Capitulo 3

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Quién da paz recibe paz. Pensaba cada vez que tomaba la vida de algún pecador. Para él todos los seres humanos llevan a cuestas innumerables pecados. Algunos podían ser pasados por alto. Mientras que otros debían ser pagados con la vida.

__Ven aquí mi conejito__ grita una voz salamera al fondo del corredor de un hogar sustituto.

__Muévete o te iremos a buscar__ otra voz acompaña a la primera. Eran las hermanas Montgomery. Estas dos angelicales mujeres de edades maduras abrían criado a innumerables niños y niñas.

Un pequeño de nueve años camina lentamente hacia el origen de los gritos. Con la cabeza baja y los ánimos en el suelo se dirige sin tener más opción. Entra en la habitación. Tembloroso y apenado se detiene sin levantar la cabeza. Una mano le acaricia el rostro y palmea suavemente sus hombros.

__Acércate__ dice Louise tocando lascivamente la sabana. Por su parte Eva toma al indefenso a la fuerza y lo arroja sobre las frías sabanas. Todavía tenían impregnado el asqueroso olor a fluidos corporales. La pobre criatura cruza sus brazos. Como si eso le sirviera de algo. Eva siempre de tosca y sádica, toma los brazos del pequeño y los sujeta atrás de su espalda. Él se queja. Le duele. A nadie le importa. Louise se dispone a descubrir su sexo. Lo deja libre frente a la mirada ya acostumbrada de aquel a quien le habían robado la inocencia ya hace un par de meses. Él ya sabía su deber. Su maldita obligación. Su lengua era lo que el demonio vestido de mujer deseaba. Eva observaba, Eva también debía extasiar a su hermana. Después sería su turno. Ya él pequeño había aprendido a soportar el asco, a no vomitar. No debía cerrar lo ojos. Debía decir palabras soeces. Si quería comer, si quería dormir en una cama, debía ser el conejito de las dos hermanas. Hasta cuando tendría que sufrir las depravaciones y perversiones de las incestuosas hermanas. Pasaron meses. Muchos días de golpes. Violaciones y toda clase de humillación le fue realizada.

La mente del pequeño King no concebía como se podía infringir dolor a tu prójimo y sentarse cada domingo a rezar en la iglesia cercana a la casa Mongomery. Muchos hablaban y chismeaban sobre la soltería y falsa beatitud que propagaban este par. Lo cierto es que ellas calmaban su sed de placer sobre los cuerpos indefensos de los varoncitos a su cuidado. Si varoncitos. Les excitaba ver sus pequeños cuerpo no desarrollados, sus dientes de leche y voces aun de niña.

Un buen día King se escapó. A la edad de catorce años se armó de valentía. Corrió hacia la libertad no miro atrás. Nunca olvido. Vivió como pudo por un par de meses hasta ser otra vez devuelto a su hogar sustituto. Regreso a la casa Montgomery. Él no se atrevió o no quiso a contar lo que sucedía. Decidió callar. La oración se convirtió en su guía. No necesitaba a otros seres humanos para vivir. Ya él no era el mismo. Diez días después de su regreso. Una noche cualquiera, el fuego consumió en su totalidad la casa de las hermanas. King roció en la oscuridad de la noche toda la casa. Aprovecho el sueño profundo de este par. Roció con gasolina toda la casa. Abrió las perillas del gas. Salió con el pecho erguido y lleno de emoción. A su paso dejaba un camino bien marcado de gasolina. Al final un cerillo encendido hizo el resto. La explosión se escuchó en toda la cuadra. Nadie se salvó. King podía escuchar los gritos desesperados del resto de los niños y los de sus violadoras. Nada pudieron hacer. El inteligente muchacho había planeado muy bien. Acuño las puertas. Todas las puertas. Los que residían allí eran seres impuros debían morir. Él era impuro. Por eso debía limpiar. Quizá así se purificaría pensó.

Huyo de ese lugar. esta vez no podrian regresarlo. Paso su adolecencia  entre hogares sustitutos y orfanatos. hasta que por fín cumplio la mayoria de edad. Aprendio el humilde oficio de carpintero. Quiza se convertiria en un hombre de bien.

Su primera novia era Shanaya White. Una chica tierna de buena familia. criada sin prejucios ni clasismos. Al principio la relación era como cualquier otra. King era un chico caballero y detallista. Se encontraba enamorado.

__Pienso que debemos dar el siguiente paso__ argumento la bella morena de expresivos ojos verdes. 

__King la miro con desagrado. no deseaba preguntar. Pero debía.

__¿A que te refieres?__ dijo rogando por una respuesta honorable.

__Pues ya sabes lo que hacen las parejas__ dijo__ somos jóvenes y bueno soy virgen__ añadió.

Shanaya era una chica especial. creyente. Religiosa. El tipo de mujer que Richard quería en su vida. pero esa petición daba por tierra lo bueno que pensaba de ella. De momento un profundo rechazo, asco y odio. 

Richard recordó lo vivido en su niñez. La mirada melosa de Shanaya le hacía recordar los horrores que vivió en la casa Montgomery.
__Ven a mi casa está noche__ dijo __ pero no le digas a nadie, no quiero que la gente hable. A Shanaya le hacía gracia la actitud puritana de su novio. Lo cierto es que eso la enamoraba aún más.
Obediente llegó a eso de las siete de la noche. Se puso un vestido largo. Ella era muy religiosa. Solo que deseaba experimentar el amor carnal.
King abrió la puerta al escuchar los golpes de Shanaya. Una vez abre la puerta la besa en la frente. Como siempre. No le gustaba besarla  en la boca. Una vez ella lo besó y el no pudo disimular la molestia.
Dentro de la casa la chica se mostraba visiblemente nerviosa. Quería que todo fuera perfecto. Confiaba en el comportamiento respetuoso y tierno de su novio.
El le pidió cerrar los ojos. Le daría una sorpresa. Ella sumisa lo hizo. Shanaya sintió como algo frío y duro paso rápidamente por su cuello. De inmediato un calor inundó su pecho. Abrió sus ojos y al bajar la mirada. Buscando la fuente de calor. Se desplomó. Perdió el conocimiento. Murió dejando su sangre como testigo del amor que no fue igualmente correspondido. Ella solo quería amar,besar,tocar. Ella moría por hacer el amor. Y si murió por ese lujurioso deseo. King sintió placer. Aquel placer que le negó a su novia el lo obtuvo mientras la veía morir. La sangre roja le causaba satisfacción. El olor de la hemoglobina derramada le provocaba espasmos en su entrepierna. Decidió orar. Necesitaba respuestas. ¿Había hecho bien? O debió purificarla de otra manera. La voz en su cabeza cantaba. Estaba satisfecha. En ese momento supo que debía seguir. El tiempo corría y el apocalipsis se acerca. El logrará la vida eterna que tanto escucho hablar los domingos al sacerdote.
King se apresuró a sacar su cuerpo. Utilizando sus herramientas de carpintería. La descuartizó. Así sería más fácil moverla. Su recompensa mayor. Como pudo la coloco en el maletero del viejo  Chrysler. Manejo y manejo varias horas. Se detuvo en la vía hacia Long Beach y allí aún lado de la calle dejo el cuerpo sercenado de quién había sido su novia por varios meses.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2018 ⏰

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Richard KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora