Ella era invisible a ojos de todo el mundo en el bufete, todos con sus quehaceres, acelerados y ansiosos por sacar adelante los mil casos que llegaban a sus mesas mañana sí y mañana también.
Pasaba desapercibida, era mejor así, nadie pasaba más de dos minutos mirándola fijamente por lo que su disfraz de becaria terminó siendo la mar de efectivo.
Desde su mesa donde se dedicaba a archivar papeleo atrasado de Regina, atender a todos sus pedidos y exigencias, a menudo con exasperante lentitud y sonrisa insolente, sacando a la morena de quicio y ganándose algún que otro grito y mirada furiosa que únicamente provocaban en ella una sonrisa interna, adoraba ver el genio de la morena, aprender a conocerla desde su escondite, escuchando cada una de sus conversaciones, memorizando los rasgos de su rostro, nítidos a su mirada a pesar de las paredes que las separaban.
Su pasatiempo favorito se volvió contemplar cada faceta de Regina con el corazón en un puño, no había podido olvidarla, había sido la primera y a menudo se preguntó dónde estaría, que habría hecho con su vida al otorgarle aquella segunda oportunidad… Internamente no podía estar más orgullosa de ella, con los años se había convertido en una abogada implacable, una luchadora nata que jamás se daba por vencida defendiendo la justicia con mano de hierro, defendiendo ideales nobles que hacían latir el corazón de la joven de mirada aguamarina que no apartaba sus ojos de ella, como si fuese un imán, atrapada por el magnetismo que desprendía, por su carácter duro y fuerte pero sobre todo, sonriente ante la simple mención del personaje de moda en Storybrooke, Stargirl.
Eran pocas las ocasiones en las que había penetrado en el despacho de Regina, solo cuando esta solicitaba un café o su presencia para recoger algún que otro papel. Regina la evitaba deliberadamente ya que Emma había demostrado en más de una ocasión tener facilidad para sacar su mal genio a relucir y provocarle jaquecas.
Esa mañana fingía estar enfrascada en un papeleo que había terminado hacía días pero retrasaba entregarlo para medir la paciencia de su morena, cuando su oído atento a cada movimiento de Regina captó como esta descolgaba el teléfono y marcaba su extensión, había memorizado el sonido de los dígitos para saber cuándo la llamaba a ella y así poder tardar en responder jugando con sus nervios.
El teléfono de su escritorio empezó a sonar mientras ella se estiraba con una sonrisa, adoraba enfadar a Regina, era lo más emocionante de su vida como Emma Swan.
Calculó cuántos timbrazos hacían falta antes de que se cortara la comunicación y, justo antes de que eso pasara, descolgó el aparato mientras respondía sin poder parar de sonreir al escuchar el bufido ansioso de su interlocutora al otro lado del teléfono.
-Swan, a mi despacho, ahora
-¿Ahora? Ahora no puede ser, estoy ocupada… haciendo nada
Nuevamente esa sonrisa mientras escuchaba como Regina mascullaba una serie de improperios e insultos antes de susurrar de forma gélida, gesto de que había perdió la paciencia por completo y empezaba a nadar en aguas peligrosas.
-He dicho ahora… tiene dos minutos
Colgó, desde su puesto pudo escuchar resoplar y ver como se llevaba las manos a las sienes, seguramente padeciendo jaqueca. Tragó saliva y se levantó de su silla de un salto, poniendo rumbo al despacho de su jefa en el que entró con una sonrisa de suficiencia en los labios.
Casi por acto reflejo, sus ojos aguamarina se clavaron durante unos instantes en el único cuadro que adornaba la estancia, una de las primeras fotografías de Stargirl en la primera plana de un periódico, enmarcado y adorando el despacho de Regina.
Sabía que la morena pensaba en ella casi tanto como Stargirl no podía sacársela de la cabeza mas siempre mantenía el silencio, temiendo que le temblara la voz, temiendo ser delatada por semejante estupidez mas no fue cautelosa, no mientras Regina la fulminaba con odio grabado a fuego en la mirada.
Decidió romper el silencio que se arremolinaba entre ellas y le resultaba demasiado pesado, diciendo cualquier cosa, lo que pasara en esos instantes por su cabeza.
-Buenos días señorita Mills, aquí estoy, como un reloj
-Las sentencias del caso Fletcher, tenían que estar en mi mesa esta mañana ¿Dónde están?
-Pues en mi mesa, por supuesto ¿quiere que se las traiga?
Las mejillas de Regina se tornaron rosadas, la rabia se apoderó de sus gestos frustrada porque no podía despedir a esa maldita becaria que caminaba por su despacho con aires de grandeza, el señor Gold le había advertido, la señorita Swan se quedaba en nomina como su becaria le gustase o no. No pudo evitarlo y escupió sus palabras con veneno y rabia sin apartar la mirada de esos ojos azules que, sin saber bien por qué, conseguían desestabilizarla unos instantes.
-No conozco a nadie más inútil que usted señorita Swan… ¿En qué pensaba? ¿A caso no le importa que por un error nuestro ese delincuente quedé en la calle? ¿No le importa nada la justicia de la ciudad?
-Claro que me importa, aun no se acabó el plazo para presentar la sentencia en el juzgado, tranquilícese Regina
-Es señorita Mills para usted… Tráigame el documento y no se quedé embobada como una idiota delante del cuadro como al entrar
Una risa cristalina, nerviosa escapó de sus labios sin apartar su mirada de Regina, la había pillado contemplándose a sí misma en esa fotografía y no sabía cómo salir de la situación.
-¿Por qué querría contemplar a Stargirl? Solo es una payasa que va por ahí en mayas sintiéndose superior… ¿Por qué la tiene decorando su despacho?
-Eso no es de su incumbencia, traiga la sentencia y desaparezca, no quiero verla en lo que resta de día
Sin más, Regina dejó de prestarle atención, enfrascándose de su ordenador mientras desaparecía del despacho sin poder dejar de sonreír, como siempre que podía sentir el especial aroma a manzana que Regina desprendía.
Cuando la puerta del despacho de cerró, la joven abogada suspiró agotada mientras volvía a masajear su sien, la jaqueca hacía estragos. Sus ojos oscuros cargados de determinación se posaron en la fotografía y sonrió, solo se permitía permanecer débil ante el rostro cubierto por un antifaz de Stargirl.
Quizás nadie lo entendiese, la tacharan de loca o soñadora pero desde aquella noche en la que vio su vida perdida, a punto de perecer entre las llamas hasta que la fuerza sobrehumana y la calidez de la joven superheroína la sacaron de las llamas, esa noche volvió a nacer y lo sabía, decidió que ya que la vida le dio una segunda oportunidad la iba a aprovechar para hacer lo que creía justo, lo que Stargirl defendía con sus ideales…
Desde esa noche se volvió su guía, su camino a seguir, durante años estuvo atenta a la trayectoria de la joven apodada el milagro de Storybrooke, con los ojitos brillantes sin poder dejar de pensar que, aunque nadie más que ellas lo supieran, fue ella la primera en ser rescatada por la joven de cabellos azules y mirada penetrante.
Su devoción por la muchacha creció con los años y la simple mención de su becaria, tachandola de forma despectiva como una payasa había conseguido herirla… Odiaba a Emma Swan, no lo podía evitarlo, en los meses que llevaba en la oficina su vida se había vuelto un infierno con esa mujer de ojos azules y cabellos dorados revoloteando por todas partes con una sonrisa en los labios, esa mujer orgullosa que se enfrentaba a ella, que no bajaba la mirada ante su ira, que siempre sabía cómo rebatirle, contestarle y sacarla de sus casillas…
Suspiró una vez más mientras susurraba para sí misma, sin apartar su mirada del rostro de Stargirl en aquella fotografía…
-Ojalá me pareciese un poco más a ti
Sin saber que, en su despacho, la misma muchacha a la que admiraba y por la que vivía su vida intentando traer al mundo justicia, sonrió escuchando su súplica susurrada en la soledad de su despacho.
Un pensamiento pobló la mente de Emma en esos instantes, no, Regina no se parecía a ella, Regina era una heroína real, enfrentándose a la vida y a los villanos a cara descubierta…
Una idea descabellada pasó por su mente, quizás podía hacerla un poco feliz, ya era hora de que Stargirl visitara a la muchacha de cabellos oscuros y ojos café que cambió su vida para siempre.
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Stargirl
FanfictionAU SwanQueen, ScyFy. Ella llegó delas estrellas una noche tranquila para cambiar el destino de la humanidad, sin saber que unos ojos marrones como el café se convertirían en su única debilidad. Una mezcla loca de swanqueen y DC cómics