Prologo

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Prologo.

Aunque en este mundo la magia haya sido prácticamente hecha a un lado, debido a las nuevas ideas concebidas, esto no quiere decir que haya dejado de existir. Aún en estos días de modernización, hay vestigios de eras pasadas, donde seres poderosos de distintas clases habitaban aquí, en este mundo. Alguna vez yo fui una niña que soñaba con usar magia y ser muy poderosa. Mi nombre ahora es Claire, y claro que conseguí ser poderosa. Para eso tuve que convertirme en un ser sin ningún tipo de sentimientos o emociones, siendo fría y calculadora. Un monstruo podría ser una gran definición, ya que abandone cualquier tipo de humanidad que tenía. Maté, torturé, destruí todo a mi paso, corrompí un sin fin de cosas, todo por obtener la grandeza. Pero un día, algo hizo cambiar mis deseos, conduciéndome por el camino de la destrucción de todo lo que alguna vez obtuve.

-Eh... una bruja en medio de un lugar como éste. Seguro debes estar perdida para venir al mundo de los demonios. Que impertinente de tu parte.

-"Lamentablemente me tuve que topar contigo, idiota" pensaba mientras lo miraba. Este tipo era un demonio de baja categoría, que solo pensaba en fastidiar a cualquier extraño que entrara a ese lugar y luego comérselo. Esto no era un problema para mí, así que me limité a mirarlo sin hablar. De pronto algo parecido a una mano lo atravesó completamente desde la espalda, y algo parecido a una figura humana apareció tras él; al parecer se conocían, ya que el demonio lo miraba con unos ojos arrepentidos, tratándole de decir que había aprendido la lección y que no quería morir. Aquella figura que transmitía un aura oscura le dedicó una gran sonrisa, para luego destruir su cabeza y dejar caer el cuerpo sin vida, o por lo menos lo que quedaba.

-Ellos nunca aprenden la lección. -Dijo mientras lamía la sangre que corría por su mano, la sangre de aquel demonio. Le dediqué una sonrisa. Para poder cambiar tan rápido y tan bien de su forma real a su forma humana, tenía que ser un gran demonio, y muy poderoso. Y eso era justo lo que buscaba.

-Cierto. Y que bien que hayas aparecido, ya que he venido a proponerte un trato. -Realmente no parecía interesado en mi proposición. O por lo menos no hasta que le dije lo que le daría, el sueño de cualquiera de su especie. -Te daré un cuerpo humano a cambio de que seas mi ayudante. -Aquel ser entonces me miró y sonrió delicadamente. Lo tenía, o al menos eso pensé. Él había aceptado ese acuerdo, y como el contrato lo estipula le di un nombre: Roger, ya que era la única respuesta que podía dar a cualquier orden que yo diera, realmente una gran broma. Durante el tiempo que estuvimos juntos fuimos los más temidos, los más poderosos, llegamos a la cima, y era grandioso. Pero cometí un error imperdonable, que me llevó a donde estoy ahora. Es cierto que superamos a los demonios al tener un cuerpo, pero siendo lo que somos, humanos, somos a la vez inferiores a ellos, debido a que nunca podremos deshacernos de nuestras debilidades: los sentimientos y emociones. Primero comenzó como un pequeño sentimiento que se creó en mi interior a causa de la gran cantidad de tiempo que pasábamos juntos, pero luego se convirtió en un amor desbordante. Cuando decidí confesarle éste hecho a Ro, se mostró muy comprensivo y me dijo que se sentía igual, y decidimos empezar una relación. A partir de ese momento, todo a nuestro alrededor empezó a perder importancia, todo lo que habíamos logrado se volvió inútil, y así fue como decidimos olvidarnos de todo e irnos a vivir lo más lejos que pudimos. Durante muchos años vivimos en un departamento en Nueva York, y vimos pasar el tiempo juntos, y como todo lo relacionado a la magia se iba dejando en el olvido. Pero a nosotros no nos importaba en lo más mínimo. Realmente fui feliz ese tiempo, pero todo se derrumbó cuando fui al medico un día de verano: estaba embarazada. Ese día cuando llegué a la casa entré en pánico, esto no podía ser posible. Ro me consoló y me impidió que me deshiciera de esta niña, en ese punto estaba segura de que era niña, y me decía que todo estaría bien y que siempre estaría conmigo, hasta el final. "¿Cómo puede estar tan tranquilo?" Me preguntaba una y otra vez, pero al verlo tan feliz me di cuenta de lo que pasaba, él sabia lo que éste embarazo significaba. Resignada, traté de mantenerme tranquila los meses que faltaban para que naciera. Él me consentía mucho, y cuidaba demasiado de nosotras. Todo ese tiempo estuve como desconectada de todo el mundo, tal parecía que estuviera en un trance, pero Ro al parecer no lo notaba, o simplemente no le importaba. El día del parto llegó sin que me diera cuenta de lo que había pasado, como si hubiera estado dormida todo el tiempo. Aún así, ese momento no lo puedo olvidar, ya que sufrí un gran dolor que no se puede comparar con ninguna herida que haya sufrido, aunque nunca supe si ese dolor fue del parto en sí o de la tención que sentía mi cuerpo ya que no podía superar la noticia aún. Tras unas largas horas, el dolor cesó y pude escuchar un llanto que invadía todo el cuarto, y Ro, que estuvo todo el tiempo a mi lado, puso una enorme sonrisa en su rostro; "esa sonrisa... no es la que pondría un padre, ¿cierto?" fue lo único que pude pensar al verlo. Cuando volteé a ver al doctor, éste puso a la niña en mis brazos y vi lo linda que era, su nombre sería Isabelle. En ese momento no recordaba dónde había escuchado ese nombre, pero sabía que era el nombre perfecto para ella. El tiempo había pasado y pude ver cómo mi hija iba creciendo poco a poco mientras formábamos una familia feliz, aunque ese hecho parecía más bien un espejismo o una ilusión que desaparecería en cualquier momento, dejando ver, por fin, lo que en realidad éramos. Un día de otoño, la pequeña fue invitada a la fiesta de una de sus amigas, así que ella y su padre se fueron al salón donde sería celebrada; yo había preferido quedarme en casa para terminar las tareas hogareñas que nunca podía terminar. Un rato después de que ellos se fueran, decidí lavar los platos de la comida, cuando de pronto sentí que había alguien detrás de mi, por supuesto era él, al parecer ya no le era útil. Decidí voltear para poder verlo de frente, cuando de pronto sentí un inmenso frío que atravesó mi estomago, seguido de una sensación cálida que sentía mientras escurría la sangre, e instintivamente traté de llevar mi mano a la herida, pero en ese instante él me tiró al piso. Ahora recordaba el donde había escuchado aquel nombre; una bruja que había cuidado de mi, y a la cual respetaba me lo había advertido, me había dicho que Isabelle sería mi perdición. Mi cuerpo se paralizó al oír aquello, pero le había prometido que no dejaría que pasara; ese mismo día había ido a visitar a mi hermana, de la cual supe de su existencia gracias a la misma bruja que cuidó de mí y ahora me advertía de mi destino. Yo maté a mi hermana con mis propias manos, para asegurarme de que no volviera a respirar, y no volví a ver a ninguna de las personas con las que crecí, todo para volverme el ser más poderoso de todos, pero todo había sido en vano. Cuando caí al suelo, él se puso sobre mí y me apuñaló en el pecho mientras me sonreía de una manera sádica, como cuando nos conocimos. "Siempre habrá... alguien... mejor y mas... poderoso..." yo ya sabía su destino, y no era el que esperaba, así que traté de advertirle con esas palabras, antes de que todo se volviera borroso y oscuro. Lo último que pude ver fue esa hermosa sonrisa que me atrajo desde la primera vez que la vi, y de la cual no me arrepiento de haber conocido, aunque ahora sea como el alma de cualquier persona y me encuentre pagando todos mis pecados en este infierno, esperando el fin de los tiempos, o mejor aún, el regreso de mis días de grandeza...

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2015 ⏰

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