Do I Wanna Know? (Primera Parte)

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NARRA DORIAN:

Mire la hora una vez más, los minutos parecían estar estancados, las manecillas del reloj no avanzaban y mi desesperación crecía.

Frote mis sudorosas y temblorosas manos contra mis pitillos negros mientras maldecía mentalmente a aquella chica que se había colado en mi cabeza. Ese misterio andante que me agotaba psicológica y físicamente.

Suspire rendido al reloj y a la imagen de Scarlett sonriendome burlona mientras sin querer una sonrisa cansada se formo en mis labios.

Todo había comenzado hace tan solo 3 meses, entré al bar que frecuentaba después del trabajo y supe que algo iba a pasar aquella noche. Me senté en la misma mesa de siempre, al fondo del local, lejos de las miradas y con vista a todo lo que pasaba en aquel bar. Pedí una pinta negra, como tenía por cosstumbre, y mientras veía el partido que se estaba televisando la puerta se abrió, una corriente helada de aire entró por la puerta dando paso a una morena con unos pantalones vaqueros ajustados adornando unas piernas largas y bien definidas, un esbelto torso cubierto por una chupa de cuero negra bien cuidada y calzada sobre unos botines de apenas 10 centímetros de alto que se acercó a paso seguro hasta la barra.

No era el único que miraba su cuerpo embelesado, tanto los hombres como las mujeres la observaban y aquellos que estaban de frente a ella y que habían tenido el placer de ver su rostro de frente tenían una mueca de asombro en sus caras. En ese momento maldije que su melena castaña y larga le ocultase el perfil pero luego, cuando se giró para observar a la gente me quedé sin aire.

Paseó su mirada por la habitación, sin rastro alguno de expresión en su rostro, sus ojos negros azabache maquillados con tonos grises y unas largas pestañas, se paraban en cada uno de nosotros, tan solo la mitad de la gente estaba prestando atención al partido de fútbol que estaba siendo emitido y todos aquellos que la estábamos mirando queríamos que nos mirara de vuelta.

Cuando su mirada se posó finalmente en la mía, un escalofrío me recorrió, sus labios pintados de un rojo como las llamas del infierno y sus ojos negros como la profundidad más oscura me hicieron sentir pequeño e indefenso. Ni siquiera movió un musculo de su rostro mientras me analizaba, juro que me sentí como un libro totalmente abierto y lo único que pude hacer fue cruzarme de brazos tratando de poner distancia entre ella y yo de alguna manera. Al fin apartó su mirada de mi y pude sentir que el aire volvía a mis pulmones. Froté mis brazos adornados por los diversos tatuajes que tenía y bajé la mirada tratando de recomponerme.

¿Quién era esa mujer?

No tardé mucho en saber la respuesta porque a los veinte minutos, el olor a una colonia femenina que recordaba al verano llegó hasta mi y tuve el placer de poder observar a aquella chica de frente. Era preciosa, diferente, no era una belleza normal, estaba fuera de lo habitual y no era solo ella, era todo lo que la rodeaba. Ese ambiente seductor que te atrae, que despierta sensaciones que nunca has sentido pero no es nada sexual, es placentero por el mero hecho de saber que en mis 29 años de vida todavía me quedan nuevas sensaciones que sentir.

No voy a negar que cierto aire sexual también trasmitía pero era tan mínimo, se camuflaba totalmente con lo que ella sola imponía.

Observe su rostro como quién admira una obra de arte como las de Miguel Ángel y el único defecto que le conseguí sacar fue que no tenÍa marcas en las comisuras de sus labios o al lado de los ojos, esas que se nos marcan a lo largo de la vida por cada sonrisa y risa. Hice una leve mueca y me volví a perder en sus ojos que se clavaron en los míos haciéndome temblar de nuevo.

-¿Puedo tomar asiento aquí, por favor?

Su voz caló en cada uno de mis nervios y tan solo asentí señalándole la silla para que tomara asiento.

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