Me tenía en la cama, las piernas bien abiertas mientras succionaba mi clítoris e iba penetrándome primero un dedo, luego dos, hasta que me metió, con un poco de paciencia toda su mano en la vagina, era algo indescriptible, creo que nunca había tenido tantos orgasmos juntos, en el último incluso pareció que me hice pis.
- Mmmm... Eyaculaste, eso es hermoso de ver. No todos los hombres lo logramos hacer en las mujeres.- Dijo muy complacido.
- Eso estuvo alucinante- Dije con la voz y la respiración cortada.
- Ahora va a venir lo bueno, pequeña. Ya estás bien húmeda y dilatada para mí.- y con eso fue metiendo su enorme pene en mí.
Se movía deliciosamente mientras chupaba y mordía mi cuerpo. Yo paseaba mis manos por su ancha espalda y mordía sus hombros para calmar mis gemidos cada vez más altos debido al placer enloquecedor que estaba sintiendo.
Cuando menos me di cuenta, ese gran trozo de su hermoso y enorme cuerpo estaba todo dentro de mi cuerpo y yo no podía dejar de gritar de placer. Él empezó a dilatarme atrás, sabía que lo quería también ahí.
Se detuvo y me miró a los ojos. Tenía la cara roja y todo el cuerpo bañado en sudor, seguramente yo estaba igual.
- Me dejarás entrar por ahí también?- Preguntó algo desconfiado.
- No puedo esperar a sentirte ahí.- Le dije con los ojos oscuros, nublados de deseo.
- Túmbate boca abajo completamente. No levantes tu cuerpo, me gustan sumisas en esta posición.- Dijo autoritario.
- Puede que te lleves un chasco, soy muy demandante en ese terreno sexual.- le dije dándome la vuelta como me pidió.
Comenzó a buscar mi entrada y cuando la encontró preguntó qué tan demandante era.
- Sólo lo quiero profundo, rudo y que mantengas el ritmo hasta el final.-
- No tienes miedo que mi tamaño te lastime?-
- Para nada, disfruto mucho con esos tamaños, aunque nunca tuve unobtan grande, el anterior no tenía mucho que envidiar.- Le dije guiñando el ojo.
- Prepárate.- Dijo para hundirse completamente en mí.
Me volvía loca de placer. Cuando estaba por terminar cambio a mi vagina y terminó dentro de mi cuerpo.
Lo hicimos un par de veces más y se fue a su habitación. Ni bien cerró la puerta yo me metí al baño, después de cuatro rondas apestabamos los dos. Salí del baño y me fui a la cama.
Me desperté a las seis de la tarde por unos toque en la puerta. Era la recepcionista, era oficial, iba a morir en cuanto le abra la puerta.
- Oye linda, qué tal te fue con el tipo ese? Por tu cara y el hecho de que ya casi anochece y no bajaste, veo que más que bien, no?- Dijo hablando apurada.
- La pasé genial, me agotó, lo hicimos cuatro veces. Me duele todo el cuerpo y sí, me acabas de despertar.- Dije algo enojada.
- Discúlpame, solo quería saber si seguías viva. Por cierto el tipo esta mañana se fue y ya no volvió. Vinieron unos hombres y se llevaron las cosas de su habitación.- Dijo algo apenada.- Espero que eso no te desilusione.-
- Para nada. No suelo repetir el sexo con nadie, tiene que ser realmente fabuloso para que me sienta tentada a buscarlo otra vez. Por cierto... Sabes dónde hay una farmacia?- Pregunté recordando que el condenado idiota no es puso protección, espero y no me contagie de nada.
- Si. Saliendo del hotel, sigues a la derecha tres cuadras y ahí está.- Dijo muy animada.
Se fue y yo me puse ropa. Salí del hotel directo a la farmacia, hablé en inglés para pedirle la pastilla del día después. Me la tomé ni bien salí, debía recordar la otra dosis que tomaría a la hora que me dijo la farmacéutica.
Comí mi desayuno-cena en un local bonito y volví al hotel.
La chica de la recepción, que ahora sabía que se llamaba Mary, me dijo que esperaban a unos hombres de negocios para la semana que siguiente. Yo le dije que planeaba quedarme un mes, así que si buscaban acción les diera el número de mi habitación.
Fui a la farmacia y compré la bendita pastilla del día después que por cierto eran dos. Las tomé como indicaba el envase. Ya con eso estaba un poco más tranquila.
Una semana después llegaron los tipos de negocios. Unos italianos condenadamente hermosos, pero lo que tenían de lindo, definitivamente lo tenían de amargados. Ninguno gustaba de sexo casual, incluso dos llevaban anillo de casados.
Llegó el fin de semana y estaba desilusionada. Un nuevo récord, pasé la semana sin sexo, iba a morir de síndrome de abstinencia. Mis manos no calmaban las ansias de ser penetrada salvajemente.
Ese mismo fin de semana llegó un tipo, con muchos tatuajes y piercings, de aspecto rudo... Podía imaginarme lo que sería en la cama, ya había estado con unos tipos así, eran en general, muy buenos en las artes sexuales.
Era casi de noche, bajé a recepción y justo el tipo estaba hablando con la recepcionista.
- Y dime, linda... Quieres pasar un buen rato? Te ves como esas nenas que necesitan atención de alguien como yo- le dice en tono seductor.
Ella suelta una risita algo nerviosa, lo mira a los ojos un poco colorada, creo que la muy monja tiene vergüenza. Ja! Es casi vergonzoso sentirse intimidada por una propuesta así de caliente.
- La verdad, estoy en una relación estable con mi pareja, ya llevamos varios años juntos... Y, además, por protocolo del hotel, se me prohíbe tener relaciones casuales con los inquilinos de aquí. Es decir, cero sexo con hombres o mujeres vinculados al hotel. Pero... Si quieres puedo darte el nombre de alguien que se hospeda aquí- Dijo ella. En ese momento salí de mí escondite, me sentía culpable por haber escuchado la conversación. Pero como buena artista, aparecí delante de ellos haciéndome la que consultaba mis redes sociales entre el celular. - Es ella- Le dijo al tipo mientras me señalaba.
Al tipo casi se le salen los ojos cuando me vio. Tenía puesto un vestido que llegaba justo donde termina la curva de la cola, es decir, me agachaba y se me veía todo. Tenía unos tacones aguja de vértigo con plataforma, el taco tenía casi veinte centímetros. Sí, lo sé, ropa bien de prostituta. Pero qué le vamos a hacer... Es la ropa que me gustaba llevar puesta cuando buscaba sexo.
El tipo no perdió tiempo, llegó a mí lado, me pasó la mano por la cintura y dijo con su boca pegada a mi oído - Hola, nena. Me dice esta mujer que tú gustas de sexo ocasional y yo estoy dispuesto a satisfacerte-
- Mmmm, la verdad, eso es lo que me gusta. Según mí psicólogo tengo un mal que se llama ninfomanía, según yo, sólo me gusta disfrutar del sexo sin compromisos, cuando quiero, donde quiero y con quién yo quiero.- Le digo con una sonrisa.
- Cuándo podemos quedar? Estoy impaciente por mostrarte lo que te puedo hacer sentir.-
- Está bien. Yo iba de salida a buscar un lugar para cenar. Podemos quedar entre dos horas. En tu habitación o entidad la mía?- pregunto mirándolo a los ojos. Tiene unos raros ojos color gris claro.
- En mi habitación. Tengo un par de juguetes que puede que te interese usar- Me dijo. En ese momento me picó el bichito de la curiosidad
- Qué tipo de juguetes? Dímelo así estoy preparada mentalmente para lo que se viene.- pregunto un poco exitada ante la idea de usar juguetes.
- Puede que tenga algún que otro vibrador, unas cuantas esposas, algunas pinzas para pezones y clítoris, dildos dobles con movimiento, aceites lubricantes... Y algún que otro juguetito más-
Jadeé con la idea de que use esas cosas en mi cuerpo y tuve que parar mis piernas porque mi femineidad tenía vida propia y ya había hecho estragos en mi ropa interior.
