Salía del trabajo y el gélido viento chocó en mi cara, haciendo desaparecer la somnolencia de mi cuerpo. Era un día frío y lluvioso, al igual que los demás de este interminable invierno.
Pero el melancólico ambiente que recorría el más recóndito hueco de la ciudad no conseguía afectarme. Al contrario, un gran calor emanaba de mi corazón.
Después de tanto tiempo, iba a poder ver a la persona que me hacía feliz, la que me permitía olvidar todo el estrés por el trabajo y los malos momentos solo con su voz y su risa. Esta última es tan preciosa y contagiosa, que no necesito nada más para abandonar todos los tóxicos pensamientos.
Me dispuse rápidamente calle abajo emocionado, con ganas de hacer algo por primera vez en todo el día. De camino a la parada de autobús, me detuve en una tienda de café y compré dos de estos, pues no hay nada mejor que una buena compañía junto a una bebida caliente en un día así. Tras esto, me dirigí a la parada, y subí a un autobús. Tuve suerte, pues apenas había nadie a parte de mí, ya que no me gustan los tumultos de gente, me agobian inmensamente.
Algunas paradas más tarde, ya me estaba poniendo de pie y colocaba las manos sobre mi cabeza, preparado para salir e intentar mojarme lo menos posible.
Cuando abrieron las puertas puse un pie afuera ya sintiendo gotas de agua caer en mi cabeza, pero de repente dejé de notarlas. Miré hacia arriba, y había un paraguas rosa sobre mi cabeza. Bajé lentamente la mirada a la persona que lo sostenía, era Jimin. Me miraba con una sonrisa tan grande que hacía que sus ojos se viesen entrecerrados y se le notasen un par de hoyuelos en su perfecto rostro.
Nada más verle, le saludé con un fuerte abrazo. Nos sentamos en las escaleras de entrada a un portal, para poder cubrirnos de la lluvia. Era un día laboral a las 9 de la noche, así que todo el mundo estaba descansando en sus casas y no había ni un alma en la calle, por lo que pudimos hablar tranquilamente. En la larga conversación no tratamos de ningún tema realmente importante, solo cosas triviales, pero aun así fue suficiente para crear un ambiente amigable lleno de tranquilidad y comodidad.
Hablamos sobre lo que había pasado en el tiempo que no nos habíamos visto, y temas típicos del día a día, quejándonos sobre el trabajo y lo irritable que estaba la gente últimamente, ya que el mal tiempo influenciaba a todos, y hacía que todo el mundo tuviese también un temperamento lleno de nubes y truenos.
Así pasó un largo rato, hasta que ya era tarde y hora de despedirse. Él solo podía pasarse por la ciudad muy de vez en cuando, y debido a mi ocupado trabajo y programación, casi nunca podía verlo cuando venía. Pero cuando lo hacía, por muy poco tiempo que fuese, me reconfortaba y mejoraba mi ánimo en cantidades inimaginables. Nos levantamos de las escaleras y nos quedamos unos segundos quietos, mirando al suelo. Ninguno tenía ganas de marcharse.
Saqué valor, y tras decirle que esperaba volver a verlo pronto, agité mi mano en señal de despedida. Me giré y empecé a andar. No había coches en la carretera por lo que mencioné antes y el paso de cebra estaba demasiado alejado, así que tras mirar a ambos lados un par de veces, comencé a cruzar por la carretera.
Pero, mientras lo hacía, de repente sonó un gran estruendo entre el sonido del agua del diluvio que caía fuertemente sobre el asfalto. Hace poco no había ningún automóvil a la vista, pero ahora unos cuantos de ellos se hallaban parados en la carretera, sin circular debido a algún motivo. Un coche, culpable de esto, se encuentra parado de lado, con una gran abolladura en el frente.
Un paraguas de color rosa se posa suavemente en el suelo. Algo, o mejor dicho alguien, también cae golpeado. Es un cuerpo, uno que conozco a la perfección, desde los pies a la cabeza, mejor que ningún otro. Pues es el mío propio.
Es raro, ya que hace poco a pesar del gélido ambiente mi ser estaba cálido por la persona que me acompañaba, pero ahora, aunque esta siga a mi lado, esa sensación acogedora empieza a desaparecer poco a poco, a la misma vez que el dolor que sentía por el golpe.
La lluvia cae desesperadamente, como lágrimas de un corazón que no calma. El agua y dolor de las lágrimas que caen sobre mi junto a las del diluvio me cala, se hunde profundamente en mi piel, y ahí es cuando me doy cuenta de lo que pasa. Hoy, me he percatado de que no apreciamos lo que tenemos, y cuando nos falta, nos arrepentimos de todo. He menospreciado mi vida durante todo el recorrido de esta, y ahora solo puedo sentir remordimiento, y daría lo que fuese por volver a poseerla, por encontrarme bajo tus brazos, y en vez de sentir este frío que me congela el corazón, sentir como arde fuego en su interior.
Él se encuentra de rodillas a mi lado, agarrando mis empapadas ropas y sacudiéndome mientras grita algo que mis oídos no consiguen descifrar, solo escucho un pequeño eco distorsionado. De forma paulatina mi mente termina de desvanecerse, a la misma vez que cierro los ojos por última vez. No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi desgraciada vida, pero sí de algo más. De no haber pasado más tiempo con él. Y de repente, solo puedo sentir un infinito y helador frío.
Fin.
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Esto no es realmente un fic en sí, pero es para que os hagáis una idea y me digáis qué os parece, ya que estoy planeando algo yoonmin relacionado a este fragmento. Tengo escrito ya bastantes cosas, esta es una parte , bastante remodelada, como otro punto diferente de vista, algo que tendrá más sentido en el futuro. Es la primera vez que escribo algo, y la verdad me está gustando mucho, y espero que a vosotros también os guste. Siempre se puede seguir mejorando así que... estoy abierta a críticas. Muchas gracias por leer.
-Snakeyoon
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Desconsolador diluvio 〖YOONMIN〗
Fanfiction❝Daría lo que fuese por encontrarme bajo tus brazos, y en vez de sentir este frío que me congela el corazón, sentir como arde fuego en su interior.❞ ➯Fragmento de un proyecto en marcha. ➯Ship: Yoonmin (BTS) ➯AU ➯By Snakeyoon