Lazos

Padre

Tras recorrer a toda velocidad por los largos pasillos de la mansión hasta la cocina en su pequeño traje de pantalon corto, un pequeño Bruce de tiernos seis años, encuentra a Alfred parado sobre el piso de ceramica y junto al marmol brillante.
Sosteniendo ambos extremos de la tela y pidiendole sólo con su mirada ayuda a Alfie, quien estaba ultimando detalles con el personal. El hombre, con infinita paciencia, lo toma por debajo de las axilas y lo sienta en uno de los taburetes de la isla que ocupa la parte central de la cocina y comienza a atar la fina corbata con amor, mientras dicta los pasos al pequeño de grandes ojos gris-azulados.

Y luego de muchos años la escena se repite, solo que en un escenario distinto.

Las canas ya pintan los cabellos de Alfred pero el mismo amor es facilmente visible mientras sus cansados ojos observan a su niño, ya todo un hombre, mirando con nerviosismo un espejo frente a él y con sus manos sosteniendo el trozo de tela al rededor de su cuello como si este fuese una serpiente a punto de inyectarle su letal veneno.
Con pasos silenciosos Pennyworth releva al Wayne de su tarea inconclusa y, con suma delicadeza, crea un nudo perfecto.
Los nervios antes de la boda volvian a su pequeño igual de habil con las manos que cuando era un niño. Pennyworth solo espera que el Caballero Esmeralda no haga sufrir a su pequeño... o conocería que ninguna fuerza de voluntad era más fuerte que un padre enojado y con una escopeta a mano.