Me despedí del tipo y de la recepcionista que me miraba como queriendo decir queme estaba metiendo en la boca del lobo, pero la verdad, todos esos juguetes los conocía, de hecho,yo tenía toda clase de juguetes en mi casa. Tenía una habitación llena de estantes con toda clase de juguetes y aceites.
Salí derecho al restaurante a cenar y una hora después estaba entre mi habitación dándome un baño y pasándome crema hidratante con olor a vainilla.
Cuando el tipo tocó la puerta yo ya estaba más que lista para ir con él. Me llevó de la mano a su habitación, que estaba en el piso de arriba.
Abrió la puerta y sobre la cama había toda clase de cosas. Lo que más me gustó fue un vibrador de unos veinte centímetros con masajeador de clítoris, yo tenía uno igual, pero en morado, el de él era negro. Qué fetiche tienen los hombres con que los penes grandes deben ser negros?
Dejando eso de lado, tenía unas cuantas esposas de cuero, de metal y de raso.
Pasé una noche excelente con él. Usó los vibradores, me penetró con uno mientras teníamos sexo, simulando una doble penetración. Cuando llegué a mí sexto orgasmo de la noche, él decidió que ya estaba por demás de cansado, me hizo poner de rodillas con el vibrador doble enterrado en mi cuerpo y la vibración activada, para que yo le diera sexo oral mientras yo disfrutaba de su juguete.
Cuando terminamos, agarró todos los juguetes que usamos, los esterilizó y los metió en un maletín que había debajo de la cama. Me duché en su habitación y una hora después fui a dormir a la mía.
Al otro día el tipo me buscaba para repetir lo de la noche anterior, le dije que no se ofenda, pero yo no repetía, pero que si no conseguía a otro en esos días iba a buscarlo para que vaya a mí habitación y le iba a enseñar cómo divertirse sin juguetes.
Pasó la semana y no encontré a nadie... Iba a tener que repetir con él. Lo fui a buscar y lo llevé a mí habitación. Lo hicimos en varias posiciones del Kamasutra, amaba ese libro. Después, para la segunda ronda saqué mi libro de sexo tántrico y ahí lo dejé noqueado, dijo que nunca había tenido un orgasmo tan intenso como el que tuvo cuando hicimos el tántrico.
Al otro día comencé a buscar lugares nuevos para visitar, en una semana me iba ya que mi visa expiraba. No me decidía por ningún lugar hasta que la recepcionista me dijo que entre una ciudad de Rusia había un local de intercambios sexuales. Encantada con la idea, lo busqué en Internet, busqué un lugar para hospedarme en esa ciudad y encontré todo.
Armé mi valija, pagué la estadía y me fui a esa dichosa ciudad, feliz de la vida por haber encontrado un lugar así...
Tomé un ferry que me dejó en La estación de la cuidad cuyo nombre no podía pronunciar, malditos rusos y su condenado idioma! El ferry paraba a siete cuadras del hostal dónde me iba a alojar y el bar BDSM donde se practicaban orgías además de sumisión, estaba a doce cuadras del hostal. Abría de jueves a domingos para orgías y todos los días para BDSM. Por mala suerte ese día era martes, por lo cual tenía dos días para esperar. Decidí ponerme ropa de cuero e ir al bar. El hombre de la entrada me miró y me dijo algo en ruso, yo le dije en inglés que no le entendía.
- Turista, me caes bien chica. Lo que te dije antes fue que no te dejes por los viejos babosos ya que no traes identificación de pertenencia.- abrí los ojos ante eso.
- Vine esta mañana, en realidad vengo a ver el local, yo vine desde otra ciudad, estaba de viaje y me dijeron que este era un bar de orgías.-
- Si, es así, sólo que ese servicio se da de jueves a domingos. Hoy es sólo BDSM.-
-Ok, no creo que me haga mal entrar y tomar algo para ver el local.- Dije con una sonrisa.
- Entonces... Aguarda- Dijo mientras revolvía en una cartera que tenía colgada al hombro. Sacó una pulsera con un dije con el logo del local en fondo negro- Esto te identifica como cliente ocasional, así nadie tratará de que seas su sumisa.-
- Gracias! Sé que esos contratos por lo general son largos, a mí se me vence la visa el lunes, por lo cual el sábado en la noche me estoy yendo del país.-
Entré al bar, un típico bar gótico, todos vestidos de cuero. Algunas mujeres le daban sexo oral con ganas a sus amos, otras eran penetradas por los dedos de éstos. Otras estaban a horcajadas sobre sus amos mientras ellos mamaban los pechos de sus sumisas como queriendo sacarles leche.
Me acerqué a la barra y pedí un ron con hielo. El barman me miró de arriba abajo y luego su vista se detuvo en mi pulsera.
- Chica lista, vas a ver y no te vas a involucrar... De este mundo nadie sale.- Me diji en un tono extraño.
- Te equivocas guapo.- le dije con una sonrisa mientras le guiñaba un ojo.- Soy, actualmente, residente de Estados Unidos, mi visa expira el lunes. Si hubiera venido hace tres semanas, hubiese mandado al diablo esta basura de pulsera que me impide la diversión- me miró con los ojos como platos- si, me gusta este mundo... De hecho, en mi país soy socia de un club como éste. Apenas crucé la puerta y vi de que se trataba este mundo no dudé en hacerme la tarjeta de socia. Ya tuve varios amos y adoro cuando me atan y azotan con fuerza en el trasero.-
Tomé mi ron mientras el barman me miraba horrorizado. Creo que no creía que yo fuera de esas mujeres.
- Dame otro. Estoy un poco ansiosa por no poder participar de la diversión... De hecho, vine para participar el jueves y el viernes de la fiesta.- Ahí sí que me miró con cara de lobo hambriento.- si no tienes inconvenientes, podemos pasarla bien cuando termine tu turno.- Le dije sugerente.
- Si no tienes inconvenientes te espero en diez minutos en el baño.- Me dijo guiñándome el ojo.
- Que sea ahora.- Le dije tomando de un solo trago todo el contenido de mí vaso.
Llegamos al pasillo que da a los baños besándonos como desesperados. Abrió la puerta del baño y me susurró al oído "veamos de qué estás hecha, princesa", me dio vuelta, quedando yo de espaldas con las manos apoyadas a la pared, me hizo abrir las piernas y me dio un azote fuerte en las piernas que me hizo gemir y humedecer mí vagina.
- Creí que no te interesaba este mundo- le dije con un jadeo
- Mira, belleza si trabajo en un bar de sumisión es porque me gusta este mundo.- dijo con una sonrisa -adoro azotar y atar a mujeres calientes como tú.-
Me hizo dar vuelta, agarró mí cara y me besó lleno de lujuria, hizo que enredarse mis piernas en su cadera, sosteniéndome contra la pared, me agarró por las muñecas, dejando mis brazos sobre la cabeza, me corrió la ropa interior y me penetró salvajemente haciendo que terminaramos los dos juntos.
Salimos del baño y cada cual volvió a lo suyo.
El jueves y el viernes volví al bar. El viernes que fue mí último día, conseguí entrar a una habitación con tres hombres, una experiencia por demás de sensual. Mientras dos me penetraban yo le daba sexo oral a otro, fueron rotando hasta que los tres estuvieron una vez cada uno en cada orificio follable de mi cuerpo. Al final, me tomé tres exquisitos tragos de semen. Uno sabía salado, otro era algo amargo y otro era dulzón, pero terminó dejando una sensación de acidez en mi boca. Agradecí la sesión de sexo. Fui a la barra, me tomé dos o tres mojitos y me metí en el baño con el barman que disfruto de mis artes anales hasta que terminó descargándose en mis pechos.
Salimos del baño, pagué la cuenta y me fui al hostal. Mañana tomaría el avión a alguna parte de Islandia.
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Una ninfómana recorriendo el mundo
Roman d'amourSólo soy una chica común... Pero no soy una chica más, mis parejas sólo son uno más. Recorre conmigo el mundo y vivamos cada una de mis aventuras. Descubramos juntos el sado, el tantra y algunas otras cosas que pasen por la mente de mis futuras víct...