Era una mala idea.
Una jodida mala idea, la más jodida.
Bruno paseó la mirada por la estancia, sin detenerse a mirar a nada en concretó y repitió la acción un par de veces, hasta que se detuvo en el ramo de flores raras que su madre le regalo el día anterior. Cuando llego de sorpresa nombrado el extraño nombre de las flores y los beneficios de sus olores y sus colores. Bruno aún no se recobraba de la sorpresa de ver a su madre vestidas con extraños arapos de manta, chucherías colgando de las orejas en colores rojos y azules y ramas secas en la cabeza.
Esa no era su mamá.
O al menos la mujer que despidió dos meses antes en el aeropuerto no era la misma. Cuando su madre se fue lo hizo con zapatillas y un bolso de diseñador, un trajecito que compró en uno de sus viajes a Londres y oliendo a perfume francés.
Jodido viaje a Tailandia.
El regreso de su madre no era lo que Bruno esperaba. Sabía que su madre había huido de la realidad, esa a la que él había tenido que enfrentar; su padre estaba "enamorado" de una jovencita que bien podría ser su hija, con las piernas tan largas y delgadas que parecía que andaba en muletas, el cabello tan decolorado que no dudaba que el peróxido le hubiera quemado las neuronas.
Su padre no sólo le había sido infiel a su madre durante todo un año, si no que también se había divorciado y ahora planeaba casarse con una cría de veinticuatro años. Y su pobre madre se había ido a Tailandia después de la conmoción que le hizo pasar su esposo con el corazón destrozado y a punto de un colapso nervioso al enterarse que la chica con la que su esposo le había sido infiel además, estaba embarazada.
De puta madre.
Bruno sintió un pinchazos en las sienes, en la nuca y tirones en los ligamentos del cuello ¿En que momento todo se volcó? Ahora era él el que estaba a punto de un colapsó nervioso. Su padre estaba a punto de casarse, volver a ser padre a los cincuenta años y su madre...
Joder, sentía que se mareaba.
Su madre lo visitó un día anterior, disfrazada como si perteneciera a una tribu, oliendo a incienso y a lo que sea que oliera la rivera Maya. ¡Pero que pasada! Bruno no habia podido evitar reírse, por un momento había creído que aquello era una broma, pero la sonrisa se le había ido desvaneciendo a medida que su madre comenzaba hablar de raras creencias, rituales a la luz de la luna y chakras.
Que desastre. Si de sólo recordarlo le ardía la cabeza.
Y después le habló sobre su cambio espiritual, como su visión de la vida ahora era diferente y un montón de chorradas que Bruno no llegó a comprender sobre el poder de la naturaleza, y después le soltó aquella bomba...
Su madre se caso en Tailandia.
¡Se caso!
con su alma gemela, un jodido Chamán, brujo, guía espiritual o sea lo que sea que fuera ese hombre.
¡Se casó!
¡Y no le dijo nada!
Si de sólo recordarlo le daba bilis.
Juliana no sólo cambió radicalmente su apariencia, se casó con un brujo charlatán y regreso con él, además pretendía que se reunieran todos e hicieran un ritual de agradecimiento y no sé que otra chorrada que Bruno, nuevamente no comprendió y maldita sea... necesita echarse agua en la cara, contar hasta diez y quizá ir a oler esa horrible flor azul que su madre le aseguró relajaba el espíritu y aliviaba la tensión...Cuando Bruno se levantó realmente se planteó acercarse a hundir la cara en el ramo de flores secas, pero pasando de esa patética idea se acercó al enorme ventanal y pegó la frente al cristal. Por si fuera poco, su mamá lo había sorprendido por inesima vez, como si su expresión no fuera de realmente consternación y tuviera la boca exageradamente abierta, le dijo que el hombre con quien se había casado y unido su alma tenía un hijo que ella había adoptado como suyo y que esperaba que él lo consideraba como un hermano que la naturaleza le estaba regalando y lo apoyará dándole la oportunidad de demostrar lo inteligente que era.
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Mismo Labios, Ojos Azules.
RomanceCuando su madre regreso de Tailandia no lo hizo sola. Además del marido, también a traído a Noah.