Introducción.

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-Oye rayito- Llamó su atención desde la orilla del río donde llenaba sus reservas de agua para el día siguiente a su rubio acompañante que encendía la fogata con un ademán de la mano- ¿Recuerdas como nos conocimos?-

-Explícame ¿cómo sería posible olvidarme del día que dejé mi hogar, me perdí en el bosque, conocí a un guía espiritual con forma de venado plateado, me diste el susto de mi vida, me invitaste a pasar la noche con unos gitanos que conociste a un lado del camino y comenzamos a viajar juntos?-  Apesar de encontrarse algo hastiado por el largo día en su voz se notaba el tinte de broma en el que siempre se hablaban, se levantó cuando la llama tomó un tamaño considerable y comenzó a montar la tienda que compartían todas las noches- Fue un lindo día a fin de cuentas-

-Fue el primer día que vi tu sonrisa- No volteó porque ya sabía muy bien que el rostro del rubio estaría tan rojo como su propio cabello, sonriendo al oír el respingo que dio al oírle- Además fue el día en que por fin dejé el horrible lugar en el que vivía y conocí un ángel que me acompañe en el viaje-

-Ya para cabeza de piedra, me avergüenzas- Hubiera discutido más de no ser porque sus manos se habían enredado completamente con las cuerdas de la tienda, sin forma de salir sin ayuda- Rayos-

-Déjame ayudarte, si nunca has podido en todo este año sin mi ayuda no creo que puedas de la noche a la mañana, te enseñaré luego- Sonriendo como siempre se acercó, se posicionó detrás de él rodeándolo con sus brazos y liberó sus manos de entre las cuerdas, sosteniéndolas apenas estuvieron libres para inspeccionarlas- No parece haber heridas de ningún tipo, tu piel se ha hecho más resistente con el tiempo, al inicio si te pasaba esto tus manos terminaban con ligeras quemaduras-

-Este año he estado apunto de morir demasiadas veces y las heridas no han faltado pero nada que un hechizo no pueda curar, al menos físicamente- Mantuvo sus manos unidas al notar la baja temperatura de las contrarias- Estás muy frío otra vez y no me vengas con la excusa de que eres una roca porque ya no te creo esa-

-Oh vamos rayito esto no es nada, no he pasado una sola noche de frío desde que estás conmigo- Abrazo al mayor acercando su cabeza a su pecho para oír sus latidos, arrullándolo apenas fueron captados por sus oídos.

-No dejaré que pases frío de ninguna manera, no quiero que enfermes...- Enredó sus dedos en las hebras rojizas mientras cerraba sus ojos y su expresión se volvía dulce- Me importas lo suficiente para preocuparme así- Abrió sus ojos para encontrar a los rubíes mirándolo con cariño, acompañados de una sonrisa que le alegró el corazón- Anda, apresúrate en terminar y vamos a comer, muero de hambre-

-Lo que ordene mi princesa-

Suspiró mientras sus mejillas se tintaban de rosa otra vez- Golems, siempre quieren ser unos galanes- Siguió en su tarea con una sonrisa en su rostro que nada podría borrar.

En un año una relación obviamente crecerá, sea para bien o para mal, y la de ellos no podría haber ido mejor. Habían trabajado duro pero por fin consiguieron una estabilidad suficiente para ir de pueblo en pueblo vendiendo los animales que cazaban, obviamente Denki escogía a aquellos que ya no deseaban luchar más por la vida, se quedaban unos días para que el rubio investigara sobre magia y magos a los cuales buscar para aprender bien y finalmente se iban para repetir el proceso en cuanto pueblo se les topara de camino al destino desconocido que ambos buscaban. Entre ellos se consideraban íntimos amigos pero cualquiera que los veía decía que eran algo más, con la forma en la que actuaban era muy fácil confundirlo y ellos no lo negaban mucho tampoco.

Relatos de dos viajeros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora