Narra William
Temblaba por cada segundo que discurría. De pronto aquel chico se acercó con su aspecto intimidante; sus ojos, a pesar de ser de un estridente color verde, parecían muertos, sin ninguna pizca de brillo; su cabello de un rojizo, todo desordenado como si él se negara peinarlo; su piel era más morena que la mía y en su rostro, sobre sus mejillas, habían una gran cantidad de pecas; y por último su prepotente altura, si no exageraba, el chico frente a mí lograba una afinidad con la altura de mi padre a la corta edad que aparentaba tener.
Cuando se agachó lo suficiente como para quedar frente a frente sonrió y me extendió la mano. Esa sonrisa ligera no me apartaba de mi escepticismo a causa de esos ojos apagados. Con un tic en el ojo derecho y volviendo a temblar de forma recelosa tomé su mano, posteriormente me ayudó a levantarme.
- Perdóname por tirarte ¿Te encuentras bien? - Preguntó con una voz monótona pero sin quitar esa sonrisa que me traía desconfiado. Nervioso asistí como respuesta. Él se inclinó a un lado ladeando ligeramente la cabeza, instintivamente me giré para ver que miraba - ¿Seguro? Estás sangrando de ese brazo.
Al mirar mi codo noté sorprendido y luego aterrado como salía sangre de una raspadura que hasta recién no había notado. Y por causa de un dolor casi psicológico (De esos que no te duelen hasta que lo vez), comenzó a arder.
- Ven - El extraño cordialmente me señaló el camino dentro de la habitación, sin saber qué hacer con exactitud obedezco. Tomé asiento sobre el incómodo colchón y esperé al pelirrojo que se había ido hace unos segundos por la puerta. Al rato volvió con unas gasas y una botella con un líquido traslucido - Sino te molesta te desinfectaré la herida.
No contesté, ni verbal ni gestual. Sólo mantenía la mirada baja evitando el contacto visual.
- Por cierto, mi nombre es Thomas - Pronunció mientras humedecìa un pedazo de algodón con el agua oxigenada - Sino quieres no, pero me gustaría conocer tu nombre - Acercó el pedazo a la herida y comenzó a limpiar la sangre mientras me mordía el labio inferior para aguantar los quejidos.
- S-soy William - Murmuré mientras cerraba los ojos cuando el chico comenzó a bendarme.
- Lindo nombre - Susurró el contrario.
Y antes de poder reaccionar ante sus palabras, un borrón se precipitó contra el contrario. Preocupado miré en su dirección y me fastidió lo que vi.
- ¿Qué haces? - Pregunté alterado.
- ¡Exacto ¿Qué le haces?! - Pronunció a punto de golpearle.
- ¡Te hablo a ti idiota! - Me acerqué y lo alejé del pobre sujeto- Sal de arriba suyo, solo me estaba desinfectando una herida que me hice en el callejón cuando me caí - Con esfuerzo me contuve de decir que en realidad él me la había causado cuando él me tiró. Avergonzado me giré en dirección a Thomas que se había parado, y todavía más avergonzado por no haberlo ayudado, me disculpé - Perdónalo, él es mi hermano Stanley - Miré fastidiado a Stan - Stan él es Thomas.
(...)
Contemplando el atardecer por la ventana, miraba como el sol se iba y se llevaba consigo el ruido y la felicidad del día, para dejar una noche llena de tranquilidad y silencio. Claramente, Stan y yo esperaríamos a un horario seguro para poder salir sin que los demás lo notasen. Pues, como le gustaba decir a mi hermano, la noche es joven y es mejor para pasar desapercibidos ante la humanidad. Ya aburrido de mirar la mezcla de colores que se encontraba en el cielo, me separé de la ventana contemplando como Stan miraba concentrado un pequeño reloj de bolsillo. Desconfiado y entrecerrando los ojos me acerqué al objeto, pues algo tenía de familiar; me paralicé al reconocerlo por los pequeños detalles en cobre que contenía a su alrededor.
- Dime por favor que no es el reloj de papá - Dije en voz baja pero lo suficiente para que escuche. Él me miró sin ninguna expresión durante un rato, obviamente pensando qué decir en su propia defensa.
- Es el reloj de papá - Cerré los ojos y suspiré agotado, no valía la pena comenzar una discusión. Lo hecho hecho está y eso nunca cambiaría, lamentablemente.
- ¿Por qué tienes el reloj de papá?
- Pues para saber la hora ¿Que no se usan para eso?
- Cambiaré la pregunta ¿Cómo conseguiste el reloj de nuestro padre?
- Creí que nos sería útil así que lo tomé prestado - Y con ello unas ganas de llorar me vinieron.
- ¿Por qué siempre hay un nuevo motivo por el cual nos castigarán por tu culpa? ¿Por qué siempre tu culpa? - Con ignorancia Stan levantó los hombros.
- Deja el drama para más tarde, ya es hora - Dijo y guardando el reloj en uno de sus bolsillos se acercó a la ventana - No podemos arriesgarnos a que nos vean, por ello saldremos por aquí.
- No creo que sea buena idea, mejor salgamos por delante - dije abriendo la puerta. Mas al intentar salir, una cabellera castaña se asomó y sin cuidado alguno entró a la habitación.
- No se los recomiendo, la ventana es mejor opción ¿No Tom? - el mencionado entró con un casi inaudible "permiso".
- Es peligroso, pero lo más seguro para que no los vean - desvié la mirada al suelo evitando aquellos ojos verdes y sin vida a causa de la incómoda y extraña situación anterior.
- Largo - Todos préstamos atención, paralizados, a la única palabra, áspera y fría, que pronunció Stan sumidos en un silencio, procesando su significado. Como era de esperarse Camila fue la primera en protestar.
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Otro Cliché - 2° Temporada
ContoEllos crecieron con los cuentos de su padre, con la música de su madre, ellos crecieron con el amor que su familia les proporcionaban pero... Un día quisieron escribir su propia historia, tocar su propia música. Y qué mejor idea que hacer eso yend...