Primer Estadio

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Primer Estadio:

Capítulo 2/Dos:


Cuando despertó el cuerpo le dolía horrores. Intentó moverse para quitar la molesta luz que le pegaba directamente en la cara, pero eso solo hizo que el dolor aumentara un poco más.

–Marina...– intentó llamar a la mujer con la que había estado durmiendo por casi seis meses para que cerrara las cortinas de la ventana en su habitación– Vamos Marina, te daré el día libre si solo cierras las malditas cortinas y vuelves a la cama.

Al no recibir respuesta alguna, trató de despejar su mente. Habría sido mejor no hacerlo, pues los recuerdos de lo que para él había sido la última noche, llegaron como si estuvieran esperando el momento preciso.

La cena, el beso con Marina y la triste mirada comprensiva de Yuzuru intentando comprenderlo, él arrojándolo al auto y arrancando sin siquiera permitirle abrocharse el cinturón de manera correcta, el accidente y el rostro del chico empapado en sangre.

Abrió los ojos de golpe, sin importar que estos parecieran pesar una tonelada y encontró el rostro apacible de su madre, unos años más mayor que como recuerda haberla visto la última vez. Esa ocasión cuando salió del consultorio de su padre y decidió que su vida estaba al lado de Yuzu.

La mujer podía ser tan calmada y poco expresiva, como Javier había aprendido a ser, pero incluso bajo esa mascara de fingida calma, el español sabía que estaba molesta.

Se sentía mareado y el olor a desinfectante y medicamento estaba comenzando a revolverle el estómago.

–No hagas mucho esfuerzo, ni te muevas demasiado, cariño– le dice ella acariciando el rostro de su hijo "dulcemente" –Tu condición no es grave, pero es delicada. A pesar de que no tenías muchas heridas externas, tu padre tuvo que operarte. Tenías una laceración en el hígado y no parecía mejorar, es normal que estés adolorido y confundido, pero todo estará bien...

–Yuzuru–dice Javier interrumpiéndola.

Le da completamente igual su estado de salud, puede que se sienta como si un auto le hubiese pasado por encima, pero recuerda que sus heridas no eran nada, comparadas a las que Yuzuru había sufrido.

–¿Dónde está Yuzuru? ¿Cómo está? –pregunta a su madre quien lo mira como si hubiese dicho la más grande locura de todas.

El mismo temor que sintió antes de desmayarse, llega a él. Necesitaba saber qué había sido del japonés.

Intentó levantarse de la cama y quitar todos los cables que lo mantenían monitoreado y que de pronto le parecen tan molestos, cuando siente las frías manos de su madre; esas que una vez le parecieron tan cálidas y suaves, empujarlo de vuelva a la dura camilla.

–No puedes levantarte. La herida de la operación aún no cierra y hacer esfuerzo solo complicaría más las cosas.

–Necesito saber cómo está. ¿Por qué no lo entiendes? –cuestionó comenzando a perder la paciencia.

¿Qué si no le quería decir nada porque Yuzuru estaba...?

No.

No, no, no.

Su mirada se pierde por un segundo pensando en todo lo que pudo haber sucedido mientras él estuvo inconsciente, y por un segundo su semblante se vuelve tan inexpresivo como el de su madre.

–Cálmate Javier –pidió su madre –No te mentiré y te diré que Hanyu está bien, porque sus heridas eran peores que las tuyas. Pero de cualquier forma no puedes verlo. Él está en terapia intensiva y sus padres quieren anular el contrato debido al accidente.

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora