— ¡Qué guapo! — exclamó felizmente encantado Jeonghan, dando unos aplausos cuando Joshua salió de aquella habitación. Traía una camisa que parecía de la época victoriana, con amplias mangas que terminaban en puño, junto a unos pantalones negros—. Ven aquí.
Joshua lo miró, traía consigo un saco de un color beige bastante claro, casi blanco. El pelilargo se colocó detrás para poder ayudarle con el saco antes de volver a estar frente a frente, acomodándole la prenda con una sonrisa. No podía evitar notar que las prendas realmente parecían de la época victoriana, incluso los detalles estaban bordados a mano, o eso creía.
— Siempre fuiste muy guapo, Jisoo... — volvió a hablar Jeonghan, acariciando suavemente la solapa del saco antes de alzar la vista a los ojos confundidos de Joshua.
— No me llamo Jisoo — dijo, pero esa afirmación hizo reír al contrario y pudo sentir cómo un estremecimiento lo recorría.
— ¡Claro que sí! Eres Hong Jisoo, hijo del Duque Hong Bonhwa y de la Duquesa Hong Haewon. Naciste en América y recibiste la más alta educación, volviste no hace muchos años donde nos conocimos en la fiesta de Lord Smith ¿Realmente no lo recuerdas? Me hallaste llorando en el balcón y me sacaste a bailar en los jardines bajo las estrellas — mientras más hablaba, Joshua pudo notar cómo sus ojos brillaban por las lágrimas y su voz se quebraba a pesar de su gran sonrisa— ¿No... no lo recuerdas?
Negó suavemente con la cabeza y Jeonghan apretó los labios, intentando suprimir toda lágrima pero fue imposible. Rompió a llorar, cubriéndose el rostro; Joshua sintió un gran pesar en su interior al verlo así, tan desconsolado.
— Lo siento, por favor, no llores... — pidió, acercándose y dudando un poco antes de posar una mano sobre su hombro, acción que hizo a Jeonghan aferrarse a su pecho, congelándolo de nuevo pero esta vez Joshua lo abrazó—. No llores...
— No me recuerdas... ¿Qué te sucedió? ¿Por qué? ¿Por qué el destino es tan cruel, arrebatándote de mi lado tanto tiempo y devolviéndote sin ningún recuerdo? ¡Lo odio! Jisoo... Jisoo, regresa... — sollozó. Joshua no sabía qué hacer ni qué decir, no sabía de lo que hablaba y para él era una mala broma pero el muchacho se veía sincero y verdaderamente dolido.
— No llores, Jeonghan... — volvió a susurrar, abrazándolo más fuerte. Algo en su mente le hizo cerrar los ojos, una imagen repentina ¿Un conejo?—. Tú... ¿Tenías un conejo?
El llanto cesó lentamente hasta que el muchacho alzó la vista.
— ¿Qué...?
— Un conejo... Blueberry.
De pronto los ojos de Jeonghan se iluminaron, rió alegremente y se abrazó a Joshua, exclamando que iba comenzando a recordar, que aún había esperanza, que no era el final y que estarían a tiempo.
No comprendía absolutamente nada pero para cuando se dio cuenta ya estaba siguiéndolo por los infinitos pasillos y escaleras, oyéndolo soltar risitas mientras sus manos seguía unidas. Sentía una agradable sensación con el roce de sus pieles, algo que se le hacía conocido, sentía melancolía... Caminó con Jeonghan hasta una biblioteca, él no paraba de decir cuánto gustaban de pasar tiempo juntos ahí, leyéndose miles de historias y jugando como niños pequeños.
— Y 'juegos' como los de mamá y papá — aseguró en un susurro tímido, con las mejillas rojas, haciendo que Joshua se girara a verlo. Una pequeña sonrisa decoró sus labios, ese muchacho era bastante lindo.
Así que eran pareja. Una pareja no aceptada en la sociedad del momento, por supuesto, incluso en la actualidad la homosexualidad no era completamente aceptada aún. Pero Jeonghan era... lindo. No sabía explicarlo, le causaba algo en su interior, era como si llenara ese vacío que sintió durante largos años. Por alguna razón ver esas fotos y no reconocer su propio rostro en ellas era algo extraño, él estaba ahí mismo, era él sin dudas pero su mente no lo quería aceptar, no lo quería reconocer. Habían varias fotos en las que estaba endemoniadamente serio y las que habían sonriendo era todas junto a este muchacho, Jeonghan. El pelinegro hablaba con tal emoción que sorprendía, tanto que Joshua dejó de ver las fotos solo para enfocarse en él. Sus labios ligeramente rosados tenían una curvatura perfecta a su parecer, sus blancos dientes, sus ojos que formaban pequeñas media lunas al sonreír, sus pómulos que se marcaban con gracia a cada sonrisa, su fina mandíbula, sus largas pestañas, su voz que transmitía cada sentir. Era un muchacho magnífico.
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Deep Melancholy
FanfictionLa sensación de la melancolía siempre estuvo presente, solo que nunca se dio cuenta de ello.