De cómo son las 11 de la noche y oigo roncar a mi "host dad".

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Sí, me llamo Lady Chai Tea latte. Al menos en esta historia. No quiero revelar mi nombre real por si alguno de mis amigos lee estas líneas y me reconoce. Ya va a ser bastante fácil reconocerme solo por los actos que voy a relatar, así que vamos a ponerlo un poco más difícil y me cambio el nombre aunque sea para llamarme como el té. Que haya escogido este tipo de té tampoco es casualidad y está relacionado con mi historia.
Para que os hagáis una idea, quiero hablaros de mi vida en Seattle. Para quien no sepa dónde está Seattle, se encuentra en el noroeste de los Estados Unidos, en el estado de Washington. Y no, no me refiero a Washington DC, que es lo que yo pensaba cuando me llamaron por teléfono desde el Ministerio de Educación español hace 9 meses "Hay un puesto vacante para la plaza de auxiliar de conversación en Belleviu", "¿en dónde?", "En Beleviu, o Bellevue ... o algo así, no sé cómo se pronuncia. El caso es que la chica que iba a ir en tu lugar no puede ir al final y estoy llamando a la gente de la lista de espera" (Silencio para procesar la información), "¿Y dónde está Bellevue?" (Esta es la forma correcta de escribirlo, aunque si estamos en Estados Unidos, ¿por qué le ponen un nombre francés?), "Está en Washington". Me fui corriendo a buscarlo en el Google Mps y descubrí que efectivamente Bellevue estaba a la otra punta de Washington DC. Bellevue es una ciudad cerca de Seattle, en el estado de Washungton, cerca de toda la movida que les pasó a la familia Cullen en Crepúsculo. "¿Cuánto tengo de tiempo para pensármelo?", "48 horas". Y más o menos así fue la conversación.
Genial. Mi vida había dado un vuelco hace 9 meses. 9 meses es lo que tarda un niño en crecer dentro del cuerpo de una mujer. 9 meses te cambian la vida. A mí, me la ha cambiado de arriba a abajo. Hace 9 meses tenía novio (buenorro), un trabajo de profesora de español para extranjeros (ELE) en Valencia y todo un plan de irme a Madrid con mi hermano y estudiar y trabajar para ser actriz. Ese era mi sueño, ser actriz. Cómo ha cambiado todo.

Cuando me dieron la noticia, al contrario que les pueda parecer a otros, me puse bastante triste. Estaba de vacaciones, me había pedido dos semanas de vacaciones de verano a finales de julio en la academia fantástica en la que trabajaba. Recuerdo que estaba en casa y estaba haciendo deporte a lo "low cost", con una toalla en el suelo y haciendo abdominales y sentadillas. Recuerdo también que en aquel momento, en realidad dos días antes, había empezado a notarme rara con respecto al que era mi chico, cuyo nombre real tampoco voy a revelar. Vamos a llamarlo con un nombre "cool",  porque se lo merece y porque está muy bueno, voy a llamarlo Jack porque es un nombre con mucha fuerza y me gusta como suena. El caso es que un par de días antes de esa llamada, empecé a ver nuestra relación un poco borrosa. Y no por él, porque él es el chico perfecto, la Lady Chai tea Latte era la que tenía que joderlo todo. Lo que me pasa es que cuando empiezo a salir con un chico que me gusta, y mira que para que me guste un chico ya pueden volar los cerdos, pues cuando me gusta me ilusiono muchísimo y creo que ya va a ser el hombre de mi vida, pero luego veo que no, que hay algo que no me convence. Y lo que me cuesta en aceptar lo que no me convence, lo que me cuesta ver que ya no lo quiero como lo quería, es cojonudo. Eso de la inteligencia emocional no va conmigo. Tendría que ir a clases de terapia con Elsa Punset,  porque se la ve muy entendida en todo esto de las emociones. Siempre me acuerdo de cómo terminan sus programas de la 2 "No, no es ciencia, es inteligencia emocional". Olé tú, Elsa Punset, así se hace. A ver si me pasas un poquito de tu inteligencia emocional que se ve que el día que la repartieron yo estaba dormida.
Bueno pues, como iba diciendo, cuando me dieron la noticia lo primero que hice fue callarme y seguir con mis abdominales. Podría habérselo dicho a mi hermano que estaba en el salón o llamar a mi madre llena de alegría porque era un NOTICIÓN, pero no, preferí callarme y pensar. He aquí el primer error, lo peor que te puede pasar, PENSAR. Pensar puede estar bien, si piensas un poquito. Pero cuando empiezas a darle vueltas a la cabeza y a filosofar como hago yo, pues te vuelves loca. Mis pensamientos en aquel momento estaban completamente desorganizados y lo único que tenía era preguntas sin respuesta.
"¿Me voy a Madrid a ser actriz o a Bellevue a ser profesora de español?, si voy, ¿No estaré dejando atrás mi sueño?, porque ser actriz es mi sueño, bueno pero ir a Estados Unidos también, por eso eché la beca. ¿ y qué va a pasar con Jack el Buenorro?, si me voy tan lejos, ¿ me apoyará?, ¿nos podremos ver?, ¿estoy haciendo lo correcto? En realidad, creo que de alguna manera supe la respuesta de si iba a irme o no en cuanto me llamaron, pero necesitaba tiempo para procesarlo todo y pedir consejo y opinión de la gente.
Os pongo en antecedentes porque esto de contar lo que me ha pasado hace 9 meses es un poco difícil de organizar. Yo de siempre siempre siempre había querido ir a Estados Unidos. Esa fue una de las tantas razones por las que estudié Filología Hispánica, aparte de porque amo la literatura y leer, era porque en un futuro no muy lejano me veía en un edificio de Nueva York dando clases de español y mirando al horizonte por las cristaleras con mi taza de leche con chocolate o lo que sea que fuera. Me imaginaba guapa, con un traje de trabajo elegante, profesora, fuerte, con Nueva York a mis pies (qué daño nos han hecho las pelis, y sí, está historia va un poco de pelis, también). Un par de años antes, en 2015-2016 también intenté venir a los Estados Unidos por medio de la beca Fulbright, una beca que te permite estudiar hasta dos años de Máster en Estados Unidos. Pero ni siquiera llegué a solicitarla porque me quedé a 10 puntos de la nota requerida en el examen del TOEFL para poder hacerlo. Total, que mi espinita clavada y las ganas de ir a Estados Unidos estaban ahí dentro. Mi siguiente oportunidad vino con la beca de Auxiliar de conversación de español del Ministerio de Educación de España  (parece que estoy promocionando las becas al exterior a saco). Pues el caso es que solicité la beca en diciembre del 2016 y hasta mayo del 2017 (porque como o ya se sabe, en España los procesos burocráticos son tan largos como los anuncios de Antena 3) no tuvimos noticias de la beca. Lo que descubrí de la solicitud de mi beca era que estaba en lista de espera, vamos que no iba a ir, porque de solo 32 plazas que hay en EEUU para esta beca, ¿quién va a renunciar y voy a ir yo en su lugar? Nadie. Así que decidí con mi plan B, el de ir a Madrid y ser actriz. Porque desde que eché la beca hasta que supe en mayo cuál era la situación, me daba tiempo de hacer un plan B y hasta un plan Z.
Resulta que desde octubre había estado tomando clases de teatro, solo una vez por semana, dos horas, porque era lo que mi presupuesto y mi horario me permitían. Pero me encantaba ir esas dos horas a la semana. Durante esas dos horas podía ser Jessica Alba, Emma Stone, Emma Watson, Natalie Portman, y también alguna de las españolas que me gustan como Alexandra Jiménez o Verónica Sánchez. Lo que quiero decir es que cuando actúas te imaginas que puedes ser cualquiera,  y yo me imaginaba que podría ser cualquiera de esas actrices o cualquiera de los personajes que interpretan. Y me lo pasaba en grande imaginando que éramos dioses profesionales de la interpretación. Incluso al final del curso, en junio y julio (un poco antes de saber la noticia de ir a los Estados Unidos) hicimos una representación de 6 micro obras que pasamos 4 veces y que habíamos construido entre todos. Fue genial. Tuvimos la oportunidad de crear y desarrollar ideas, de representarlas en el escenario, de crear los personajes. Fue algo maravilloso, nos sentíamos, o yo por lo menos me sentía, como si fuera una actriz de verdad. Dos de las micro obras fueron ideas mías. Las dos eran medio musicales (porque me encanta cantar) y a mi parecer, fueron muy originales.
Además de estas clases de teatro, siempre hemos sido muy cinéfilos en casa. Mis padres son unos cinéfilos a tope y mi hermano y yo lo hemos heredado. Pero lo mejor de todo es que mi hermano es actor. Mi hermano, él buenorro de la familia de tres años mayor que yo (ahora él tiene 26) lleva en Madrid desde los 19 años luchando por ser actor. Ha salido en varias obras de teatro y ahora está grabando su primera película. Total, que la influencia del cine siempre ha estado conmigo, y creo que por eso también me gusta tanto Estados Unidos, porque las pelis nos lo han vendido como el producto estrella del supermercado. La verdad es que tentación no me faltaba para apostar por ese plan de irme a Madrid a estudiar arte dramático mientras lo combinaba con mi trabajo de profe, podría haber salido guay. Pero me decidí por el de Seattle, y ahora que son las 12 de la noche y mañana madrugo parezco como la peli de "Sleepless in Seattle" (la desvelada de Seattle).
Voy a continuar escribiendo mañana y me he propuesto escribir cada día un poquito. Una hora escribiendo me parece bien, porque hace mucho que no escribo.
Voy a ver si mi "host dad" no ronca muy fuerte. Las paredes parecen hechas de papel.
Buenas noches.

Lady Chai tea latte por Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora