— ¿¡Pero que te pasa Diego!?— le grita Ana, Diego se acerca un poco a ambos.Entonces Estefanía entra corriendo por la puerta y se para frente a Diego, posando sus manos en su pecho.
— ¡Diego cálmate! Estas ebrio, estoy segura de que mañana estarás arrepentido.
— ¡Quítate de en medio Fanny!— la tomo de los brazos y la hizo a un lado.
Fue ahí cuando Diego se soltó a llorar, cayó de rodillas y se tapó el rostro con ambas manos.
— Soy... mal hijo... mal hermano... y tal vez hasta sea mal padre.
Fernando volteo a ver a Estefanía, y ella asintió. Su corazón latió fuertemente, Ana entrelazo sus manos.
— Váyanse de nuestra casa, mañana necesitamos hablar.— pidió Fernando de la manera más calmada en ese momento.
Ayudó a Estefanía con Diego, ayudándolo a subir al auto. Estaba descontrolado por el alcohol.
•
— Ya no voy a dormir Ana, duerme tu.— estaban ya ambos en la cama, el acariciando su cabello y ella recostada a un lado de el. Era obvio que Ana ya estaba dormida.
Se puso a pensar sobre lo que dijo Diego, y lo que confirmó Estefanía. Efectivamente no era el padre de esos tres niños que crío los últimos años. Tal vez no era quien los engendró, pero si quien los cuido y amo durante todo ese tiempo. Se sentía indignado, decepcionado y vacío, ¿como pudo Fanny hacerle esto? ¿Por qué no haberle dicho antes? Así muchas cosas hubieran sido diferentes.
Ya en la mañana contemplaba el techo, aún pensado lo mismo de hace unas horas, pasaba por su cabeza una y otra vez.
Ana comenzó a abrir los ojos al escuchar el despertador, se sentó y tomo el teléfono para apagarlo.
Vio a Fernando con los ojos abiertos mirando fijamente hacia arriba.
Entonces se acercó a darle un beso que el correspondió al instante.
Se sentó también en la cama y dio un pequeño suspiro.
Después de un silencio un poco largo, Ana se levanto de la cama y se metió al armario.
—Ana.
Se acercó a la puerta y se recargó en ella.
— Dime.— contestó buscando su ropa de espaldas.
— Las gemelas... ¿si son mis hijas?
Ella se quedo literalmente congelada. No decía nada.
— El bebé que esperas... ¿es mío?
Por unos segundos paso por su mente darle una cachetada por lo que acababa de decir. Pero era obvio que después de lo que estaba pasando tuviera sus dudas.
En ese momento decidió voltear y verlo a la cara. Parecía una estatua literal... estaba esperando una respuesta, pero parecía que miraba a la nada, cuestionándose también el mismo por que dijo eso.
Ana se acercó con el y tomo sus mejillas suavemente, obligándolo a ver los ojos más sinceros en ese momento.
— ¿De quien van a ser entonces?— cuestionó ella a él.
— ¿No me vas a responder?
— Yo estoy completamente segura de que si es así, las gemelas son 'nuestras' el bebé que espero es 'nuestro'. Comprendo si en estos momentos estas confundido por lo que estás pasando, te entiendo completamente, y si quieres pruebas de paternidad para estar seguro... vamos, yo te apoyo en lo que decidas.
El la tomo de la cintura y la acercó a él abrazándola al instante.
Ella sintió que el temblaba.
— No es necesario.— susurró el en su oído.
Ella fue quien se deshizo del abrazo.
Y lo tomo de ambas manos:— No te doy una cachetada por qué de verdad te entiendo en estos momentos. Así que el día de hoy trabajaremos desde aquí.
— Me parece perfecto.
— Pues que esperamos...— contestó ella volteándose y yendo por su ropa.
— No eso... lo de la cachetada, dámela, la merezco después de la pregunta sosa que dije...
Ella volteo y sonrío: — Es lo que menos mereces en estos momentos.
De nuevo se acercó a él, como niño pequeño llegando de un mal día de escuela se acercó al abrazo que le estaba ofreciendo Ana, hundiéndose es su cuello y aspirando el aroma de su cabello, rodeando con una mano su cintura y con la otra su hombro,
— Adelante...
Como si Ana hubiera leído su mente, comenzaron a cristalizar sus ojos, llegando a caer varias lágrimas por sus mejillas.
Entonces en ese momento ella separó su rostro de su cuello, y lo tomo de la barbilla con amas manos para darle un beso en ambas mejillas, frente y labios.
Subió después una de sus manos al cabello de el, aún despeinado, provocando que quedará un poco más revuelto.
— Ellos siempre serán mis hijos...
Ella negó con la cabeza:— SON tus hijos Fernando...
•
Diego despierta con un severo dolor de cabeza por las copas demás de anoche.
No ve a Estefanía por ningún lado.
Se levanta y la ve en la cocina desayunando.
Se sienta a la par de ella:— Ayer... ¿qué pasó?
Ella dejó de desayunar para voltear a verlo:— ¿Más o menos? O ¿exactamente?
— ¡Fanny! Se que golpee a mi hermano, pero también sé que no se la razón.
— Los niños si son nuestros, y no entendí por qué cuando te lo dije te pusiste tan mal. Casi me golpeabas a mí también Diego.
El se llevó una de sus manos a su cabello, rascándolo en señal de confusión.
— No me entiendo.
— Ni yo.
— Creo que ya estaba pasado de copas, seguro fue eso... me confundí. Discúlpame mi amor.— ella sonrío y negó con la cabeza.
— A mi no es a quien debes decir eso cariño.
•
— Entonces no creo que sea necesario... de verdad.
— Yo si lo creo, tienen que saber que no soy su padre.
— No creo que en estos momentos lo entiendan del todo Fernando. Son unos niños apenas.
Soltó un suspiro.
Su padre entonces se levanto del sillón en donde estaba sentado y lo tomo del hombro en señal de apoyo.
— Pero lo que tú decidas está bien.
ESTÁS LEYENDO
¿Y tú?, ¿Me amas?
Romansa- ¿En verdad crees que te ama? -Claro que si... -¡Veámoslo!.