Capítulo 1: No existen los príncipes azules.
Skyler.
Risas. Cada que miraba a alguien lo único que veía eran risas. Unas disimuladas y otras, por el contrario, demasiado evidentes llegado incluso a señalarme.
¿Qué? Tengo un tercer ojo, un moco fuera, la cara pintada. Paso junto a la zorra de mi ex mejor amiga, Debra Wilder que recién sale del baño al cual me dirijo con calidad de urgencia; la desgarbada me sonríe con dulzura secando sus manos y cuando me ve entrar da media vuelta detrás mío.
— Entonces, ahora eres el cuatro—. Recarga una de sus cadera en el lavamanos cruzándose de brazos—.Tú que pensabas que no podías ser catalogada.
Como la odiba, con toda mi alma. Si estuviera perdiendo de un hilo rogándome con lágrimas inundando sus ojos que la salve pues simplemente le diría que me diera unos segundos, iría por unas tijeras y cortaría ese hilo con todo el gusto del mundo. El de ella y el de tu estúpido novio Sean Jones. Yo en particular no los llamaría así porque según ellos mantenían una relación abierta, tu te coges este y yo aquel pero recuerda, con discreción para que media universidad no se entere de que tengo el putímetro en mil.
Lo que más me cabrea es el hecho de que los maestros la ven como una santa; sentada junto a Dios, fruto del vientre de María, compañera de bondad y amor, quien no rompe un plato y termina por romper la vajilla entera. Esa es nuestra queridísima Debra. Me acerco al espejo viendo con horror las inscripciones en mi frente con labial Cluff, 4. Tomo servilletas del dispensador para mojarlas con un poco de agua e intentar borrar mi vergüenza a como dé lugar.
De todas las personas de la universidad que podrían estar presenciando este momento tenía que ser exactamente ella quien se encontrara ocupando el baño. Froto con frenesí la servilleta terminado por regar el labial por toda mi frente hasta quedar una mancha enorme, ¡genial! ¡bravo, Sky! La fregaste de nuevo, excelente.
— ¿ No tienes algunas fotos estúpidas que tomar? ¿Alguna en la que enfoques a los jugadores y no especialmente su cara? Fotógrafa, como no—. Ya me cabreó la insolencia de ella.
— Lo sé, Skype—. Dice con burla porque sabe que odio que me llame de ese modo. Saca de su bolso un labial exactamente del mismo color que la desgracia que mancha parte de mi cara comenzando a retocarse—. Me envidias como cosa loca porque te robé a tu dulce Sean quien por cierto, es muy bueno en la cama. Resígnate, te lo quité.
Pues gracias Espejito porque para ser sincera pensaba que era algo mejor. Un día se me perdió en una de las típicas parrandas que asistía como miembro del equipo de fútbol americano así que distraída lo busqué por todas partes dejando como última opción las habitaciones del segundo piso, resignada, decidí subir ¿y qué descubrí detrás de la tercera puerta? Mi supuesta mejor amiga con la lengua en la garganta de mi novio mientras él le daba sexo oral con los dedos ella gritaba como prostituta. Lo hubiese aceptado de cualquiera, incluso de Marley, quien Debra y su grupito de arpías de encargaban de fastidiar. Lo conmocionante no fue eso sino lo que vino después y no hablo de los cuchicheos en los pasillos.
— Cómetelo si te apetece—. Arranco de sus manos el labial—. Fuiste tú, eres una....
— Grandiosa persona que ama la naturaleza según la maestra de biología, que se preocupa por sus compañeros según el psicologo y que es una excelente estudiante con múltiples privilegios por mi índice académico según Guirbertson.
La intocable ha abierto la boca. Dios que me perdone pero en definitiva cortaría ese hilo con lentitud ahora que lo pienso para que sufra ante su inminete fin.

ESTÁS LEYENDO
CLUFF
RomanceSkyler Dallen no es el estereotipo de la chica delgada y sexy que camina por los pasillos del instituto, sin embargo, forma parte del grupo de los populares. Pero esto no quiere decir que sea la tímida, la mala o la falsa. Ella pensaba que no podía...