Única Parte. ♡

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No llores, no vuelvas a llorar por favor... El mundo aún no es tan malo.

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Naruto tenía seis años cuando lo vio por primera vez, no sabía su nombre, no conocía su edad, más eso no detuvo a su rebelde corazón quién se rompía de sólo ver las mal disimuladas lágrimas de aquél niño nuevo.

Claro que no era popular, siempre se veía calmado, altivo y con aquella actitud arrogante que provocaba suspiros en las niñas. Naruto llegó a la conclusión de que ese niño jamás tendría amigos. A menos que él hiciera de las suyas. Así ideó un plan, uno que llevaría a cabo cuando obtuviera la confianza de aquél par de ojos onix.

La mañana del día Lunes, después de un hermoso fin de semana en la casa de su abuelo Jiraiya, decidió que haría para ganarse la confianza del niño nuevo.

-Papá... ¿Puedo tomar caramelos de mamá?.- El pequeño rubio parecía inquieto, incluso llegó a sonrojarse. Minato se lo atribuyó al calor y descendió de su trono para de esta forma acariciar los cabellos del príncipe.

-Sabes que no debes comer demasiada azúcar... Pero ve, procura que tu madre no te pille.- Minato suspiro viendo a su hijo menor correr hacia la puerta de entrada al salón real. Tuvo que pedir disculpa a los mercaderes que estaban hablando antes con él por la pequeña intromisión de cabellos rubios. Su hijo era así, hiperactivo, inocente y demasiado dulce. No podía enojarse con él.

Naruto observó los caramelos de diferentes sabores en sus pequeñas manos, eligió uno de chocolate y guardó el resto en el bolsillo de su uniforme.

Esperó pacientemente a que todos salieran del aula con destino al jardín de receso. Minutos después una sonrisa de lo más amplia surco su rostro al verse sólo en el aula, el calor se acumulaba en sus mejillitas sin saber porqué. Tenía miedo y sus manitos temblaban pero aún así tomó aire y juntó algo de valor, con mucho cuidado se bajó de su pequeño pupitre para luego ir hasta el del pequeño azabache, donde dejó aquél caramelo de chocolate dulce con relleno de fresa de la forma más sigilosa que encontró.

Corrió al receso despavorido, con una gran felicidad explotando en su pecho se unió a su grupo de amigos observando a lo lejos como el niño se mesia solo en los columpios, tenía una expresión triste en su carita pero Naruto estaba convencido de que su regalo le animaría.


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-Es Naruto... Él se lleva tus preciadas golosinas al colegio.- Pronunció un agotado Minato mientras que se sentaba en el borde de su cama. Su esposa llenaba nuevamente la caramelera mientras que reía suavemente. Claro que sabía que era su pequeño, pero igualmente quiso confirmarlo. Amaba esos caramelos por una sola razón, fueron el primer regalo de Minato cuando eran niños.

- ¿Y sí nuestro pequeño se enamoró?- Preguntó la hermosa dama de cabellos rojizos mientras que caminaba de un lado hacía otro en un bello camisón de sedas blancas. Se encontraba guardando sus preciadas joyas.

- Pero que estupidez, es un niño.- Pronunció con resentimiento. Minato no era el indicado para hablar de amor, Kushina lo sabía puesto que Minato pensaba, su hijo no necesitaba aquello llamado amor, según él sólo era un problema y no les daba tierras o poder.
Minato fulminó con la mirada a su esposa mientras que se acostaba, mejor dormir a discutir.

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Naruto volvió a reír nervioso delante de aquellos ojos negros, le parecieron hermosos.

Hacia tres semanas completas que él dejaba caramelos de distintos sabores sobre el pupitre de su solitario compañerito, quién al principio reaccionó de una forma que se le antojó adorable.

Sasuke entraba cabizbajo del receso, extrañaba a su hermano Itachi, no entendía porque su padre no lo dejaba verlo... Qué culpa tenía él de que su hermano mayor se de besitos con otro niño, él lo quería igual. 
Una pequeña lágrima resbaló de su ojito izquierdo cuando llegó a su pupitre, se sorprendió a ver un pequeño caramelo envuelto en papel metálico de color gris. Sus mejillas se tornaron rosas y rápidamente escondió aquél dulce en el bolsillo de su uniforme. No pudo evitar sonreír el resto de la clase, su pequeño corazón latia con fuerza en su pechito.

Más ahora el azabache parecía molesto mientras jalaba al pequeño rubiecito hasta lo más alejado del jardín.

- ¿Porqué?- Pronunció molesto a la vez que soltaba de forma brusca la manito del más chico. Naruto sintió lágrimas en sus ojos, Sasuke se sintió aún más engañado.

- No me gusta verte llorar.- Murmuró Naruto mientras que jugaba con sus manitos y se mecia sobre sus talones. No iba a mentir, pensó que su azabache iba a golpearlo.

Él de ojos onix se planteó la situación, a él le gustaban esos caramelos y al rubio le gustaba verlo feliz ¿Porqué no seguir así?

-En dos semanas vuelvo a mi país. - Anunció el azabache, Naruto quiso llorar pero se aguantó las ganas, quizás eso haría feliz a su amiguito.

-Te daré todos los caramelos que pueda.- Prometió el rubio mientras que hipaba intentando contener el llanto. Sasuke sonrió sinceramente y acaricio sus cabellos. - Entonces yo sonreíre para ti, amigo.

Naruto supo desde ese momento que jamás podría olvidar a ese niño que amaba sus CARAMEL♡S.

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¡Hasta aquí el pequeño One-shot!
¡Así se conocieron los protagonistas de Polos Opuestos! Aunque claro, aún no lo saben. ♡

Espero que con esto me perdonen. \º~º/

CARAMEL♡S. 《SasuNaru》♡Yaoi♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora