Capítulo #4: Respuestas cercanas

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Todomatsu tuvo que luchar para no quedarse con la boca abierta. El joven que había ingresado a la habitación era el fiel retrato de su segundo hermano mayor, solo que con algunas modificaciones.

Como las orejas negras de lobo en su cabeza y esa cola que se mantenía quieta en su lugar. Rígida. La luz de la luna incluso le permitió divisar dos colmillos afilados que se lucían en la parte superior de su boca cuando ésta fue abierta para hablar.

—¿Qué es lo que no me va a gustar, Ichiko?—preguntó otra vez con impaciencia. Todomatsu tragó saliva en su lugar. Realmente no podía decidir si volver a la pesadilla o quedarse despierto.

—Kara, escucha, el niño acaba de tener una pesadilla y creo que sería mejor dejarlo descansar porque...—Empezó ella, dirigiéndose al contrario que pareció dirigirle una mirada severa que la plantó en su lugar.

—Yo no quería traerlo aquí y lo sabes, así que espero que me respondas lo que te pregunté ¿Qué es eso que no me va a gustar? Porque no saberlo ya hace que no me esté gustando—insistió y Todomatsu pudo oír entre sus palabras un par de gruñidos camuflados.

Ichiko suspiró.

—El niño se cruzó con otro licántropo—murmuró, rascándose la nuca y desviando la mirada. Cerró los ojos cuando el bramido del lobo resonó en las cuatro paredes de la pieza. Una vez pasado eso, fue ella quien gruñó y le miró con reproche—. ¿Lo ves? Odio cuando te pones así. Pareces más lobo que humano.

—¡Que así sea! ¡Debo ser lobo para protegerte! ¡¿Cómo quieres que esté tranquilo cuando sigue habiendo más cómo yo?! Esos malditos traidores...—masculló entre dientes, logrando que la mirada violácea fuera empañada por unas lágrimas.

—Kara, nos mudamos a este bosque para estar en paz...—susurró, tratando de hacerle recapacitar, sin embargo, él estaba negado a ello. Todomatsu solo observaba todo en silencio, intentando captar toda la información posible que pudiera permitirle saber quien era su enemigo como quien no.

—Ichiko, mientras haya más licántropos aquí, entonces no podremos estar en paz. Probablemente ese lobo del que habló este chico está buscándote. Sabes que allá llevan contadas las ejecuciones de cada bruja y tú no...

—¿Qué? ¿Qué no figuro en sus meticulosos papeles? Pues no. Pude escapar, ¿y recuerdas cómo lo hice? SOLA—recriminó, pues Todomatsu pudo sentir en su propia piel el veneno que cargaba esa última palabra. Tenía muchas ganas de escabullirse y huir, así se encontrara al otro hombre lobo, pero Ichiko continuó hablando e hizo que su atención se desviara a ella. Poder de bruja, quizás—. ¿Y recuerdas, también, porque estaba sola cuando sucedió la masacre? Porque MI GUARDIÁN estaba EN CELO con una MALDITA HECHICERA—gritó, y lo hizo tan fuerte que Todomatsu pudo oír a la distancia como unos cristales chocaban.

Kara solo se mantuvo en silencio hasta que esos tintineos dejaron de sonar.

—Yo seré más lobo que humano, pero tú te estás yendo más a lo demoníaco que a lo brujo—dijo, señalando hacia atrás—. ¿Te das cuenta de que acabas de mover tus estanterías con tus gritos celosos? Si dejas que tus emociones te dominen, perderás la razón y el diablo va a...

—A tomar posesión de mí y a llevarme al infierno, donde me borrará la memoria y me hará su esclava, seré puta y asesina para las pobres almas que lleguen a su reino, sí, sí... Ya me sé esa historia—Se cruzó de brazos, habiendo olvidado por completo que Todomatsu estaba detrás de ella, oyendo a la perfección toda la discusión que estaban teniendo—. Pero, ¿sabes? A veces pienso que, si Lucifer me tomara, sería lo mejor. Después de todo, debe aburrirte estar conmigo, ¿no? Por eso tu especie decidió traicionar a mi raza, decidió vendernos, mutilarnos...

Con los colmillos en el cuelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora