Te invito a sentir el cielo arder.
A oír los pájaros ahogarse en su canto.
A ver las flores morir, mientras desprenden su esencia, dejando cadáveres marchitos.
Te invito sentarte al lado mío, en lo más profundo del océano, donde la luz no llega, y la presión hace reventar tu cabeza.
A prender un cigarrillo con los restos de magma, que dejó la lava que arrasó la naturaleza minutos atrás.
Te invito a inhalar la toxicidad del aire hasta que nos ardan las entrañas.
A saltar del más alto precipicio para caer en el infierno.
Y vivir la muerte. Y sentir el vacío. Y bailar con los demonios hasta que se quiebren nuestras caderas.
A probar todos los excesos.
Te invito a que me ahorques y sientas mi pulso latiendo, hasta que mis ojos se pongan negros por completo y puedas ver mi ser.
A mordernos con nuestros dientes afilados hasta sangrar veneno.
A gritar en silencio para así aturdir.
A desaparecer.
A estar en todos lados.
Te invito, porque de a dos todo es mejor.