Por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa. Por eso Padre es mi deber limpiar la tierra de la aberración del diablo. Repetía, arrodillado sobre frescos granos de maíz. Luego de hablar con el altísimo. Decidió salir a caminar. El aire de la mañana siempre le hacia bien. Pensaba que sacaba lo mejor de él. Estiro las piernas , las tenia un poco tullidas. Debió permanecer hincado por mas de una hora. Camino por los alrededores del parque Central. A su paso pudo observar diferentes personas haciendo lo común. Algunos corriendo, otros paseando a sus perros. Uno de los canes casi lo muerde. Gracias a Dios el su dueño sujeto lo suficiente para no dejar que el demonio de cuatro patas lo destrozara. Dicen que los perros huelen la maldad. Que son capaces de ver el aura negativa de los seres humanos. Después del susto recibido, continuo su paseo. Empezó a silbar, como si fuese alguien a quien la culpa no le persigue. Con las manos dentro de una sudadera gris. Caminaba al son de sus silbidos. King era un hombre de mediana estatura. piel pálida al extremo.Ojos negros. Tenia un ojo apagado. Al parecer durante su nacimiento los doctores utilizaron fórceps para extraerlo. Algo arriba no deseaba que naciera. De pequeño tuvo un accidente de carro. Él y su madre se dirigían al trabajo poco decoroso de su progenitora a eso de las diez de la noche. La mujer ya estaba drogada, era la dosis usual. La necesaria para afrontar las duras noches de trabajo. Era una noche de esas que llueve a cantaros y que solo se ve a menos de medio metro. King solo recuerda una fuerte luz que se aproximo a ellos. Un ruido. un golpe, el grito de su madre. Luego despertó en una cama de hospital lleno de tubos , yeso en casi todo el cuerpo y una pierna cubierta de clavos y para rematar su madre muerta. Su infancia fue difícil. Entre hospitales, orfanatos y hogares temporales. En una de esas casas dio inicio su fe. Algo le impulso, un hecho cambio su vida.
La mañana era hermosa. Sentía paz. El ruido de los pajaritos dándole los buenos días al mundo resonaba en todo el parque. Se sentó en una banca. Saco una pequeña biblia que traía metida en uno de los bolsillos de sus jeans. Comenzó a leer. Hacia ya dos horas que no la leía. Necesitaba reforzar su fe.
Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor,ni te ofendas por sus reprensiones.Porque el Señor disciplina a los...... Mientras leía fue interrumpido por el estruendoso sonido de un camión cargado de cerveza. Sentío un gran repudio hacia los dueños de un negocio que se hicieron millonarios a costa de embriagar a su prójimo. Pensó que como alguien podría salir a trabajar todos los días transportando la bebida del diablo.
Luego de un rato ensimismado en pensamientos de condena hacia los impuros que le rodeaban. vio al otro lado de la calle un hombre conocido para él caminaba de la mano de una mujer mucho más joven que el. Se le veía enamorado. Era Billy Reynold, mejor conocido como Bill. El era su vecino en WestGardens. Bill estaba casado con Samantha una devota señora. De esas que vive metida en la iglesia cambiando el vestuario de los santos de madera. Pero que hacia Bill con una joven no mayor de veinte o menos pensó Richard.
En ese momento supo que debía actuar. El maldito adulterio. Ese ere el pecado que más detestaba. Aborrecía todo lo que viniera del adulterio. Divorcios.Infidelidad.Hijos bastardos. todo eso debía ser quemado. Las meras cenizas de tan repugnante mal le eran despreciables a Dios, según él. Regreso la biblia a su bolsillo y con su típico y chueco caminar cruzo la calle y se acerco a Bill, quien estaba comprando unas hermosas flores para su moza.
__Billy Reynold__ nadie lo llamaba así. __ ¿Donde esta Samantha?__ pregunto sin importarle que la chica lo miraba un tanto apenada.
__Richard un gustazo verte__ contesto sin mirarle a los ojos y saliendo casi que corriendo del lugar. Eso sin soltar la mano de la linda chica.
__Richard miro con desconcierto y enojo. observo como aquel vejete de cincuenta y tantos caminaba pavoneándose de la mano del demonio en minifalda. Era obvio que la chica vendía su alma por dinero. Era de todos sabido que Bill era un hombre con muy buenos ingresos. Tenía inversiones aquí y allá. En fin el viejo verde perfecto.
Eran las diez de la noche, a lo lejos se asoma un porche del año. No era la primera vez que llegaba tarde a casa. Se bajo apurado, y camino hacia la puerta de atrás. Justo antes de abrir algo se lo impide. un olor fuerte le apretó la nariz.
