Sendero Carmín

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Se despertó cuando los primeros rayos del sol se colaron por la ventana entreabierta y le dieron directo en la cara, se sentó en la cama y se estiró cual gato para terminar de despertar, miró de reojo a su costado y se sorprendió de ver que había despertado antes que el rubio, normalmente el despertaba muy tarde y Denki era el encargado de zarandearlo hasta que despertara. Buscó entre sus pertenencias un reloj mágico que hace varios años llevaba con él siempre para saber la hora exacta, sorprendiéndose mucho al ser las 9:06 de la mañana y que el rubio siguiera dormitando. Estaba apunto de revisar si no tenía fiebre cuando recordó todo lo qué pasó ayer, solo estaba cansado nada más, con eso en mente se levantó y decidió dejarle dormir hasta la hora que quisiera.

Prefirió esperar a que se despertara para ir juntos con, como les diremos de ahora en adelante para resumir, los Togata. Se dedicó a estudiar el mapa por milésima vez para decidir cuál sería la ruta más segura que cruzar, siempre pensando en la seguridad del inexperto rubio más que en el tiempo que les tomaría el viaje. Sin darse cuenta se había pasado hasta las 11:11 de la mañana con la vista pegada al trozo de papel sin haber comido nada y justo en el momento en que iba a levantarse a mirar por la ventana el ojidorado se levantó.

-Eiji... ¿Qué hora es?- Lentamente se sentó sobre la mullida cama sin abrir sus ojos resaltando su cansancio.

-Hora de un deseo, son las 11:11 de la mañana- Sonrió sentándose a un lado de su amigo para sujetar sus manos y cerrar sus ojos- Pide lo que más anheles desde el fondo de tu corazón- A pesar de que sus ojos estaban cerrados supo que el contrario había sonreído y hacía lo mismo que el, apretando ligeramente el agarre de sus manos.

"Deseo convertirme en alguien que ames, ganarme ese lugar especial en tu corazón" Pensaron al mismo tiempo, sin saber que el silencio sería una tortura de la cual tarde o temprano se arrepentirían de haber mantenido. Este era ya un ritual que hacían a diario sin darse cuenta que deseaban lo mismo, ser amado por el contrario, llevaban haciéndolo desde hace poco menos de un año... Casi desde que comenzaron a viajar y aún no sabían nada.

-Bueno, ya deberíamos seguir el viaje, ¿no?- Se levantó con algo de ayuda del pelirrojo y buscó sus cosas para alistarse.

-Recuerda que primero debemos ir a cumplir cierta promesa con cierta niña que nos espera desde ayer- Recordó también comenzando a buscar sus cosas y preparándolas para partir en cualquier momento.

Sin decir una palabra más se encaminaron al lugar donde sabrían encontrarían a la peliblanca, la plaza central cerca de su casa. Se sorprendieron un poco al ver a Mirio y Tamaki vigilándola a cierta distancia y conversando de algo que no podían escuchar por la distancia pero se veían felices, saludaron rápidamente antes de correr a jugar con la linda pequeña que ya los esperaba arriba de un árbol.

Sería una entretenida hora y media de juegos antes de partir.

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-Fue un gusto conocerlos, Togata, Amajiki y Eri. Muchas gracias por todo, nos vemos- Se despidió ya a unos cuantos metros de haber salido de la ciudad mientras los nombrados los despedían. Antes de darse cuenta ya no los veía a la distancia y se decidió a hablar con su acompañante- ¿Que camino seguimos ahora, Eiji?-

-Pues... Vamos por el Sendero Carmín- Dijo con cierto temor sabiendo que la reacción no sería de las mejores que hubiera recibido de su lindo compañero.

Relatos de dos viajeros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora