Mexico magico

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En un mundo en el que la biblia no tuvo una mala traducción del griego, condenando las uniones de más de dos personas y la homosexualidad.
En un hermoso pero pobre país que apenas estaba levantándose de una fea guerra interna por su libertad, corría el año de 1921, en el hermoso pueblo central de San Angélico.
Este peculiar lugar está rodeado por una alta sierra, un precioso bosque y por su localización tan conveniente, es fácil ir y venir tanto al puerto como a la capital.
Es un pueblo grande, conocido y es normal que exista mucho ajetreo, por lo cual es necesario que la ley ayude e imponga. Para eso San Angelico cuenta con la firme pero honesta palabra y juicio de Franco Manuel Jaramillo, el sub jefe de policía del pueblo, general militar condecorado por su lucha en los últimos momentos de la revolución. Fanático de los deportes, el mezcal y tocar la guitarra. Es el tipo de hombre honesto que cualquier persona quisiera como pareja de sus hijos, bueno, no todos, al menos al juicio del Dr. Renato Solar (profesor y director en la universidad del pueblo) el joven Franco solo era otro hombre machista y desabrido que apantallaba a la gente por tener la fuerza suficiente para agarrarse a golpes con el que se le ponga enfrente.

Una bella y cálida mañana más en San Angelico, pensó Franco al levantarse de su catre, los pocos rayos de sol que se colaban de la persiana hacían que todo tuviera un matiz rojizo calientito; su pequeño gato blanco estaba retozando bajo uno de ellos. -haste pa'lla bichi- le dice suavemente mientras lo mueve con un pie, al percatarse que el mendigo gato estaba sobre su camisa del trabajo.
Después de unos calmados minutos lavándose la cara, el cabello y vistiéndose, donde nada le molestaba más que algún piar recurrente que venía de los árboles fuera de su departamento, estuvo listo para bajar a la cocina común de su edificio y tomar un café de olla, el cual terminó de despertarle, dejándolo listo para comenzar su labor de aquel día.

Sale con calma a la pequeña caballeriza trasera y ensilla a su precioso caballo pinto. Montándolo así hacia el centro del pueblo, donde tenía que ir a registrarse y que le dieran su patrullaje o misión del día.

~~~

Justo ese mismo día, pero en el centro, María de la Gloria Solar ya estaba levantada y arreglada, su largo y ondulado cabello apretado en una hermosa y típica trenza, su blusa bordada con flores de colores relucía hacia donde ella mirara, y como acostumbraba cuando permanecía en casa, traía un par de pantalones altos, a la medida, con unas botas cómodas para andar ayudándole a su padre limpiando el que sería su futuro estudio y oficina, como consultora del departamento de artes de la universidad Fray Joselo, la única de San Angélico y la más grande de la zona.
No podía parar de imaginarse cómo sería cuando ya trabajara de tiempo completo en la universidad, lo único que le preocupaba era que la juzgaran mal por andar con sus trajes típicos en el trabajo. ¡Ah! Y el par de idiotas con los que estaba saliendo, uno por distraído, y el otro por celoso. No tiene la menor idea de cómo es qué término en aquella relación tan extraña. A uno lo conocía desde muy niños, su padre frecuentaba el rancho de la familia del más joven, por lo cual siempre habían sido amigos. incluso el chico aún estaba estudiando en la misma universidad que ella. Por algo no fue sorpresa en cuanto el muchacho se atrevió a dar el siguiente paso y pedirle salir juntos, el otro chico, tan opuesto a ella, tan Nuevo en su vida, le daba ese toque de aventura que aún le hacía falta.
Los tres se querían tanto que no importaba ser distintos como agua, y aceite, por qué tenían su pequeño jabón que los ayudaba a ser más compatibles.

Y en esos mismos instantes Gloria salió de sus pensamientos, por qué escuchó un cabalgar, después esa alegre y suave voz que aún le ponía la piel de gallina, y al tomar su maletín, salió a la ventana para encontrarse a su futuro esposo, Juan Manuel Sánchez, un muchacho más joven que ella, de redondas mejillas y algunas muestras de un futuro bigote poblado, de cuerpo rollizo, pero con un atractivo algo inexplicable, no sabía que era lo que más le llamaba de él en esos momentos, su sonrisa, su preciosa guayabera color azul y su sombrero de ranchero, o  simplemente que era el, montado en aquel hermoso caballo negro, siempre acicalado, bañado y bien alimentado. Gloria bajó algo rápido y salió como bala de su casa, para subirse al caballo del chico mientras hundía su cara en la espalda del otro, olía como a hierba recién cortada, tierra mojada y tabaco suave, estaba enamorada de su aroma.

Ambos iban lentamente en el caballo, tenían tiempo para llegar al periodo vespertino de sus clases en la universidad. Así que andaban dando más vueltas por placer, y en el camino Gloria iba sugiriendo lugares para tomar un almuerzo antes de clases. Pararon frente a un restaurante muy grande en el centro, después de atar a su caballo, ambos entraron y rápidamente ordenaron sus favoritos de ese lugar, todo iba bastante bien y tranquilo, hasta que Gloria después de escuchar otro cabalgar distinto, lo vio entrar a aquel ostentoso lugar, lo cual hacía resaltar lo desgarbado de su vestir y caminar...

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⏰ Última actualización: May 01, 2018 ⏰

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