El dolor de cabeza se hace presente. Sin poder moverse abre los ojos y mira a su alrededor. No tiene idea de donde esta. La migraña no cesa de atormentar. el solo mover los ojos le causa un insoportable dolor. Intenta hablar, pero su boca esta llena de tela o papel no logra descifrar que es. Siente que sus pies están atados. Sus manos también. Donde diablos se encuentra. Un secuestro. Quien podría querer hacerle daño. Rescate. Si eso debe ser. Eso le daba tranquilidad. Sabía que en casa harían lo que fuera para que regresara con bien. El tiempo pasa. Le parece que quizás sean horas. Podía escuchar el ruido de las aves cantoras. Quizás amanecía.
Escuchó pasos. Arriba. eso significaba que estaba en un sótano. El miedo volvió. Sabía que algo andaba mal. Quizá eras el sexto sentido del que hablan los psíquicos. Moriría. Eso solo lo sabia quien fuera caminara en el piso de arriba. Necesitaba respuestas. Recordó que Dios existía. Comenzó a orar en su cabeza. Deseaba que un milagro aconteciera. Pero nada sucedía. Él era pecador. Pero tenia fe.
King se encontraba sentado en una mecedora. Le gustaba balancearse hacia delante, hacia atrás. Recordaba cuando era un niño pequeño y su madre le cantaba canciones de cuna mientras rogaba se durmiera rápido para atender a los clientes que no tardaban en llegar.
En seguida esos recuerdos tiernos y nobles eran reemplazados por aberrantes sucesos de su niñez. Esos sucesos forjaron su carácter y su devoción.
Es hora Richard, debe pagar sus culpas... decía la voz en su cabeza. Esa voz que le acompaña desde siempre. Su guía. Él la llama Señor. Se levanta de su cómoda silla. Y se dirige a cumplir con una cuota más.
Bill escucha los pasos que se acercan poco a poco. Empieza a sudar frío. El miedo era tal que había mojado sus pantalones. El solo imaginar lo que pudiera suceder le causaba un infinito terror. Pero al ver la cara de su vecino poco a poco salir de las sombras frente a si. Sintió alivio. pensó venia en su auxilio. Iba a rescatarlo. Se había salvado. Dios obro el milagro. Empezó a revolcarse esperando ser soltado. Pero eso no sucedía. King lo agarro por el cabello y lo subió a rastras escaleras arriba. Parecía que una fuerza divina le era concedida. Llevo al condenado a la parte de atrás de aquella vieja granja. tomo un un envase lleno de gasolina y se lo dio a beber. Obviamente la gasolina entro forzosamente inundando las entrañas del viejo Bill. Tosía y tosía. Gritaba por piedad. Gritaba improperios. Sus ojos, nariz y oídos estaban repletos de horror. Sus ropas llenas de gasolina. El corazón de Bill imploraba. A pesar de todo seguía orando. Miraba al cielo con los ojos rojos llenos liquido irritante. El sabia que en algún momento debía ser escuchado. La fe movía montañas leyó una vez. Que hará mi Samantha sin mi. Mi pobre esposa pensó. Porque este hombre al que consideraba su amigo estaba a punto de matarlo. King continuaba rellenando como pavo en navidad a su querido y pecador vecino. Lo estaba ahogando. Lo estaba matando. Se detuvo. Esa no era la muerte correcta. Esos pecados son difíciles de borrar. Castigo el mal. Envío a un demonio devuelta a su lugar. Una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro. No debía. Pero los gritos de dolor y ver como se retorcía y clamaba a Dios le producía un éxtasis inesperado. Dios le da alegría a quien le sirve pensó. En unos minutos Aquel cuerpo fue consumido. Con el se fueron miles de plegarias. suplicas y oraciones que nadie escucho. Una muerte cruel para un infiel. Una cuota más. Rezo sus acostumbrados mantras religiosos. frente al cuerpo quemado del infeliz. luego entro a la vieja casa. Se lavo las manos. Tomo un poco de agua. Agarro las llaves de su auto y regreso a su casa. Sabía que el día siguiente seria difícil, seria largo. Debía consolar a la buena Samantha.
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Richard King
TerrorRichard King un hombre de fé. Asiste todos los domingos a la iglesia. Ferviente devoto y asiduo lector de Biblia. Todas las noches habla con él supremo. Promete no tardar en reunir la cuota de almas. él sera inmortal. él lograra la redención. Su señ...