji suspiro con resignación, llevo una de sus manos a la espalda baja de la joven, apegándola a él, su otra mano cubrió sus ojos, solo fueron cuestión de dos segundos en los que ambos estaban en la habitación que se le había otorgado a Nanami.

Cuando la mano del joven se alejó de los ojos grises poco a poco, la fémina se vio sorprendida al verse en su habitación. Miro al vampiro sonrojada, sonrió gentilmente – Gracias – con un tono tímido, agradeció.

-No me agradezca – la joven le miro atenta – Seria antiético que uno de mis hermanos la viese salir así de mi cuarto de investigación – un tono frívolo y cortante, digno de un monstruo. La joven le miro unos segundos más, aunque su corazón se acabase de estrujar, su expresión serena y atenta siguió, miro unos segundos más, para luego asentir y girar su cabeza para ya no seguir viendo a los ojos de aquel vampiro. Reiji sonrió, reconocía esa actitud de un orgullo herido, ciertamente, todas las expresiones que mostro Nanami en su habitación de investigación, solo hicieron más poderoso el embrujo, deseando más expresiones, más lágrimas, deseando más de ella; se acercó a ella nuevamente, tomando su mentón delicadamente, haciendo que la joven lo mirase – Sea puntual en la cena – advirtió en un tono grave – No querrá un castigo peor – y sin más, desapareció.

Nanami termino por teñir su rostro de un rojo pálido ante las palabras de su (aparentemente) amante, ansias, gozo, emoción, fueron lo que invadieron su cuerpo, al saber, que aquel encuentro, no sería el último, no sería la última vez que este la tocase, ni que sentiría su calor, pero, si lo hará.

No puedo evitar sentir asombro a como se están desenlazados los acontecimientos en esta mansión, el vampiro después de todo era un monstruo sádico, un ser oscuro que comenzaba apresar en sus garras la luz de la dulce criatura impura. Realmente la penumbra que sumerge los ojos magentas deja sin pensar al brillo de los ojos grises, ya que ahora que recobro sus sentidos de nuevo, se vuelve a ver contrariada ante su ética y crianza, pero, la tentación al pecado era mucho más grande que la voz de su padre, pero aunque ella le diese un fin, sería inútil, ya la marca de los colmillos de Reiji estaba en su piel, le pertenecía a él.

La joven al ver su cama, se sorprendió debido a un hermoso vestido rojo, que estaba extendido en la cama, largo, ceñido desde los pechos hasta las caderas, luego cae la tela elegantemente, un vestido sensual e insinuador, pero aún mantenía la elegancia ; tomo la pequeña nota sobre este.

-Un obsequio, que espero luzca esta noche. – Hizo la debida pausa al punto y aparte- Tengo que hacerle una petición y espero luzca hermosa cuando la cumpla – los labios recitaron lo que había en la nota, con un tono bajo, un susurro – Karl Heinz – finalizo la nota, con el nombre del vampiro que le había enviado el presente.

Interesante, ya se me hacía peculiar que Karl no hubiera hecho una de sus jugadas, pero Nanami no fue la única que recibió una nota del ya mencionando vampiro, si no mal recuerdo, Katsura también recibió una carta, a diferencia que esta se la entrego Shu y no se la dejaron elegantemente en su cama. Aunque... parece que también hay un vestido para Katsura; fue lo primero que captaron sus ojos purpuras al entrar a la habitación, un vestido, largo también, plateado, con mangas que dejaban al descubierto sus hombros, igual de ajustado en las zonas requeridas. La joven suspiro mientras se sentaba en la cama, miro la carta en sus manos, la cual abrió, encontrándose con la refinada y legible letra de Karl.

"Señorita Katsura, amablemente le pido que utilice el vestido que le he dejado en su habitación, su padre me ha contado sobre el talento musical, tanto el suyo como el de su hermana Nanami. Espero no sea un inconveniente, pedir, que hoy deleiten a mis hijos y a mí con vuestra música." – Katsura leía atentamente la carta – "y espero que luzca este vestido, cuando toque para nosotros. También he dejado uno para la señorita Nanami" – punto y aparte – "Debe saber ya para qué es la llave, de todas formas, le explicare más tarde. Karl Heinz.

Una carta no muy larga, que dejo a nuestra vampira de ojos purpuras, con la resignación de hacer algo, que desde hace mucho... dejo de amar.

Sírvele a Ore-sama, recuerda que solo eres mía - Ayato

Nigth's Oath / Emisión\|Diabolik Lovers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora