Epílogo.

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— Goku, tienes visita.

La comida sabía terrible. Las personas de su alrededor parecían estar acostumbrados, pero él no. Llevaba tres meses ahí y seguía siendo lo mismo.

— Ve. — le dijo Piccolo.

Suspiró y miró a la enfermera. El resto de personas en su mesa lo observaban. No eran amigos suyos, pero tenía conocimiento de que nadie los visitaba a diferencia suya.

— Quién es.

— Un tal Lapis.

— Ah.

— Está en tu habitación.

Se levantó. Le hizo una seña a Piccolo para que nadie tocase su comida — aunque estuviera horrible, porque no comería otra cosa en todo el día — y fue hacia donde le habían indicado.

Al llegar, encontró a su amigo dejando una canasta de cartas y algunos dulces sobre la mesa.

— Hola. — saludó Lapis. Goku cerró la puerta y se sentó en la camilla.

— ¿Eso es mío?

— Sí, es del trabajo. Las cartas son de ellos. Incluso Jiren te hizo una diciendo que te mejores.

— Las galletas las hizo Milk, ¿verdad?

— Ajá. Aún le gustas.

— Me agrada, pero no me importa. Tal vez hubiera sido diferente antes.

Guardaron silencio. Era cierto, pero no les gustaba el por qué.

— Al final todos terminaron por enterarse de por qué terminaste aquí.

— Creí que ya estaba claro.

— No me refiero a tu enfermedad.

— ¿Entonces?

— Se dieron cuenta de que hace tres meses Vegeta se suicidó, y que coincidentemente tú ingresaste al psiquiátrico hace tres meses también.

— Me da igual. Lo más probable es que salga de aquí en un año, así que se olvidarán.

— Goku, realmente no lo harán. Odio tener que decírtelo, pero tu cambio ha sido realmente drástico.

— Pues lo aceptan y siguen con su vida con normalidad.

— A eso me refiero. No te interesa nada.

— Las cosas no captan mi atención. ¿Para qué preocuparme de algo que me da completamente igual?

A Lapis le dolía escucharlo hablar de esa forma.

Goku perdió el interés en todo. Amigos, pasatiempos, comida, y demás. Lo único que hacía era leer, pensar y recibir medicina.

Se había vuelto extremadamente realista. Todo lo que decía llegaba a herir, aunque no fuera con ese propósito. Su sonrisa ya no existía y se irritaba con algo de facilidad. No le estaba reprochando nada a Lapis porque de verdad era su amigo, pero con el resto de personas era distinto. Es más, el resto de pacientes, médicos y enfermeras tenían mucho cuidado en cómo lo llamaban, porque llamarlo "Kakarotto" era terrible.

— Suenas como Vegeta.

Apartó la mirada y estrujó la sábana en sus manos. Su rostro no parecía indicar que tendría alguna crisis o algo por el estilo.

lo siento, bulma. | dragon ball z | vegebulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora