Capítulo 17.

28 4 0
                                    


Narrador en tercera persona:

La madre de los niños llegó por fin a la casa de los Zuckerman, la puerta con el candado estaba abierta, y el jardín bien cuidado, igual que la casa de los dos pisos, de color crema amarilla, donde vivían antes los Zuckerman. Se adentró al interior del jardín, sin darse cuenta que a unos metros atrás de ella, el señor de la tienda de curiosidades la estaría vigilando.

Unas réplicas de terremoto empezaron a sacudir el lugar, sintiéndose solamente a los alrededores de la casa, provocando que un cuartel general se empezara a levantar solamente desde la parte de abajo de la casa, rompiendo las casas vecinas y la mayoría del concreto que se utilizó para la fabricación de la calle.

Fuertes risas demoniacas se dejaron oír alrededor de las inmediaciones, la madre entró rápidamente a la casa, tambaleándose de un lugar a otro para no caerse por las réplicas, mientras que John escalaba pedazos de concreto que se estaban rompiendo y levantando junto con el cuartel donde estaba Noah y los demás chicos.

Ventanales de dos metros de altura se abrieron cuando el cuartel llegó a su límite, dando paso a la luz lunar, igual que una ventana de la casa se abrió, y una compuerta del interior también, la compuerta estando justo atrás de la mesa del comedor, dejando así por muy atrás a las luces que tenía el cuarto donde estaba el gato.

- ¡Ya casi es media noche! – miró el gato por la ventana.

La luz lunar le estaba provocando algo en la composición corporal del cuadrúpedo. Una luz destellante inundó la habitación, cegando a Aerin y a Noah.

Cuando la luz cesó, una máscara azul cayó al suelo, salpicando un poco de líquido negro al suelo, una persona detrás de la careta estaba de cuclillas, y la recogió, poniendo de nuevo la máscara en su rostro.

Sus manos eran de un color negro muy intenso, su ropa del mismo color, pero mucho más oscuro, como el mismo universo, un pantalón, una sudadera y unos tenis. Aquel ser se colocó el gorro de la sudadera y volvió a agacharse para levantar un cuchillo que estaba enterrado en el suelo, se veía muy afilado.

- ¡Deja en paz a mis hijos! – le gritó la madre, quien se encontraba bajando las escaleras y mirando a Jack.

El adolescente volteó lentamente sin moverse de su lugar. Mientras miraba a Lauren, jugaba con su cuchillo aventándolo solo un poco hacia arriba, causando que girara en trescientos sesenta grados en el aire, y Jack lo agarraba de su mango cuando caía, para volverlo a lanzar, mientras también movía su cabeza de lado a lado lentamente en señal de un "No lo creo".

- ¡Ahora si terminaré contigo, como no pude hacerlo hace veinticinco años... Ay!

No terminó de decir la frase Lauren, pues había recibido un fuerte golpe en la nuca, dejándola inconsciente, dando paso a John.

-Aquí estoy hermano, para lo que se te ofrezca- el hombre hizo una reverencia.

Jack vuelve a voltear hacia la ventana, levantándole el dedo pulgar a John, quien arrastra a Lauren hacia el centro del cuartel, justo debajo de los cuerpos que flotaban de Keith, Taehyung y Noah.

- ¡Deja en paz a mi familia maldito monstruo!

Ambos voltearon, y John contestó.

- ¡Después de todo este tiempo que lo has estado humillando y maltratado! ¿Ahora resulta que lo quieres? ¡Ja, pues despídete de una vez también de tu madre!

Aerin gateaba lentamente hacia el centro, pero el dolor que sentía era mucho mayor, por lo que terminó desplomada en el suelo.

El medallón de Louis se elevó frente a la cara de Jack, quien se levantó la careta hacia su frente, dejando al descubierto sus dientes afilados. El medallón comenzó a abrirse lentamente, pero se detuvo, cerrándose de nuevo.

Una tabla de madera tapó la compuerta de arriba del cuartel. La carpa negra que usaban en la iglesia para las fuertes lluvias se utilizó para tapar otra ventana que le daba a Jack de lleno, dejándolo inmóvil de poder.

Era el sacerdote Yoon quien, con ayuda de sus monaguillos, le ayudaban a cubrir cada ventanal para que no entrara la luz lunar.

- ¡Yo me encargo hermano! Lo estaba esperando...

Jack solamente asintió.

En la parte de arriba de la casa se encontraba Yoon...

- ¡Debo cubrir la luz de la luna! ¡Debo cubrirla! – decía el sacerdote.

John salió por un lugar secreto que lo condujo fuera de la casa de Jack, caminó hacia la mitad de la calle y miró a los niños y al sacerdote Yoon.

Fácilmente los niños cayeron en su trampa del hombre con traje, quien puso un puesto de dulces. Los monaguillos se acercaron al lugar, para luego la mesa se haya convertido en una jaula grande de metal, y ser encerrados en ella. Ellos gritaban como locos, desesperados.

John solamente agarró una pequeña botella de aceite para candiles, y le puso una vela encendida a la badana de plástico de la resortera que, anteriormente, le quitó a Noah. Y lanzó los proyectiles en dirección hacia el sacerdote.

Mientras en la ventana de la casa de frente a la de Jack, se veía como se estaba incendiando algo.

- ¡Centro! ¡Me gané la lotería! – empezó a reír John Smith, mientras regresaba al lugar, alzándose como triunfador.

Pero el sacerdote sobrevivió, aunque en el jardín de la casa de Jack, las cosas no estaban tan bien, gracias al aceite, las flamas estaban como el agua en un río, afortunadamente se pudo adentrar a la casa.

La Leyenda de Eyeless JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora