Capítulo 3: "Romper"

244 14 7
                                    

El vacío nos quedó

Lali.
La ropa que llevaba puesta me recordaba mucho al día que salimos por primera vez: vestido color crudo, con escote en V  y por las rodillas.

-¿Por qué me la hacés tan difícil? ---fue su primera pregunta cuando entró---.

-¿Yo te la hago difícil?

-Sí, vos me la hacés...

-¿Yo?

-...difícil.

Suspiramos los dos. Me crucé de brazos y me quedé mirándolo fijo, sabiendo la montaña de palabras mezcladas que nos tiraríamos.

-Me la estás haciendo difícil ---devuelve---. ¿Todos los planes que teníamos? ¿Los viajes, las salidas?

-No, bueno. Golpes bajos... te pido por favor que no.

-Lo que siento no son golpes bajos. Sabés que te amo.

-Bueno te acordaste tarde ---resalté la última palabra mirando mi reloj---. Bastante tarde.

-¿Tarde para quién?

-No tengo más ganas de que me mientan en la cara. Me cansé.

-No te estoy mintiend-yo JAMÁS te mentí ---increíblemente él estaba más alterado que yo---.

-¿No?

-NO.

-No grites. ¿No estuviste con Mía?

-¿Pero me vas a culpar por haberte ocultado que...

-¿Estuviste con...

-No.

-...Mía? ¿sí o no?

-No.

-Me vas a seguir mintiendo.

-No estuve con Mía nunca.

-Bueno si vas a seguir... si me vas a seguir mintiendo, andate. Andate.

-Nonono, vos le vas a creer al imbécil de Agustín sólo porque escuchaste que cuando hablábamos por teléfono él dijo que estuve con Mía. ¿Le vas a creer a él?

-Me lo dijo ella ---levanté las cejas con superioridad, logrando que cerrara la boca por unos segundos---. No decís nada. Ahora que tenés que hablar no decís nada.

-Estuve una vez ---largó, haciéndome sentir la persona más inocente del mundo---. Estaba muy mal ---empezaba a excusarse---, vos y yo estábamos peleados ---seguía---. Cuando... ---frenó. Tragó en seco. Suspiró---. No llores Lali, por favor. Perdoname, estaba muy estresado, muy...

-Estabas ---asentí, con la cara mojada y probablemente el maquillaje corrido---. Vos solo ---reí irónica---. No sos el único, Santiago. ¿Ves tu parte nada más? Lo que me pasa a mí...

-Sí lo veo ---interrumpió---, perdoname. Vine a arreglar esto...

-No funciona así, yo no hago un click y se borra todo.

-Bueno no...

-No funciono así. Si a vos te sale...

-No te olvides, no me perdones. Pero te pido por favor... que pienses en lo que hablamos hace un mes, del viaje a Estados Unidos. Nosotros dos...

-¿Vos escuchás cuando te hablo?

-S...

-¿Me escuchás?

-Te estoy escuchando.

-¿Me estás escuchando? ¿Qué tiene que ver lo que estás diciendo? ¿Qué tiene que ver? Te estoy hablando de otra cosa.

-¿De qué? ¿De qué me estás hablando? Lali, te estoy escuchando, y te voy a bancar hasta que se te pase el enojo.

-Ah bueno la que me faltaba ---cubrí mi frente sin poder creerlo mientras caminaba de un lugar a otro seguida de sus ojos claros---. Es... es genial lo que hacés, víctima.

-A ver... Hagamos una cosa. No vayas a lo de tus viejos. Vamos a cenar, tomamos una copa...

-No puede ser.

-To-tomamos una copa, cambiamos de aire, hablamos tranquilos. ¿Puede ser?

-Yo...

-¡No exageremos!

-¡¿Exagerar?! ¿Qué decís, Santiago?

-¡No es para tant...

-Ay no, no puedo creer que no registres nada ---mi voz estaba muy quebrada. Tanto que hasta ni yo entendía lo que decía---, ¡no registrás nada!, no lo puedo creer. ¿No te das cuenta cómo estoy yo? ¡Hace semanas que vengo levantando la mano, diciendo "no puedo más", ¿no te das cuenta de eso?! ¿Podés registrar UN POCO lo que me pasa a mí también? BASTA, no puedo más, de verdad no puedo más ---se lo decía mientras me ponía una mano en el corazón---.

-Vamos a hablar tranquilos.

-No quiero hablar más, ya está, me cansé.

-Pero vos sos lo más importante que tengo en la vida, Lali.

-Noo, ya está, ese discurso... Ya está.

-¡¿Qué discurso?!

-Ya está.

-Ya está... ¿qué significa "ya está"?

-Te tomo lo del aire que dijiste. Cambiemos de aire, hagamos eso Santiago, dale ---volví a la puerta e hice lo de siempre: esperar que salga---.

-Supongo que no querés hablar conmigo nunca más.

-Suponés bien, andate ---le dí un empujón que lo sacó del departamento y después de cerrar la puerta me deslicé en ella para quedar sentada en el piso, con las rodillas dobladas y mi cara escondida. Ahí... donde nadie en el mundo me podía escuchar llorar---.

Único - BenjaliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora