Highways || ChanBaek.

2: Sonrisa.

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Sólo necesitó verse unos segundos en el espejo antes de apartar la mirada rápidamente y buscar su sudadera negra de gran tamaño y vestirse con ella. Cuando volvió a encontrarse con su reflejo en el espejo esta vez, determinado, se obligó a sonreír.

Todo el mundo decía que su sonrisa era encantadora, algo creepy pero definitivamente bella, como describía su hermana. La gente se sentía tentada a sonreír cuando él lo hacía, pues era una sonrisa de gran tamaño que hacía relucir sus dientes, levantaba sus pómulos y hacía arrugas en sus ojos entrecerrados, llenos de vida. 

Nada parecido a la mueca que se veía en los labios del chico o el fantasma de lo que fue alguna vez un bello atributo, en esos ojos castaños ahora inexpresivos.

El alto gruñó antes de ponerse la capucha, tomar su mochila y salir de la habitación con brusquedad. Tenía que reunirse con sus dos jóvenes y estúpidos mejores amigos, quienes se negaron dejarlo solo en su misión.

Los menores habían estado preocupados por ChanYeol demasiado tiempo como para dejarlo hacer algo tan importante por su cuenta. Querían demostrarle a su hyung que no estaba solo.

Cuando por fin divisó a las dos siluetas apenas unos centímetros más bajas que él en la puerta del hostal en el que hospedaron, desaceleró el paso; debía actuar normal enfrente de esos dos. Ambos tenían sus cabezas cerca y hablaban calmadamente, sin mostrar emociones algunas en sus rostros.

ChanYeol quiso rodar los ojos, ese par era inseparable. Incluso después de todo lo que había sucedido. A veces el mayor se sentía un poco de sobra, aunque quizá sí que lo era, envidiaba la confianza y la manera en la que podían comunicarse entre ellos casi sin palabras. Como una pareja lo haría. No pudo evitar sonreír de lado ante el pensamiento.

— ¡Yeol!—JongIn fue el primero en notarlo. SeHun, por su parte, volteó perezosamente y le dio una pequeña sonrisa al nombrado.

— ¿A dónde vamos?—preguntó el mayor, impaciente porque el par lo dejara solo.

— Deberíamos ir a desayunar—respondió SeHun, con el rostro serio que usualmente tenía por las mañanas... y el resto del día.

— ¡Vamos!—animó JongIn sonriendo encantadoramente y empujando a sus dos amigos a la puerta de salida.

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—Así que, deberíamos aprovechar hacer unas cuantas compras para el viaje, aunque ya sé que trajiste cosas de casa, es necesario que tengamos...—ChanYeol se perdió en las palabras del menor del grupo, SeHun se ponía muy hablador luego de su dosis de cafeína en su Bubble Tea.

—Hun—lo cortó el mayor—. ¿Por qué sigues incluyéndote en esto?—el silencio se hizo palpable entre los tres—. No hables de un nosotros, sólo seré yo. Acepté que vinieran, pero no pueden seguirme hasta allá.

—ChanYeol-ah, sólo queremos apoyarte—dijo JongIn con voz suave, temeroso de dónde estaba yendo la conversación.

—Lo sé—suspiró derrotado ante los ojos llenos de súplica por parte de su amigo moreno—. Necesito hacer esto por mi cuenta, eso es todo—un nudo se formó en su garganta al decir esas palabras y mordió fuertemente su labio inferior, enojado por mostrar debilidad.

El silencio los embargó una vez más por unos segundos, silencio sólo roto por la campanilla de la cafetería sonando a la entrada de un nuevo cliente y los suaves pasos de este, quien se sentó en la mesa continua a la suya, la más alejada del acogedor local. Pasaron unos segundos hasta que la misma camarera que los atendió fuera a atender a la nueva persona en el recinto.