El último combate

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La brisa matutina movía las cortinas y los rayos de sol se filtraban a través de la ventana abierta. La primavera había llegado por fin y con ella otro año perdido en sus recuerdos, en un pasado que se negaba a dejar atrás. Si hace dos años le hubiesen dicho que acabaría contando primaveras como aquella canción de Melendi, que compraría flores cada mes en la misma floristería al que visitó con él, que volvería a casa cada día sintiéndose que faltaba algo en su vida, que necesitaría tomarse un tiempo sin entrar en los quirófanos porque la simple visión de las camillas le provocaba un ataque de pánico, que tendría que seguir solo a pesar de haber encontrado a la persona correcta, que llorar se volvería el pan de cada día... Volvería a pasar por lo mismo, una y otra vez, sin arrepentirse, sin perder ni un instante. No importaba cuanto le doliese ahora, no importaba cuanto había perdido, lo volvería a conocer, volvería a vivir con él, volvería a estar a su lado. Volvió a mirar hacia la ventana, sintiendo como los rayos de sol acariciaba su rostro y trató de sonreír, por él, por la promesa que se hicieron, por los días que tuvieron juntos.

    — Chan ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe?

    Mingyu lo miraba apoyado en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos de su bata llena de colores y la preocupación marcando cada una de sus facciones. El jefe de pediatría acudía a él cada primavera con la misma pregunta y la respuesta siempre era la misma.   

    — Estaré bien, necesito hacer esto solo. Nos vemos esta noche, dónde siempre.

     Estuvo allí cuando entró como interino dos años después de que el pasara por lo mismo, celebraron juntos cada avance hacia su meta y fueron uña y carne en los peores momentos. Cubrieron el turno del otro cuando fue necesario y fueron el hombro en el que llorar cuando un paciente no lo lograba. Cada promoción, cada examen, cada fiesta, cada operación... Siempre habían estado juntos, creando unos lazos tan profundos como los que nunca tuvo con su verdadero hermano. Fue él quien lo sacó de ese quirófano que fue su perdición, fue él quien lo levantó cada mañana durante dos meses, fue él quien lo mantuvo a salvo de si mismo cuando el dolor fue demasiado para continuar, fue él quien lo llevó a terapia, fue él quien lo esperó tras la puerta cerrada de su terapeuta hasta que consiguió el permiso, fue él quien le esperaba tras las puertas de quirófano cuando volvió a operar por si se derrumbaba y era él quien lo acompañaba cada aniversario de aquel día en el que todo su mundo se detuvo.

    — Si me necesitas, llámame. Sabes que iré, cueste lo que cueste.

    — Está bien, tranquilo. Gracias por estar ahí, aunque eso suponga una noche menos con Jeonghan.

    — Él me tiene durante todas las noches del año, ya sea en casa o en la sala de descanso, tú me necesitas hoy más que él.

    Le dio un beso en su mejilla con cariño y se abrazaron durante lo que pareció una eternidad antes de que cada uno se marchase por caminos separados sin decir ni una palabra más. Chan se despidió de enfermeras y médicos que se encontraba por el camino, tratando de escapar de cualquier mirada de preocupación que pudiesen dirigirle. Lo último que necesitaba era encontrarse con su compasión una primavera más, un año más. Antes de que pudiese darse cuenta estaba delante de la habitación que lo empezó todo, su primera operación en solitario, su primer paciente. Dicen que el primero no se olvida, pero no lo creyó hasta que lo vivió. Se sintió tan bien sosteniendo el bisturí, dirigiendo la operación sin ser un observador o un mísero ayudante. Fue un éxito, pero no solo lo recordaba por lo bien que fue, sino por qué significó para él aquel paciente anónimo. « Gracias por salvarme la vida, pero sobre todo, gracias por estar a mi lado. Tuve que tener una muy buena vida anterior si en esta me han permitido estar con un hombre increíble ». Cuidó de él desde el primer día hasta el final, le trajo flores, vieron películas juntos en su tiempo libre y estuvo a su lado mientras iba a rehabilitación. « ¿Sabes qué?, el hospital no sería tan malo si todos los pacientes tuviesen un médico como . Eres el mejor, estoy muy orgulloso de ti ».  No recordaba en que momento su preocupación por el paciente se convirtió en algo más, en que momento comenzó a pensar en el fuera del trabajo o en que instante acabó pensando en como sería una vida a su lado.

El último combate - ChansoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora