Meteorito

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La noche estaba despejada y tranquila, una suave brisa arremolinaba las hojas de los árboles dándole al ambiente una música especial, inaudible para todos aquellos que vivían sus vidas trajinando sin parar, sin detenerse a contemplar el brillo fulminante de las estrellas.

Estrellas, brillando a millones de años luz, iluminando la clara noche sin una sola nube que las turbase, sin comprender que en ellas estaba escrito el mayor cambio que padecería la humanidad.

Todo empezó con un cambio en el viento, de brisa suave a gélido huracán, imperceptible, mientras el sonido de un trueno rompía la plácida música de los árboles.

Trueno sin tormenta, sin nubes… Ajena al mundo entero una estrella cae del cielo precipitándose contra la tierra sin poderse detener, o al menos eso pensaron aquellos pocos que pudieron verlo.

Un joven, paseaba tomando las manos de su esposa, ajenas del mundo que los rodeaba, señor y señora Swan, felices y disfrutando de la noche tranquila de Maine cuando sus ojos se abrieron asombrados cuando aquel pequeño meteoro tomó tierra con gran estruendo, no muy lejos de su posición.

Asombrados, sus pasos los guiaron de forma autómata hacia el humeante cráter, intentando comprender por qué el nítido llanto de un bebe llegaba a sus oídos con total claridad.

Quizás era un sueño, no podían discernirlo, en medio de aquel anormal agujero en la tierra hallaron a una pequeña berreando sin control. La señora Swan avanzó con prisa sin pensar en el terreno pantanoso que pisaban sus pies, con la única idea en mente de salvar a ese pequeño ser salido de no se sabe dónde.

Cuando por fin tomó a la pequeña en sus brazos, sin escuchar las súplicas de su marido que le pedía a gritos que no se acercara, envolvió a la criatura con su chaqueta y la meció con cuidado, calmando su llanto y provocando que abriese sus enormes ojos y los clavase en ella, robándole el corazón por completo.

Sus ojos castaños se clavaron en su esposo, con una súplica muda en ellos, provocándole un suspiro sabiendo que esa era una batalla que no podía ganar.

-Cath… No podemos quedárnosla, no sabemos de dónde salió, tenemos que llevarla a protección al menor…

-James… No tiene a nadie más… si la llevamos a protección al menor acabará en una casa de acogida… Es tan pequeña, no podemos abandonarla así

Un nuevo suspiro escapó de sus labios, cerró los ojos y masajeó sus párpados cansado puesto que sabía sin duda alguna que su esposa no cambiaría de opinión. Cath se acercó a traición a él depositando en sus brazos la pequeña de ojos enormes y aguamarina, curiosos y llenos de vida.

Una sonrisa tierna dibujó sus rasgos cargando en sus brazos a la pequeña, su esposa le había vencido, no podía desprenderse de ella.

-¿Y cómo la vamos a llamar?

-Emma, tiene cara de Emma Swan

SQ

15 años más tarde

La joven de cabellos castaños y mirada aguamarina tragó saliva con dificultad, sentada en la mesa del comedor con los ojos de sus padres clavados en ella, serios y con el ceño fruncido, se había metido en un lío y lo sabía.

Suspiró, escuchando sin querer el sonido del reloj, un tic tac proveniente del tercer piso imperceptible para el oído humano pero no para el suyo. Sentía como sus mejillas se enrojecían y como las palabras no llegaban a sus labios, sintiendo pesado el silencio sin saber muy bien cómo proceder.

Adoraba a sus padres, desde siempre supo que ellos la habían rescatado, dándole un nombre y una familia. Catherine y James Swan no se asustaron cuando a temprana edad empezó a demostrar tener habilidades fuera de lo normal, en cierto modo siempre lo supieron, desde el mismo momento que la vieron caer de las estrellas, aquella noche que decidieron agrandar su familia y darle a la pequeña Emma una oportunidad.

Desde temprana edad intentaron que su infancia fuese normal a pesar de sus dones, los mismos que tanto ocultaron de cara al mundo por miedo, no de su pequeña sino de la raza humana, asustadiza y dispuesta a arrebatársela, tenía que comportarse como una humana más y a sus 15 años había demostrado ser completamente incapaz de hacerlo.

Tras varios minutos que le parecieron horas, volvió a tragar con dificultad clavando su mirada aguamarina en ellos, intentando dibujar en ellos la mueca más dulce y tierna que consiguiera ablandarlos sin lograrlo ya que estaban realmente enfadados… Frente a ellos un periódico y en primera plana un titular y su foto elevándose en el aire sin dificultad.

¿Montaje o realidad?

Su padre carraspeó y golpeó la mesa con fuerza sobresaltándola, captando de repente toda su atención.

-Emma, por tu bien te hemos explicado hasta la saciedad que debes ocultar tus poderes… ¿A caso quieres acabar en un laboratorio, quieres que te investiguen, que te lleven lejos de aquí?

-Papá… No puedo evitarlo, es parte de mí

-Una parte de ti que por tu bien debes mantener oculta Emma, que sea la última vez que apareces en primera plana

Sin decir más, su padre se marchó enfadado dejándola con mil palabras en los labios que se convirtieron en un suspiro.

Frustrada, salió de su hogar a grandes zancadas, dejando el suelo lejos de sus pies, elevándose con el viento hasta sentarse en el tejado de su hogar, con los ojos fijos en las estrellas y mil preguntas sin respuestas arremolinadas en su mente.

Las horas pasaron sin que sus ojos se despegaran del firmamento, cuando sintió la suave caricia de su madre en su hombro, llenándola de inmediato de paz.

Cath se sentó al lado de su pequeña en el tejado, revolviendo sus cabellos y rodeando sus hombros con sus brazos. Suspirando, Emma apartó su mirada de las estrellas, susurrando sus dudas…

-¿Por qué mamá? ¿Por qué no soy como todo el mundo?

-"/No lo sé pequeña, solo sé que eres un regalo de las estrellas… sé que estas destinada a hacer grandes cosas pero aun no estás lista

-¿Por qué padre no quiere que sea yo misma? No tienen por qué atraparme, no me alejarán de aquí

-Tiene miedo de perderte Emma, yo también lo tengo… Debes ser cauta, llegará tu hora, pero no será hoy

La joven apoyó su cabeza en el hombro de su madre, dejándose mecer por su abrazo protector, pensando en sus palabras, en el sentido de estas… ¿Estaba ella destinada a la grandeza? Solo el tiempo y el destino la pondría en su lugar.

StargirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora