Rehab 2

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Empezamos a comer y Toni me cuenta sus últimas aventuras y de cómo me envidia por estar en Londres, dónde cree que hay más trabajo. 

Por mi parte, le cuento que el programa es una locura de idas y venidas, invitados raros, un presentador que es una diva pero que a pesar de todo, me encanta lo que hago. También le cuento cotilleos de los invitados que han venido, que sé que él admira y nos acabamos riendo de las bromas que le gastamos al presentador en pleno directo. 

Al acabar, cuando nos dicen que paga la casa, me toca hacerle una foto con los propietarios. Al salir, me invade un vacío. ¿Y ahora qué hacemos? Tantas cosas que hay por hacer en la ciudad que no sabemos dónde escoger. 

-¿Sabes qué? Vamos a casa- pido- estoy sudando. Necesito una maldita ducha. 

-Amén, hermana. Y el sol pica como una mala cosa.

Huimos como locos del sol, nos metemos otra vez en el metro y tengo la tentación de activar el internet en mi móvil. Pero no. Lo guardo nerviosamente en el bolso para evitarlo. 

Entramos en el vagón y nos sentamos exactamente igual que a la ida. Los párpados me empiezan a pesar y siento que vuelvo a tener ganas de dormir. 

-Eh, T/N, duérmete que ya vigilo. 

Asiento con la cabeza y mi mente empieza a trabajar. Aparecen imágenes sin sentido. Y el mismo flash. El momento en que lo entendí todo después de meses de tortura encubierta. Joder. Noto unos golpes en el brazo y aterrizo en la realidad.

-Bajamos a la siguiente, ¡despierta!

Abro los ojos y noto la boca seca. Toni me mira, divertido. 

-Podrías cerrar la boca cuando duermes. 

Le echo una mirada asesina, no tengo fuerzas para ser ingeniosa ahora. 

Mi amigo suelta una risotada y vamos camino al piso en silencio en los que solo puedo pensar en una ducha fría para quitarme el sudor de encima, a ver si termino de subir el ánimo. Entro en el piso, cojo unos shorts limpios, una camiseta de tirantes negra y ropa interior limpia y casi corro al cuarto de baño. 

Entro y hay una bañera blanca grande a conjunto con el resto de la habitación. Doy un suspiro de alivio al verla. Momento a solas. Un respiro. Relax.

Pero llaman a la puerta. Doy gracias de ir todavía vestida y abro.

-Eh T/N - dice Alba - pilla mis champús, tienes sales al lado de la bañera y demás. Tómate un respiro. 

-Gracias tía. Intentaré no eternizarme, por eso. 

Cierro la puerta y me desnudo. Me quedo parada delante del espejo. Dios mío. He perdido peso. No tanto para que parezca que tengo un problema, pero 3 o 4 kilos sí que he perdido. Por culpa de todo, se me marcan un poco más las ojeras y mi pelo se ve más apagado. 

-Joder, como me ha jodido - me digo a mí misma en voz alta.

Me cepillo un poco el pelo,  lleno la bañera con agua tibia,  pongo  sales de baño y  un poco de gel para que haga espuma. 

Entro y me siento. Todo mi cuerpo, salvo mi cabeza y parte de mi cuello están sumergidas y poco a poco mis músculos se van destensando. La música de las fiestas suena amortiguada cuando sumerjo mis orejas y miro al techo unos segundos. 

Mente en blanco. Debo tener la mente en blanco.

Oigo como me late el corazón por las orejas. Inhalo. Exhalo. Soy incapaz de relajarme. Necesito pensar en otras cosas. No quiero estar sola. 

Victorious (Brendon Urie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora