La primera vez que viajé a Londres fui completamente sola: escapé de la muerte de mi padre y me dejé abrazar por aquella ciudad, la cual me acogió como pudo.
Sin embargo, no es una ciudad perfecta: todo lo bonita que me pareció al principio acabó convirtiéndose en una completa pesadilla. Me ahogó, me hizo creer en la peor versión de mí misma y logró que entrara en una espiral de autodestrucción; pero la culpa era mía, siempre, la ciudad era perfecta a ojos de todos.
Me gasté mis ahorros en ella, mi vida, y ese fue mi error, porque tal y como ocurrió hace unos siglos con el incendio que acabó con Londres, esta acabó conmigo.
Hasta hace poco creía recordarla con cariño, pero no lo merece. Un lugar como aquél no merece nada y ojalá todas las personas que hemos pasado por esto lo supiéramos, que lo valemos y que nada debería hacernos pensar lo contrario.
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Mapas
Non-FictionHay personas que son pueblos, ciudades, países e incluso continentes. Todos nosotros tenemos pequeños hogares; aquí te muestro los míos, mi pequeño mapamundo.