Recuerdos en Madrid

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¿Ya viste los rayos de sol detrás de las nubes? Me recuerdan a cada momento que pasamos juntos, amor mío. Y si no me crees, te lo explicaré.

  Hace años, cuando eramos unos jóvenes, lo que más me gustaba era salir a caminar al parque, con mi sombrero favorito, ¿te acuerdas cómo era? Cada vez que lo usaba me hacías un cumplido como: «ese sombrero remarca el color de tus ojos», o algo así como: «hoy combina a la perfección tu sombrero con los aretes que regalé». El fin, siempre alagándome.

  Esos días en los que nos quedábamos hasta el atardecer, contemplando a los niños cómo jugaban, y a las madres de familia yéndose de tienda en tienda, o visitando a sus vecinas y comadres, o a los señores saliendo de sus trabajos en sus autos o a pie. Veíamos el sol ocultarse como ahorita, detrás de las nubes.

  Fue un día como ese cuando nos dimos nuestro primer beso, o cuando me pediste matrimonio debajo de aquel árbol, en esa banquita que quedaba junto a la fuente. Que lindos momentos.

  En nuestra luna de miel, el primer atardecer en la playa; no parabas de quejarte de la arena en tus pantalones, y yo sin poder para de reír. El cielo parecía una pintura perfecta, con combinaciones de colores que me es imposible de explicar o describir. Recuerdo que me recosté en ti y me susurraste al oído un "te amo" lento y cálido mientras el sol se escondía.

  Y cuando supimos que seríamos papás por primera vez, no se podía ocultar la euforia en nuestros rostros. Ese atardecer, con un helado de vainilla, es uno de mis favoritos.

  ¿Lo ves, luz de mis ojos? Los atardeceres me recuerdan mucho a ti, cielo. No olvides que la edad hace que los recuerdos sean lo único valioso en la vida. Tuvimos una familia hermosa, una vida llena de bendiciones, un hogar al cual acudir en las tempestades.

  Ahora, sentada en esta vieja banquita junto a la fuente, aún te siento conmigo, como me lo dijiste antes de marcharte. Te recuerdo con tu boina y tus zapatos bien lustrados, con la piel arrugada, pero el corazón de niño. Me dejaste sola, cielo, pero presiento que no es por mucho tiempo, porque ya casi te voy a alcanzar.

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