Capítulo 1

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-Selena-, llama el señor Gilberto al otro lado de la puerta.

Mierda 

Lentamente me levanto de la silla del comedor, y me dirijo hacia la puerta para abrirla.

El señor Gilberto; un señor barrigón de cabello corto pero abundante, barbón, cachetón y de ojos chicos color café oscuro; me espera con una sonrisa en el rostro.

Desde el principio me dio miedo su actitud hacia mí, pero empeoró y hasta sentí aversión por él cuando me atrasé con el primer pago mensual, ya que insinuó que podía pagarle de otra forma.

Me negué rotundamente y le pedí que me esperara con el dinero. Algo enojado, aceptó y me dejó en paz.

Desafortunadamente, ya estoy atrasada con dos meses de renta, y puedo apostar a que vino por eso.

-Hola Selena-, me saluda acarameladamente.

-Buenos días, señor Gilberto-, respondo lo más amablemente posible.

-¿Estás sola?-, pregunta mientras se asoma a mi departamento intentando ver algo más allá de mí.

-No. Hay un amigo en casa, pero está en el baño-, miento. 

Ni loca le diré que estoy sola.

-Qué raro, no lo vi pasar-, manifiesta fingiendo sorpresa. 

¿Acaso me espía?

-Sí, que raro...-

-Selena, vengo porque me debes dos meses de renta-

-Lo sé, pero de momento no puedo pagarle. Mis padres no han podido enviarme dinero por todos los gastos que tienen, y no trabajo como para tener un ingreso-, digo en tono suplicante.

-Entiendo cómo está la situación, pero yo también necesito el dinero. A no ser que...-, hace una pausa quedándose pensativo. 

Ya sé qué está planeando.

-Le pagaré con dinero, pero espere un poco más. Prometo que no llegaré al tercer mes de deuda-, contesto haciendo énfasis en "dinero".

-Selena, lo mismo me dijiste el mes pasado y llegaste a esto. No creo que haya otra opción más que...vernos en mi casa y solucionar este problema-, manifiesta tranquilamente.

-Lo lamento, pero no lo haré. En cuanto pueda, le pagaré. Sólo deme una semana, por favor-, le pido amable pero firmemente.

-Te correré de aquí si no me pagas la renta-, me amenaza.

-Y yo lo demandaré por acoso-, replico en el mismo tono que él.

-¿Vas a demandarme? ¿Y con qué pruebas? No hay nada en contra mía. En tu caso, tengo pruebas de que esta es mi propiedad y no me has pagado la renta. Te puedo correr en cuanto yo quiera-, me responde satisfecho consigo mismo.

-Cuatro días,  por favor-

-Uno-, dice él

-Tres-, le debato.

-Dos y nada más-, determina furioso.

-Bien-, le respondo de mal modo. 

Sonríe maliciosamente y se retira. Maldito pervertido.

Cierro la puerta y me dejo caer en uno de los sillones de mi departamento.

¿Cómo demonios conseguiré un empleo en dos días?

Tomo una bolsa para meter mi celular y las llaves del departamento. Finalmente agarro un suéter y salgo de mi hogar.

-Con un amigo, ¿eh?-, expone de repente el señor Gilberto, haciendo que brinque del susto. Lo miro mal y sigo caminando por el pasillo que me lleva hacia el elevador.

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