Déjame Quererte [O.S] //Namjin//

First & Last

— Eres un pesado, Namjoon. —tras coger unos libros, cerré con fuerza la taquilla, entre el barullo de todos los estudiantes que se encontraban en el pasillo.

— Vamos, Jinnie. —persisitió, apoyado en la taquilla de al lado con la pose de chico malo que era. Él sabía perfectamente que ese estúpido apodo me molestaba, pero aún así lo usaba siempre.

— Siempre te digo que no. —me giré y comencé a caminar hacia mi siguiente clase, convencido de que me seguiría.— ¿Qué te hace pensar que hoy aceptaré? —pregunté irónico, esquivando a varios grupos de estudiantes que, al igual que yo, se dirigían a sus aulas.

— Pues que he invitado a toda la universidad a mi fiesta. —comentó.— No puedes faltar.

— Tus fiestas siempre son... aburridas. —caminé más rápido, sin lograr librarme de él.— Lo único que hay es alcohol, ruido y gente besándose... ¿Para qué me quieres allí?

— Tengo curiosidad. —agarró mi mano y tiró, haciendo que parara de andar.— No te cuesta nada venir. Y puedes venir con tu amigo raro... Hoseok, ¿No?

— No es raro. —tiré y deshice el agarre.— Y no voy a ir. —volví a mi ruta, escuchando a Namjoon.

— ¡Sé puntual! —gritó, mientras yo desaparecía entre la gente.

Sonreí inconscientemente tras sus palabras.

<><><><><><><><>

— ¡¿Éstas loco?! —casi se me resbaló el teléfono de las manos.

— Es que... —excusó Hobi.— ¡Va a invitar a Suga! ¡Necesito ir, Jinnieee! —comenzó a gritar frases inentendibles.— Es sólo esta noche, ¡No puedo ir sólo!

— ¡P-por supuesto que si! —observé la puerta de mi habitación, la cual estaba cerrada, y decidí seguir hablando.— Sabes que... —susurré.— S-soy débil contra ya sabes quién... —un rubor apareció en mis mejillas.

— ¡Y ÉL TAMBIÉN LO ES CONTRA TI! —tuve que alejar el teléfono de mi oreja para no hacerme daño con su grito.— ¡¿Por qué siempre le evitas?!

— Él... no se parece en nada a mí... Se terminaría aburriendo...—al escucharme, me dio vergüenza seguir hablando.— ¡Aun así no iré! —dije, algo dudoso.— Ya sabes lo que opina mi padre sobre las fiestas.

— Él no se va a enterar. Te lo prometo.
— Sí, claro. —rodé los ojos.

— Saldremos de noche, iremos en mi coche. —hizo una pausa.— A las once y media en tu jardín.

— ¡Te he dicho qu- —colgó.

Esto no va a salir bien.

<><><><><><><><>

Al salir de la ducha, me envolví en una toalla y salí hacia mi cuarto.

Hacía una hora que le había dicho a mis padres que esa noche me acostaría temprano, asegurándome de que ellos también lo hacían.

Cerré sigilosamente la puerta y, suspirando, abrí el armario.

¿Qué diablos se pone la gente para ir a una fiesta?

Miré el ropero de arriba a abajo, con una mano sobre el mentón.

Resignado, cogí una sudadera ancha de color negro y unos pantalones a conjunto.

Arreglé un poco mi pelo y me coloqué las gafas que tanto adoraba, todo esto mientras miraba cada dos minutos el reloj.

Ya casi es la hora.