El mundo da vueltas

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— No puedo creerlo, esa mujer loca ¿fue capaz de...? – al leer lo que estaba escrito arrugé el sobre enojado. Tenía que presentarme al día siguiente muy temprano para la demanda.

Era de esperarse que una mujer tan arrogante actuara de esa manera. Al día siguiente me levanté temprano. Me alisté y asistí al juzgado. Aquel lugar era como en la televisión. Entré al lugar donde el juez procedería el caso y la vi. Aquella chica era tan resplandeciente como el sol. Sus cabellos rubios la hacían ver poderosa. ¿Cómo es que alguien con rasgos angelicales fuera tan odiosa? ¿Sería modelo? Porque tiene el potencial para serlo. Tal vez y es una famosa actriz, pero la verdad es que no se me hace familiar.

— Señor Álvarez – interrumpió el Juez.

– ¿Si? – respondí un poco despistado. No puede ser, justo ahora no presté atención por estar pensando en ella. El juez me miró extrañado y después de carraspear siguió hablando

– Debe cumplir con todos los requerimientos que la señorita Ámbar Smith ha solicitado como pago de remuneración de daños. De no ser así, podrá correr el riesgo de ir a la cárcel. – Después de aquellas palabras Ámbar me lanzó una mirada fuerte con aquellos ojos azules. El juez se retiró y ella se levantó de su asiento para acercarse a mi.

– Parece que hoy estás de buenas – bromeé al ver su cara de pocos amigos.

– Más vale que no ignores mis llamadas mexicanito, porque no sabés el problema en el que te metés

— Buenos días para ti también – le respondí a lo que ella sólo giró sus ojos hacia arriba en muestra de irritación. Tomó sus cosas y se retiró del lugar.

He recibido una llamada de Ámbar, ¡a las seis de la mañana! Está mujer está loca. Durante toda la semana y todos los días del mes, Ámbar me estuvo llamando para cobrarme el dinero que le debía y no sólo eso, por su culpa me corrieron del trabajo, ya que mi jefe al enterarse que estaba demandado me corrió ya que no aceptaban a personas con problemas legales en la oficina. No hay mujer más sangrona y malagradecida. La detesto, no puedo aguantar más.

Justo ahora estoy en el café donde me citó para vernos y que le pagara el dinero que le debo. El cual saqué de préstamos.

— ¿Ya tenés lo de esta semana? – Ámbar me mira fijamente mientras toma un sorbo de su café y se cruza de piernas

— Ya, y está es la última semana que te debo, así que por favor no me vuelvas a molestar – le di el sobre con el dinero. Lo bueno es que ya conseguí otro trabajo temporal después de que me corrieron del anterior.

—Por favor Simón, vos sos la molestia, el tener que preocuparme, por cobrarte esa cantidad de dinero – habló con el tono de altanería que siempre tiene.

— ¿y por qué te tomaste esa molestia? – Menciono sarcástico — Digo, me metiste una demanda, ¿no crees que exageraste con eso?

— No exageré – mencionó con un tono tajante — nunca puedes confiar en los pobres, siempre quieren hacerse honrados, pero son todo lo contrario

— Bueno ya, toma – empujo el sobre de dinero sobre la mesa hacia ella — esto corta nuestros lazos, así que deja de molestarme.

Antes que pueda levantarme de la silla, Ámbar saca un celular de sus bolsillos

— Toma – dijo mientras acercaba el celular hacía mí.

— ¿eh? – la miré extrañado — ¿Esto para que lo quiero si es tuyo?

— Lo compré para llamarte, era una línea privada que usaba para vos, pero ya no es necesario, y no quiero el teléfono así que puedes quedártelo, puedes venderlo por si no quieres usarlo

— No lo necesito –me paré de la silla— ahora siendo todo lo que nos compete, me retiro

— Cuídate

Volteo a verla un poco desconcertado, esta chica sí que es rara, me voy del café y llego a la casa con un sentimiento de libertad

— ¡POR FIN SOY LIBRE! – brinco de felicidad por toda la casa

— ¿Ya por fin pagaste la deuda que tenías?— preguntó Luna mientras comía una barra de chocolate

— Si, por fin ¡YA NO TENGO LA DEUDA CON ESA BRUJA MALDITA!

— Wow, eso es fenomenal ¡dame esos cinco! – Palmeo su mano alzada — debemos ir a algún lugar el fin de semana ¿no crees?

— Si, por fin me liberé de las garras de esa loca ¡VAMOS!

Me fui con Luna de fiesta al llegar el fin de semana, hablamos con unos amigos y fuimos a todas las fiestas que pudimos, de repente siento mi celular vibrar. Al contestar no podía escuchar muy bien así que me retiro un poco del ruido para poder escuchar mejor.

— Luna debo irme – agarro mis cosas

— ¿A dónde Simón? – todos los demás chicos nos miraban extrañados pero nadie preguntó nada, a excepción de Luna

— Tengo que ir a la estación de policía

— ¿Qué? – Luna me miró preocupada

— Algo urgente pasó y me llamaron – Expliqué todo lo que pude mientras me apuraba

— Te acompaño – me respondió. Como buena amiga, no me dejaría solo

— Está bien

Agarramos nuestras cosas y pedimos un taxi para ir a la estación de policía. Aunque trataba de pensar que cosa pudo haber salido mal o porque me llamaban, nada pasó por mi mente. Luna me decía que me tranquilizara y yo también pensaba lo mismo. Bajamos del taxi y al abrir la puerta veo de fondo a una rubia bastante conocida.

— No puede ser – digo sorprendido mientras

— ¿Qué pasa? – preguntó Luna mientras miraba a la dirección en la que yo lo hacía.

— Es Ámbar

Novia por AccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora