Capítulo LXVIII

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Al día siguiente mamá me acompañó a comprar el vestido para la graduación.

Llegué a la tienda dónde Charly me había dicho que había visto el vestido tan impresionante.
Y efectivamente, aquel modelo era hermoso, y aunque no era exactamente verde esmeralda a mi punto de vista, así lo consideraban.

Me lo probé, y el vestido me quedo perfecto. Lo compré sin titubear, pero no sé lo diría a Charly, porque quería que se sorprendiera al verme.

El martes después de clases Charly me dio un ramo de flores, y me pidió que fuera al baile con él.
No era estrictamente un baile, en realidad sólo era una fiesta común y corriente, y no era necesario ir con pareja; pero ahí estaba, el chico lindo de ojos de cielo, en medio de la gente que salía de la escuela, entregándome un ramo de flores de colores, con esa sonrisa que le quedaba tan bien, diciendo que sería un honor que yo fuera su pareja.
Lo abrace sin importar que la mitad de los alumnos que se dirigían a sus casa se nos quedarán viendo, lo abrace y lo besé, diciéndole que sí, que iría con él hasta el fin del mundo si me lo pidiera.
Admito que me sentí como la protagonista de una película, porque todo estaba perfecto.

Ese mismo día Charly insistió en ir a mi casa cuando mis papás estuvieran para pedirles permiso para que me dejaran ir a la graduación, y aunque yo le dije que no era necesario, fue a casa y se planto en la sala frente a mis papás.
Jugaba con sus dedos, estaba nervioso, aunque yo sabía que mis padres no serían tan duros, y le dirían que tenía el permiso; los dos estaban encantados con Charly, decían que era un buen chico, pues cumplía con todos los horarios, aunque todavía no estaban 100% complacidos con su actitud.
Nos dieron permiso de llegar hasta media noche, cosa que les agradecí mucho, pues tendría muchas horas para bailar con el chico apuesto que estaba sentado en el sillón de los acusados, más nervioso que seguro.

Las calificaciones fueron entregadas el miércoles, y con las mías venía una advertencia, pues el día de la ceremonia de graduación me entregarían un reconocimiento, al parecer había logrado un promedio casi perfecto en la clase de matemáticas, digno de premiarse.
Mis papás me felicitaron, estaban sorprendidos, aunque yo lo estaba más. Siempre había tenido que no pasará matemáticas, pues aunque se me daban bien, durante todos estos meses había tenido mucho altibajos que creía que afectarían en mis calificaciones, y tal parecía que no lo habían hecho.

Todo estaba perfecto, había agendado la cita en el salón de belleza para el sábado a las 9 de la mañana, pues la ceremonia de graduación sería al medio día.
Antes de dormir le eche una última mirada al vestido que colgaba de un gancho en el cortinero, era muy lindo, y yo ya estaba ansiosa de ponérmelo, me había encantado.

Cuándo el reloj de mi mesita de noche dio las 11:30, yo ya estaba lista.
Había llegado del salón de belleza a tiempo, con un peinado suelto y sencillo, además de el mejor maquillaje que me habían hecho. Me veía como una muñeca con el vestido puesto, y no eran mis palabras, si no las de papá, quién estaba más emocionado que yo por tal evento; parecía como si me graduará de último año, y no del primero.

Charly llegó 10 minutos después de que bajara a la sala a decirle a mis papás que estaba lista.
Tocó la puerta y salí inmediatamente, con una sonrisa en el rostro, y la piel erizada, ver a Charly metido en un traje era digno de esas reacciones.

Me ayudo a bajar el último escalón de casa, y yo lo miré con detenimiento. Se veía tan guapo y sexi, además de verse increíblemente elegante con ese esmoquin negro y corbata del mismo color, sin dejar de lado su pañuelo verde esmeralda.

—Te ves radiante mi muñequita linda—me giró lentamente, sin perder ese toque de delicadeza que solo él tenía.
—Gracias mi niño lindo, usted tampoco canta mal las rancheras—le di un beso en la mejilla.
—No digas cosas que no sabes, canto horrible las rancheras.

¿Y si te digo que me enamoré de ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora