Rosa negra

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Trato por todos los medios de no dejarse arrastrar por un estado de ánimo depresivo o triste, pero le era algo difícil. Cuando sentía que se dejaría caer su mejilla sentía algo afelpado y sonreía como idiota, pues la muñequera, desde que le fue dada, había sido usada como adorno y no para jugar.

La situación familiar seguía igual, aunque fue divertido ver como Satsuki los regresó a su época infantil, pues en la noche del sábado está recorrió las cortinas de su ventana con la tabla que usaba para enseñarles las jugadas durante un juego, escrito con plumón negro: observa; este sólo levantó la ceja. Fue señal suficiente para que la chica pusiera música y comenzará a simular que cantaba y bailaba de una manera chistosa, se terminó la canción y siguió otra, cuando comenzó el intro Aomine la reconoció y la puso pues esta era un dueto, así ambos comenzaron aquel juego en compañía de la música. Al finalizar el acto, la chica ya se había quedado sin energías, se sentaron en las ventanas, hablaron y hablaron hasta que el sol comenzaba a dar indicios de salir. Ambos se despidieron con una sonrisa y un gran bostezo.

Desde esa noche continuaron con aquel ritual que solían tener de niños. Sin embargo, su sonrisa se iba cuando pisaba la sala.

Además de estar preocupado, ya que su carta de la semana no había aparecido, se encontraba ansioso. Ese día se sentía más distraído de lo usual, era miércoles y el entrenamiento matutino de ese día era el doble porque les darían la tarde libre. Cuando el timbre se dejó escuchar para el almuerzo noto que su muñequera no estaba en su muñeca, pego el grito en el cielo cuando eso sucedió, ¡no podía perderla al tercer día de haberla usado! Tanto la profesora como el resto de la clase se le quedaron viendo. Satsuki le preguntó qué le pasaba.

–Mi muñequera, ¿alguien ha visto mi muñequera?

Les describió como era, recibió una negación, se volvió a su hermana, pero esta le negó, pensó que quizá la había dejado en el gimnasio por lo que salió corriendo en su dirección. No encontró nada. Busco por los alrededores y nada, Satsuki le mandó un mensaje diciéndole que entre sus cosas no había nada. Preguntó y busco por toda la escuela, pero no la encontró. Algo desilusionado regresó para recibir la última clase. Al salir una chica de segundo se puso delante de él, el moreno la miró extrañado hasta que la joven extendió su brazo, abrió su mano para mostrar su muñequera.

La miró sorprendido, la tomo, le dio una gran sonrisa y un beso junto con un gracias gritado, la joven le sonrió como respuesta. Mientras revisaba que se encontrara en buenas condiciones la chica le decía donde la encontró y cómo lo busco para entregársela cuando escuchó que era buscada, pero no pudo buscarlo antes pues el profesor llegó.

Le volvió a dar un beso y agradecerle para después despedirse e irse.

Al día siguiente una rosa negra y su carta yacían en su mesa. Le extraño el color de la flor pues sabía el significado de ella. No le gustaba.

No pudiendo con la curiosidad decidió leer mientras comía y arriesgarse a un interrogatorio de parte de su chica. Satsuki le interrogó por ella. No le contesto pues se dispuso a leer.


Sabía que mi intento de conquista no serviría de nada. Lo sabía, aun así decidí arriesgarme, que iluso fui, ¿verdad?


El moreno no comprendía nada y menos cuando la carta no comenzaba con el típico ¡Nene!, además de notar como algunas gotas de agua manchaban el papel y en algunas distorsionaba las palabras, realmente no le gustaba esa carta.

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