Tú sacas lo oscuro y secreto de mí

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Aún no he aceptado, tú lo sabes y por eso me miras con tus ojos oscuros por encima del hombro de ella, con ese brillo de diversión que tanto me desagrada y, al mismo tiempo, me atrae.

Sorbo un pequeño trago del Chardonnay de mi copa mientras cierro los párpados para no seguir contemplando como la besas.

Oigo tu risa.

Sé que te ríes de mi bobería por mi negación a admitir que ya acepté tu propuesta cuando acudí hoy contigo al prostíbulo.

Ahora estoy sentado, con las piernas cruzadas a dos tatamis de distancia, entretenido con el vino mientras pretendo fingir que no observo la lentitud con que le ofreces cada una de tus caricias, la saliva que apenas moja tus labios mientras la besas en los hombros, como tus manos estrechan el abrazo a esa chica de la que sentí compasión la noche anterior.

En la madrugada de ayer, fue este mismo local el último donde teníamos que revisar las cuentas trimestrales y nada más yo aparqué el coche, tú argumentaste un pretexto estúpido para quedarte fuera.

-¡Las 3 y 10! He oído este mediodía en la radio que justo dentro de quince minutos va a caer una estrella fugaz.

Mientras apagaba el contacto del auto, te miré mosqueado, viendo cómo echabas el asiento atrás y te tumbabas cruzando las manos por detrás de la cabeza.

No podía creer que quisieras que nos esperásemos a que, por una probabilidad casi remota con la contaminación lumínica de la ciudad, viésemos por una casualidad pasar el pedazo de meteorito. Yo solo quería acabar ya mi jornada laboral y olvidar el infierno que siempre era tener que hacer equipo contigo, señor don caprichoso e impredecible. La noche siguiente la tenía libre y me quería dedicar solo a descansar, acompañado de un buen libro y un poco de alcohol.

Salí del auto y abrí la portezuela de tu lado.

Negaste con la cabeza.

-¡No! Tengo un deseo muy importante que pedir y no me lo voy a perder.

Supe que te estabas quedando conmigo, otra vez. Respiré hondo, no sirve de nada discutir contigo cuando te pones a actuar raro. Tampoco tenía ganas de intentar razonar, solo quería acabar la inspección de ese último club y olvidarme de tu careto por un día.

-Mira, Dazai, hoy estoy de un inusual buen humor, a pesar de haber pasado las últimas cinco horas contigo; así que, como no quiero que me fastidies mi talante positivo, voy a ser tan buen compañero que te dejaré que holgazanees. Esa es la verdad, no quieres seguir trabajando, déjate de estrellas fugaces. ¿Desde cuándo en las noticias de la radio dicen con exactitud de hora y minuto cuando se va poder ver una estrella fugaz?

Sabía que ya habías llegado esa noche a tus límites de tus ganas de trabajar tras haber visitado juntos cuatro salas de alterne y querías, con una excusa tan idiota como esa, dejarme a mí toda la tarea de revisar las cuentas del último club.

Vi en tu rostro una genuina sorpresa.

-¿En serio lo harás tú solo? ¿Y no me insultarás ni me pegaras?

No tenía ninguna gana de llevarme un berrinche que no iba a conducirme a ningún lado. La mayoría de las veces te sales con la tuya porque yo me dejo mangonear por ti.

Como un niño chico al ver una habitación llena de regalos, tus ojos brillaron y tu sonrisa fue casi franca mientras empezaste a decirme que era una buena persona.

Suspiré alejándome del auto pensando que idiota yo era.

Dentro del local, en un rincón de la sala, sentado junto al proxeneta ante dos vasos de sake , intenté comportarme todo lo profesional que se espera de un ejecutivo de la Port Mafia, mientras yo repasaba las cifras de beneficios, pérdidas y si el porcentaje que llegaba a las arcas de nuestra organización era la establecida; pero solo el recordar que tú estabas fuera ,vagueando, me desconcentraba, porque me daba cuenta cada segundo de cómo me la habías vuelto a colar, de una forma tan limpia que encima yo había aceptado de buen grado.

Tú sacas lo oscuro y secreto de mí (Soukoku) Bungou Stray DogsWhere stories live. Discover now