Susie Wilcox
CAPITULO 1
Susie Wilcox
Narrador
__Espera, espera__ grita Susie sin aliento mientras corre tras su entrenador Michael.
__No lo hare, esta semana deberás llegar a los 10K.__Contesto el robusto moreno de un metro noventa. Cuerpo rebosante de energía, testosterona y los más caros suplementos deportivos.
__Pues no puedo más, hasta aquí llego yo__ grito la fémina tirándose sobre la húmeda sabana que cubre los alrededores del Coldwater Canyon Park.
El fuerte semental no tuvo otra opción que detenerse y volver. La adinerada señorita no pretendía dar un paso más. Susie es del tipo de niñas ricas mimadas, presuntuosa, ella cree que el mundo gira en torno a si y sus tontas necesidades. La compasión o amor por el prójimo es algo que no aparece en su lista de virtudes. A decir verdad la chica de alta sociedad no tiene ninguna virtud.
Su vida es igual a la de las demás niñas de 20 años que residen en Beverly Hills. Fiestas, derroche de dinero familiar, viajes en aviones privados, orgias s en yates de todo tamaño. En fin una vida común y corriente.
Susie asiste al Beverly Hills Desing Institude. Ella quiere ser la más famosa diseñadora de moda. Con la ayuda del multimillonario Wilcox será algo fácil de lograr. Dentro del Instituto es respetada, no precisamente por sus dotes sobre las telas. Su apellido amedrentar y aplasta a todo aquel que ose desafiarla.
La vida de la niña Wilcox cambio el día en que su soberbia la hizo gritar y empujar a un pobre niño de la calle. La chiquilla se encontraba comiendo como de costumbre en uno de los tantos lujosos restaurantes de la ciudad. Al salir un pequeño niño negro, escuálido y hambriento de no más de ocho años corrió hacia ella. Extendió su pequeña mano. Esperanzado en recibir un par de reales. La chica proyectaba dulzura y compasión ante los ojos ingenuos del pequeño miserable.
La maldad se hizo presente, empujo al pequeño. Quien solo necesitaba un para centavos para ayudar a su insensata y alcohólica madre. El piso lo recibió sin piedad. Golpeando su pobre cabecilla. Lagrimas corrieron por su rostro y una línea fina de sangre descendía por su cuello, mientras se ponía en pie y corría lejos de tan mala mujer. Los ojos de los presentes pestañeaban espantados. Como era posible que un metro sesenta y cinco podría albergar tanto desprecio por quienes no eran como ella. La vida le sonrió a un ser cruel. Ella era una chica de 20 años, que apenas comenzaba a vivir y aunque suene triste, alguien supo que era la indicada para añadir otro escalón más. La segunda cuota.
El día festivo de Susie llego como todos los años. Lleno de gloria y aspavientos. El sitio elegido para la celebración era el Queen Susie, su yate personal. Los hijos e hijas de los más acaudalados magnates se hicieron presentes. Cada uno con regalos ínfimos y algo tontos. Pero que podría regalar un millonario a otro. El champan, caviar, los más raros y caros platillos se hicieron, presentes. El pez globo sazonado en finas hiervas, delicioso platillo al que nadie se atrevió siquiera a oler. Y que me dicen del centollo. No pasaron 5 minutos desde que el chef lo hubo puesto en la mesa, cuando fue devorado por los comensales.
La noche pintaba dorada. Tragos, música y chistes banales no faltaron. A medida el licor y las drogas alcanzaban su punto máximo en la sangre de los presentes. Los comportamientos desvergonzados que harían reconsiderar dejar el celibato a la más ferviente monja fueron la dinamita al evento.
Mientras los comensales, bebían y comían al mejor estilo de las fiestas griegas. Alguien observaba detenidamente los movimientos descoordinados de la heredera Wilcox. Richard King trabaja esa noche como mesero de la embarcación. No necesitaba el dinero, pero debía estar allí. Nadie sabe cómo logro ser parte del grupo de waiters.
King veía con desagrado el comportamiento soes de los presentes. Como era posible que existieran hijos de Dios que cada una de sus acciones fuera ofensiva. Como podían ver al cielo sin temor. Eso lo motivaba a limpiar. Él debía pagar sus propios pecados. Un alma por pecado.
Espero pacientemente, hasta que vio cómo su cuota era llevada a rastras a uno de los dormitorios. En silencio observo a través de la puerta entre abierta. El acto de necrofilia dio inicio. Ambos ayudantes se hicieron de la intoxicada. No hubo orificio que no fuera desflorado por este par de apellidos rimbombantes. Ella no sintió dolor ni molestia. El alcohol hizo su trabajo, la desconecto del mundo real y la llevo a uno en donde el dolor se esconde debajo del placer. Usufructuaron el cuerpo escultural hasta el cansancio. Alejándose al cabo de una hora o menos. Solo dejaron un cuerpo mancillado y un culo bañado en sangre. Cuanta aberración debió mirar. Varios padres nuestros y cientos de avemarías fueron recitados durante la espera. Entro y pudo ver la dantesca escena. El olor a vómito, excremento sacado a presión de aquel hueco virginal. Las carísimas joyas regadas por doquier y una casi muerta muchacha que esperaba impasible cumplir su misión.
King saco de su bolso un bisturí, un pañuelo blanco y una soga. Amarro el cuerpo flácido de Susie. La ato de manos y pies a cada uno de los pilares de la cama. Tendiéndola de espaldas empezó su labor. Con delicadeza y atención a la caligrafía utilizó el bisturí como bolígrafo. Escribió ¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,Cor.1:6-9.
Los quejidos de dolor no se hicieron esperar, nadie podía escucharla, nadie vendría en su ayuda. A cada trazo sus lágrimas inundaban sus ojos. Que habría hecho ella para merecer esa sentencia. Su pecado e inmoralidad la condeno. Cuanto dolor debía soportar. El licor la había abandonado. Dejando su cuerpo expuesto al sufrimiento. Deseaba por primera vez morir. Necesitaba que el ángel de la muerte la visitara. Pero el esperaba con sigilo desde las penumbras hasta que la obra fuera terminada. La hermosa vida que llevaba se esfumaba tras cada letra. El escriba debía secar, la sangre de la moribunda mujer. Su dinero no la ayudo. Sus amigos no la recordaban. Todos reían y gritaban. Mientras Susie Wilcox se convertía el manto de plegarias perfecto. Versos bíblicos escritos sobre la carne de una adultera. Su sangre le otorgaba un escalón más. Luego de terminado su escrito. Sabía que no era suficiente. Así no lograría limpiar sus culpas. El bisturí debía cumplir una función más. Sin mucho reparo hurgo las cuencas desorbitadas e inundadas en llanto de la infeliz. Sacando bruscamente los espejos del alma. Ellos contenían las imágenes de una vida llena de dejaciones y perversión. Fue difícil lograrlo. La desdichada se revolcaba de dolor mientras que su verdugo miraba al cielo buscando la divina aprobación a su acto de pureza. Con la misma soga con la que estuvo cautiva, fue colgada en lo más alto del mástil. Nadie se percató. Las drogas eran una nube negra que consumía y cegaba a los presentes.
Una nueva serie de avemarías y cien padrenuestros daban fin a su misión. Él estaba en paz. Hasta que necesitara volver a cumplir con la siguiente misión.
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Richard King
HorrorRichard King un hombre de fé. Asiste todos los domingos a la iglesia. Ferviente devoto y asiduo lector de Biblia. Todas las noches habla con él supremo. Promete no tardar en reunir la cuota de almas. él sera inmortal. él lograra la redención. Su señ...