víbora de pestañas.

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Narra la Vale

Miré a la pobre Anais de nuevo. Desde que habíamos llegado del carrete el día anterior había estado super callada y triste, e incluso cuando desperté ella ya se había levantado. No la había querido molestar, porque quizá era caña, pero seguía sin hablar ni nada, asique al final supuse que era otra cosa.

- amiga, ¿Qué pasó?

- nada.

- si no me dices no sé que hacer para ayudarte po- me senté a su lado en la cama.

- no quiero ayuda, quiero matarme.

- a ver, cuéntame que pasó...

La escuché mientras se desahogaba y lloraba soltando mocos y lagrimas. Me mantuve seria en todo momento, sintiéndome realmente mal por mi amiga y por toda la situación. Si bien habíamos salido era para distraernos, y no para estar peor.

- a ver amiga, calma- traté de abrazarla pero me fue casi imposible por como estábamos sentadas- acuerdate de que no están juntos así del rial, y no veo porque él tendría que enterarse.

- ¿me estás diciendo que le mienta?

- no es mentir- me miró- es... como omitir información.

- pero vale...

- nada- le corté- vamos a ordenar un poco, porque mañana nos vamos y tenemos que tener todo listo- puso mala cara y se paró- ya bueno, vamos.

Desgraciadamente las vacaciones se nos acababan porque nuestros viejos no querían que perdiéramos más clases. al final el vuelo se había adelantado casi una semana y media, y estábamos a menos de cuarenta y ocho horas de pisar tierra chilena. 

Ese mismo día teníamos que dejar todo ordenado y listo porque el avión lo íbamos a tomar temprano. La verdad, ¡no quería volver a Chile hueón!

- ¿ya tienen todo listo chiquillas?

- si, todo listo- la Anais dejo la ultima maleta arriba de la mesa. Su primo se sentó en el sillón y me miró. Yo me hice la tonta y miré para otro lado- mi vieja hoy se queda en la casa de tu mami, mañana temprano se viene.

- entonces tenemos la casa para nosotros- se paró- ¿Que vamos a hacer?- me miró de nuevo.

La verdad no sabía que onda nuestra relación con el Pancho. El mino era lanzado, y tenía lo suyo, pero tampoco me iba a arriesgar a sentir más hueas si después no nos ibamos a ver nunca más.

- la verdad- hablo de nuevo mi amiga- me siento un poco mal y prefiero no hacer nada- camino a la pieza con su celular en la mano- voy a hablar por teléfono, después nos vemos.

La Anais todavía  ni llegaba a la pieza cuando sentí los brazos del Pancho tirándome. Me moví como pude y le pegué un wate.

- oyeeee, ¿que te pasa?

- ¿Qué te pasa a ti? tú prima se siente super mal y tú hueando.

- bueno pero si no sabía po- me tiro y caí al lado suyo en el sillón- tú no estai mal po, dame un beso.

- no.

- ahora deci que no- se rió y trató de darme un beso, pero no me dejé.- Ya po, no te estoy lesiando.

- Yo tampoco- negué sería, aunque si quería darle un beso.

- Yaaaaaa po- me empezó a tirar la blusa. Intenté quedarme sería, pero al final igual terminé sonriendo.

- Uy bueno, ¡Pero sólo uno!- pude advertirle antes de que me abrazara.

- Si si, como sea.

Narra la Anais.

Más hueona y no nazco; Chilensis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora