El Ahijado de la Destrucción

18 4 3
                                    

Hace mucho tiempo, el Universo, padre de todas las constelaciones, o clanes, tuvo muchos hijos. El Universo decidió que cada uno de ellos serían los Soles, o líderes, de una Constelación y sus hijos la formarían. El Clan Principal era el de su hijo mayor, Solsticio, que se llamaba la Vía Láctea. El hijo menor de Solsticio fue llamado Tierra, quien fue el más famoso de ellos y el favorito del Universo.

Tierra tenía los mejores colores, la mejor actitud, era diferente a los demás y de los pocos planetas que tenían habitantes, él tenía a los mejores. Sus habitantes se llamaban 'humanos' y a pesar de que eran uno de los mejores por su inteligencia, eran los más irresponsables y desconsiderados con su planeta, pero él no lo demostraba.

El día en el que nació, el Universo le dio de padrino a la Creación y de madrina a la Destrucción. Tierra fue muy apegado a Creación, mas, a su madrina Destrucción no conocía. Tierra estaba asombrado con el trabajo de su padrino, le gustaba ver cómo su padrino hacía que los bebés y animales nacieran, le gustaba ver cómo sus pequeños pueblos iban creciendo y desarrollándose.

Pero lo más que le gustaba era ver cómo cada pequeño, niño o niña, crecía y maduraba; cómo se convertía en un adulto y luego moría por su vejez.

Mientras crecía, más conocido y famoso se volvía; muchos admiraban sus habitantes por lo diferentes que eran. Algunos eran tan fanáticos que comenzaron a obligar a cambiar a sus habitantes, cambiaban su ambiente, temperatura, sustancias, vegetación y color, y cuando sus habitantes morían, porque ese no era su ambiente, ellos terminaban enfermos y, al igual que sus habitantes, muertos.

En el siglo XXI, la Tierra estaba sobre poblada, ya no había espacio para nada y mientras más habitantes tenía, peor lo trataban. Tierra le pidió a su padrino que ya no lo fuera a visitar hasta que él le dijera porque tenía asuntos que resolver y no estaría tan disponible como antes. Creación respetó su decisión y lo dejó ir.

Él se vio obligado a llamar a su madrina, Destrucción. Le dijo que necesitaría que le enseñara cómo reducir su población. A Tierra no le gustaba esa idea, pero tenía que hacerlo por su bien. Tierra lloraba todos los días, pues, aunque aniquilara a sus habitantes, estos se habían independizado y seguían reproduciéndose. Tierra mataba a su población lentamente ya que si lo hacia de manera abrupta, podría llegar a su propia destrucción.

La tristeza de Tierra fue tanta que cada vez su eje se giraba más y más, tenía fiebre, lo que provocaba que sus glaciares se secaran, y en vez de llorar lágrimas, lloraba ácido y sustancias tóxicas que salían desde sus entrañas.

Destrucción vio que a Tierra le costaba mucho reducir su población. Pensó en todas las inundaciones que había causado su llanto para luego culparse y decir que no es un buen planeta. Así que, le dijo a su ahijado que ella se encargaría del problema, le dijo que tendría que tomar una poción cada semana a las 12:00 a.m. y que tendría algunos síntomas fuertes en sus humanos y en él.

Cada semana Tierra tomaba esa poción, y semana tras semana sus habitantes eran más violentos, egoístas y maltrataban más a Tierra. Ellos se mataban entre ellos y así se reducían, pero el cambio no era mucho. A Tierra le dolía ver el efecto que la poción le hacía, le dolía ver cómo sus miembros lo maltrataban y se mataban entre ellos; pero no podía dejar de tomar la poción.

Pasaron 25 años, y Tierra estaba muy enfermo y destrozado. Sus glaciares casi derretidos, fuertes tsunamis y terremotos; tornados que cubrían una isla entera, huracanes con ráfagas de viento extremas. Destrucción dejó de darle la poción y le dijo que tenía que descansar un poco ya que la tristeza de Tierra era tanta que ella tenía miedo de que Tierra muriera por esa causa.

Tierra negó, pero ella le dijo que ella personalmente se encargaría de ese asunto. Le dijo que ella iba a estar vagabundeando y balanceando un poco las cosas dentro de él. Le dijo que todos los días iba a colocar una diadema dorada en algunos de sus habitantes, invisible a los ojos terrestres, pero no para él, y quienes la llevaran morirían a las 12:00 a.m. Le advirtió que no quitara esas diademas porque si no, él la llevaría puesta.

El Ahijado de la DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora