Capítulo 21: Los hijos de las leyendas.

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     —Por fin has despertado —le dijo Sarada a Boruto mientras él se incorporaba en la camilla, adolorido.

     —Sarada estaba muy preocupada por ti —añadió Nanko. El Uzumaki asintió sutilmente.

     —¿Estoy en el hospital? —preguntó el rubio, confundido.

     —Sí, todos han sido traídos aquí. El séptimo nos protegió a todos —contestó Mitsuki.

     —Entonces, ¿todos están a salvo? —preguntó el Uzumaki. Nanko negó con la cabeza gacha.

     —¿¡Mamá!? —se escuchó a Himawari fuera de la habitación de Boruto.

     —¿Himawari? —susurró el de ojos azules, levantándose para ir con ella que estaba a unas dos habitaciones más allá.

     —Hinata, soy yo, ¿puedes oírme? —preguntó Sakura, realizando un jutsu médico en ella.

     —Mamá —murmuró su hijo, alterado, mientras Nanko, que había ido con él, ayudaba con el jutsu.

     —No te preocupes, está en buenas manos —le reconfortó la Uchiha—. Nada le pasará mientras esté aquí —susurró lo último. Hinata empezó a despertar.

     —¿¡Qué ha sucedido, mamá!? —preguntó Boruto. La Uzumaki miró a su hijo.

     —Ella fue contra ellos —respondió Sakura.

     —¿Por qué haría una locura como esa? —cuestionó él, apretando sus puños.

     —Intentaba traer de regreso a Naruto —dijo la de ojos verdes. Boruto agachó la cabeza mientras Nanko realizaba una sonrisa de lado.

     —Hinata, siempre metida en embrollos por amor. No te preocupes, en poco tiempo ya estarás bien y también traeremos a Naruto de vuelta —le dijo Nanko. Hinata sonrió débilmente.

     —Padre... —susurró Boruto, dándose cuenta de lo que había pasado. La impotencia se apoderó de él, no había sido capaz de hacer nada por su progenitor. Era, a sus propios ojos, un inútil.

     Boruto echó a correr, con lágrimas en los ojos y los puños apretados. Nanko miró a Sakura, que asintió para que ella fuera con él. La Uchiha le persiguió, pero había demasiada gente que se entrometía en su camino.

     Ambos pasaron por el espacio donde estaban todos los ninjas a punto de ser atendidos por los médicos. Una vez estaba cerca de él, Nanko intentó agarrar la manga de la chaqueta del rubio, pero él la esquivó.

     Al salir del hospital, Boruto, al no estar muy concentrado, tropezó con una caja de medicinas. Nanko intentó ayudarle a incorporarse, siendo su mano apartada bruscamente. Boruto, desesperado, se quitó su accesorio ninja del brazo y empezó a caminar mientras Nanko se situaba a su lado.

     Los dos, anduvieron hasta la torre del Hokage, más específicamente hasta la oficina de Naruto.

     —Cuando papá era un niño, el abuelo ni siquiera estaba vivo. —Empezó el rubio. —Así que supongo que papá tuvo suerte al no poder experimentar la "alegría" de tenerlo cerca.

     —Boruto, no sabes lo que dices —susurró Nanko, frunciendo el ceño.

     —¿Por qué tiene que ser él el Hokage? ¡Él solo se sienta en su escritorio todo el día dando órdenes a diestro y siniestro! ¡Cualquiera puede hacer eso! —Una lágrima resbaló por su mejilla. Nanko no sabía qué decir ni cómo hacerlo, al fin y al cabo, ambos eran dos niños. —Ahora entiendo que es mentira, que la aldea le necesita. —Se puso la antigua chaqueta de Naruto frente a un espejo de la oficina. —Yo no soy nada genial. —Nanko asintió.

     —Tienes razón —dijo Sasuke, mirando a Boruto—. Toma, Nanko, he pensado que te gustaría llevarla puesta a ti también. —Le extendió su antigua camiseta de la academia y una especie de guantes blancos.

     Nanko se puso la camiseta por encima de su ropa. Sasuke, si bien era capaz de encontrar a su hija muy parecida a él, pensaba que se asemejaba mucho más a su hermano. Al fin y al cabo, ambos tenían el pelo largo, una mandíbula afilada y unas ojeras bastante pronunciadas, aunque suponía que lo de su hija era por no poder dormir correctamente.

     —Boruto, durante el examen, fuiste despreciado por todo el mundo. Fuiste despojado de tu cinta, y ya ni siquiera puedes llamarte shinobi. Y por encima de eso, hiciste llorar a tu hermana, tu madre ha sido gravemente herida y tu padre ha desaparecido. Si no fuera por tu hermana que te adora y por tu madre que se preocupa mucho por ti, estarías en la misma situación en la que estuvo Naruto años atrás. Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —dijo el Uchiha. 

     —Mi padre... ¿cómo lo hizo mi padre? —preguntó Boruto.

     —Parece que ya no estás interesado solo en sus debilidades. Pregúntaselo a Naruto. Iremos a rescatarlo —dijo el hombre. Nanko asintió—. Puedo sentir su chakra. En otras palabras, él aún está con vida.

     —Tío Sasuke, ¿por qué te preocupas por mí? —cuestionó el Uzumaki.

     —Tú eres un shinobi realmente poderoso. Yo perdí contra él. Pero tú puedes convertirte en alguien que algún día lo supere. —Sasuke se refirió a Naruto.

     —¿Cómo puedes saber eso? —preguntó el niño.

     —Al fin y al cabo eres su hijo y eres mi estudiante número... —El Uchiha quiso continuar.

     —Número dos, solo por detrás de mí —dijo Nanko. Sasuke resopló y realizó una diminuta sonrisa.

     —Además, eres un perdedor aún más grande de lo que fue Naruto —explicó el adulto.

     —Un perdedor —comentó él confuso—. ¿Y eso es malo?

     —Hablo de que odias perder, y Nanko también. —Nanko y Boruto sonrieron de lado.

     Con la ropa de sus padres puesta, subieron a la azotea, aún sin su banda ninja en la frente, ya que a Boruto se la habían confiscado y a Nanko se le había caído en el área de combate.

     Con la ropa de sus padres puesta, subieron a la azotea, aún sin su banda ninja en la frente, ya que a Boruto se la habían confiscado y a Nanko se le había caído en el área de combate

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Nanko no tiene manías a la hora de comer, puede comer de todo, y no es alérgica a nada.

Nanko no tiene manías a la hora de comer, puede comer de todo, y no es alérgica a nada

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Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora