Segundo Estadio

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Segundo Estadio: 

Capítulo 1/Uno:

No es el olor a gasolina el que lo hace reaccionar, de hecho, tampoco es el dolor punzante que siente en el sangrante brazo cada vez que intenta moverse o el terrible escozor que siente en el costado derecho. Lo que lo hace despertar es el recuerdo del hombre que venía a su lado en el automóvil antes de que este girara para no impactar con el vehículo que venía delante. 

Intenta ponerse en pie y un dolor terrible sube desde su tobillo hasta la parte baja de su columna, sacándole un gemido de dolor y haciéndole caer al suelo de rodillas. 

"Javi" es en lo único que puede pensar. 

Mira hacia los lados intentando divisar el auto y cuando lo hace, desearía no haberlo hecho. 

El olor a gasolina se hace cada vez más fuerte y Yuzuru se permite mirar la parte trasera del auto solo para darse cuenta de que ese líquido está derramándose en el suelo. Sabe que es peligroso, que debe alejarse de ahí lo más pronto que pueda, pero no lo hará solo. 

Si tenía que morir intentando sacar a su marido del lugar, lo haría. 

Incluso si Javier hubiese dicho que desearía verle muerto o que se arrepentía de haberle conocido, incluso si decía que se arrepentía de sobre manera de haberle confiado sus sueños, él no le dejaría jamás, ni siquiera por culpa de algo tan banal como la muerte. 

El pelinegro no tiene idea de dónde provino la chispa que comenzó con el fuego, pero lo siguiente que se vio haciendo fue correr hasta la parte del conductor, aun si con cada paso sentía que sus pulmones le quemaban y que su tobillo le mataba con un dolor agudo. No prestaba atención a nada, porque nada tenía sentido si algo llegaba a sucederle a Javier. 

El aire frio lo hizo estremecer cuando llegó a la puerta del conductor, o quizá fue ver a su marido en aquel estado. 

Yuzuru estaba seguro de que la cabeza de Javier había impactado con el cristal de la ventana, porque tenía una herida bastante profunda en la parte superior derecha, donde brotaba la sangre que manchaba la preciosa piel que alguna vez el japonés besó. 

Abrió la puerta del auto viendo como poco a poco todo lo que lo rodeaba comenzaba a arder por las llamas que devoraban todo a su paso. 

Yuzuru quiso deshacerse del estúpido cinturón de seguridad que no cedía, no importando cuan duro o cuantas veces jalara para poder sacar a su marido de una muerte segura. 

Empujó la bolsa de aire y un grito salió de su garganta al ver el enorme pedazo de metal que se perdía en el estómago de su marido. 

"No, no" gimoteó permitiendo a sus lágrimas salir de sus preciosos ojos.  

Sabía que tenía que sacar ese metal del cuerpo de Javier. Debía sacarlo de ahí y luchar por su vida, o perecer mientras lo hacía.  

Inhaló y exhaló nervioso varias veces antes de retirar aquel metal y tan pronto como lo hizo, la sangre comenzó a brotar por la herida. 

El fuego estaba por todos lados y las heridas no paraban de sangrar.

Si no hacía algo rápido, Javier moriría. Ya fuera por las llamas que se extendían a su alrededor o por la sangre que estaba perdiendo. 

Miró por un momento aquel metal que estaba manchado con la sangre de su marido y rogó al cielo por qué fuese lo suficientemente filoso para romper el cinturón de seguridad que aprisionaba a Javier. 

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora